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lunes, 30 de agosto de 2010

CALLEN LA JETA ASALARIADOS


Me encontraba en un vuelo de ACES, como copiloto en el Twin Otter, saliendo del aeropuerto de Turbo hacia Medellín. Año 1989.

Estábamos nivelados pensando en como evitar algo de mal tiempo que se veía al frente. Por lo mismo ambos teníamos concentrado nuestro campo visual al frente del avión.

De pronto y sin aviso alguno nos cruza de derecha a izquierda y en ascenso un Cessna 206. Nos quedamos boquiabiertos por lo cerca que había pasado de nosotros.

El capitán enseguida exclamó  – !Gueeeepa!  Y ese man de donde salió? – Le respondí  – Ni idea …no escuché a nadie en la frecuencia…y en ascenso! –

Enseguida el capitán llamó a control. – Control Medellín ! Nos acaba de pasar por las narices un 206!…No lo tienen en el radar?  – Control respondió  – Negativo capitán, no tenemos tráfico adicional por su area. – Y el capitán molesto les dice  – Pero si ya está a nuestra altura!. –

Y enseguida se escucha a alguien en la frecuencia : – Ayyy, ya, yaaa..., callen la jeta asalariados huevones!  – Enseguida hubo silencio total en la frecuencia.

Me tomó un momento en comprender que aquella Cessna estaba narcotraficando y nosotros eramos simplemente un estorbo para sus millonarios vuelos.

Nos miramos con el capitán con cara de resignación comprendiendo que estábamos ante el monstruo de la extorsión y las amenazas de muerte si decidíamos hablar más de lo necesario.

El capitán no se aguantó y sin mandar su opinión por el micrófono dijo – !A estos malparidos, jueputas les vale huevo si un día nos cascamos y nos matamos todos! –

Mas adelante supe que algunos pilotos de la compañia se habian retirado para entrar en el oscuro mundo del narcotáfico y cuando me ofrecieron los millones para volar con ellos les dije..."Prefiero mi aguapanela"...bebida dulce de los pobres...para los que disfrutamos de la dulzura de la libertad.

Cessna 206 en una pista de la selva.

domingo, 29 de agosto de 2010

RAYO


Era una nublada tarde de 1980 cuando todavía era alumno de Eduardo Vázquez en mis primeros niveles del vuelo en cometa (Delta plano) y decidí acompañarlo a él y a su esposa para verlos volar en Unicentro.

Quería ayudarlos como equipo de tierra para luego bajarles el carro desde el área de despegue hasta el área de aterrizaje que por lo alto y retirado de esta montaña podría tomar más de media hora.

Su esposa, Lottie Boden, una hermosa sueca que hablaba un gracioso español, aprendido en España, mezclado con acento sueco, era para esos entonces auxiliar de vuelo en Braniff Airlines.

Ella estaba por fin lista para volar por primera vez de este famoso sitio de Unicentro. Era el vuelo que los bautizaba como un cometista entrando a la arena profesional tal vez por el hecho de tener que volar un buen trayecto sobre la ciudad.

A medida que avanzaba la tarde el viento traía más y más nubosidad creando un techo de nubes oscuro pero bien definido que daba bastantes corrientes ascendentes.

Eduardo ayudó a Lottie a armar su cometa Dove C mientras le explicaba los detalles técnicos de este vuelo. Lottie estaba bastante nerviosa y se veía muy indecisa. Varias veces le dijo a Eduardo que la dejara pensar y sentir el viento sin que le hablase.

Ya estaba lista para despegar y de repente se descolgó de la cometa diciéndole que definitivamente no se sentía lista para este vuelo.

Eduardo y los otros pilotos decidieron rápidamente despegar pues el cielo ya estaba bastante oscuro y poco a poco se sentían caer grandes gotas de lluvia.

Le ayudé a Lottie a llevar su cometa a la parte de atrás para desarmarla. Ella estaba bastante molesta consigo misma pensando en que ya pudiese estar allá arriba volando con ellos.

Empezamos a desarmar la cometa y oímos un par de rayos caer atrás de la montaña. Le dije que bajáramos el “king post” o mástil principal pues estábamos ofreciéndolo como pararrayos y pensando en esto nos apresuramos a enrollar la vela.

Empezó a llover y de pronto un gran destello nos iluminó... vino enseguida la estrepitosa explosión de un rayo reventando el aire a nuestras espaldas.

Instintivamente quitamos nuestras manos de la cometa y salimos corriendo espantados hacia el carro. Los dos quedamos pálidos del susto y hasta que no pasó la tormenta no nos bajamos del carro.

Desde abajo en el sitio de aterrizaje vieron como si el rayo hubiese caído justo sobre nosotros y vieron chispas saltar de una torre de alta tensión eléctrica.

El rayo cayó en la torre a unos cincuenta pies de nosotros y creo que de no haber bajado el king post nos pudiese haber caído directamente a nosotros.

Este es uno de muchos recuerdos que guardo de Lottie y le dedico esta historia en memoria a tantas aventuras que compartimos en este deporte que ambos adoramos.

Un abrazo Lottie!!


Aqui esta Lottie con su nueva cometa Dove C, la misma de esta historia y su perrita "Manush" en el sitio de aprendizaje en los 80. Estas fotos la logré conseguir milagrosamente después de contactar a mi instructor Eduardo Vasquez quien gentilmente me las envió.


Vuelo de graduación de Lottie en el parque del Neusa.

En el centro Lottie con compañeros auxiliares de vuelo
cuando volaba como auxiliar en Braniff  en los años 80.

viernes, 27 de agosto de 2010

EXTRAÑO MOVIMIENTO


Venía volando con el capitán Daniel Gutierrez, nuestro instructor en el curso de tierra del Twin Otter en la compañia ACES, año 1989.

Con él no solo me sentía muy comfortable volando sino que compartíamos el gusto por la aviación y por la aerodinámica en especial.

Dedicábamos bastante tiempo en vuelo estudiando las características de vuelo del avión y divagando sobre los avances en las ciencias de la aeronáutica.

Fueron tal vez los vuelos mas agradables que tuve en ACES. Compartíamos además el gusto por el vuelo sin motor pues el “secretamente” volaba también en los deltaplanos o cometas humanas en las montañas de Colombia.

Este día estábamos regresando a Medellin después de haber volado a varios destinos en la costa atlántica de Antioquia. Estábamos nivelados hablando precisamente del ángulo de planeo o sea cuanto en realidad este avión volaría planeando con los motores apagados.

De pronto el avión comenzó a “frenarse” de forma continua sin haber tocado la potencia. El movimiento fue tan fuerte que ambos empezamos a inclinarnos hacia adelante por la fuerte des aceleración aunque no había turbulencia de ninguna clase.

Nunca había sentido algo así!  El frenado se fue debilitando y nos miramos con cara de desconcierto.
El avión sin cambiar de altura volvió a acelerar. Nos quedamos callados como esperando que algo más nos diera la explicación de que había pasado.

Según lo que sabemos sobre las leyes de vuelo algo así es muy improbable. El capitán me miró y me preguntó  – Que fue esa vaina? – Y yo le dije – !Capi...Si usted no sabe que es el instructor yo si que menos! –

Todo seguía tan tranquilo como si nunca hubiésemos pasado por esta extraña franja del océano del aire.

Miramos los parámetros de los motores a ver si estaban variando, buscábamos afuera algún indicio de turbulencia. Nada. Ambos nos encogimos de hombros y seguimos conversando sobre el avión.

Después de un tiempo pensando en lo que pasó me acordé que esto sucedió justo en el lugar donde con el capitán Zuluaga vimos el OVNI.

Me atrevo a fantasear que ese inexplicable movimiento del avión sucedió cuando cruzamos por alguna “turbulencia magnética” dejada por algún OVNI!

Pienso también que simplemente la naturaleza se metió en nuestra conversación para enseñarnos que siguen habiendo cosas que por más que estudiemos no comprenderemos…por ahora.



miércoles, 25 de agosto de 2010

MAL SUEÑO


Me acuerdo que por aquellas épocas de los 80 tuve una pesadilla.
Soñé que estaba volando en cometa en el área de Unicentro sobre el norte de la ciudad de Bogotá y en especial la zona residencial.

Estaba gozando de mi vuelo hasta que un par de niños abajo se decían entre si  – Apuesto que me puedo “bajar” a ese piloto de cometa de un disparo con mi escopeta – Y el otro le respondía  – No creo que puedas, a ver, trata. –

Podía oírlos como si estuviera allá abajo. Aterrado vi como me apuntó con un rifle de esos que tienen mira, disparó y sentí el primer impacto en la vela. No podía creerlo y en medio de la pesadilla les gritaba – ¡Oigaaan que están haciendooo! ¡No dispareeen! –

Enseguida volví a sentir el zumbido de otra bala  y el impacto en la vela muy cerca de mi, – ¡Estúpidos! !Imbéciles! !Que están haciendoooo! –

Gritaba desesperado mientras maniobraba fuertemente para evitar que me dieran el próximo balazo y desperté sudoroso y asustado. Pero esta pesadilla creo que tenía algo de premonitorio.

Algunos meses después estaba con un alumno en el sitio de aprendizaje intermedio del pueblo de Mosquera. Este sitio lo llamábamos “El Palomar” y era un vuelo de casi un minuto con lo cual se alcanzaban a hacer los virajes básicos para prepararse luego al vuelo de las altas montañas.



Era un vuelo muy bello pues se hacía sobre la carretera principal, para aterrizar en un gran potrero. El problema es que a veces, la hija del dueño, una señora que parece tenía problemas mentales, entraba en episodios paranóicos y se imaginaba que los cometistas aterrizando en su finca venían para atacarla e invadir sus tierras. Sacaba tremenda escopeta y empezaba a disparar.

Pues justo un día estaba yo esperando al lado de la carretera a mi alumno que despegara de El Palomar.

Despegó en la cometa “Cúmulus” y recuerdo que se veía imponente mostrando sus colores vivos por el radiante sol de ese día. De repente vi que empezó a virar hacia donde me encontraba y eso no estaba dentro de los planes.

Se acercó tanto hacia mi que por un momento creí que quería aterrizar al lado mío. Le dije por el radio, – ¡Vire a su derecha, mantenga su rumbo hacia el potreo de aterrizaje! –

Pero parece que fue él quien empezó a escuchar los disparos antes que yo pues se acercó a un más al punto de que pude distinguir perfectamente su cara de descontento y me dijo señalando con su mano a su derecha, – !Pero Carlos, mírela no más, ya me esta disparando! – Lo dijo tan tranquilo que no podía creerlo hasta que empecé a oír yo mismo los “totes” de su escopeta.

Viró a su derecha para enfilarse al potrero y en ese momento no supe que decirle pues si seguía adelante estaba arriesgando su vida con aquella demente disparándole continuamente.

Enseguida hizo un viraje a la izquierda para alejarse y viró rápidamente en contra del viento para hacer un aterrizaje perfecto.

Bajé rápidamente para ayudarlo a desarmar la cometa y mientras salíamos del lugar se oían todavía los gritos de "doña demente" intercalados de uno que otro disparo.

Definitivamente mi pesadilla se había convertido en realidad ese día!


martes, 24 de agosto de 2010

ESTANCADOS EN EL BARRO

Esta vez estaba volando como copiloto el Twin Otter en la aerolínea ACES otra vez con el folklórico y divertido capitán de espeso bigote, si... Alberto Zuluaga, con quien había tenido el vuelo en el que divisamos el OVNI.

Era una mañana lluviosa y veníamos aterrizando precisamente en Condoto (departamento de Chocó). Para estas épocas la pista era de pasto y estaba rodeada por mucha vegetación.

El camino entre la pista y la rampa no estaba bien definido pues había muchos arbustos y cuando aterrizamos vimos que habían bastantes charcos y tratábamos de evitarlos.

El aeropuerto tenía una pequeña cabaña que hacía las veces de torre de control. El controlador después de autorizarnos a aterrizar nos dijo – Capitán autorizado a la rampa vía “Bravo”. – El controlador le estaba indicando al capitán que había dos entradas a la rampa, la primera era “Alfa” y la segunda era “Bravo” aunque era difícil distinguirlas entre los arbustos.

El capitán sin detenerse se dirigió directamente hacia la rampa y riéndose me dice – Ese bruto me dice que entre por “Bravo” como si este fuera un aeropuerto internacional, ja,ja,ja!...Cuando esto lo que es es puro monteee! –

El controlador volvió a llamarlo diciendole, – Via Bravo capitán... via Bravo –

De pronto el avión empezó a inclinarse lentamente a la derecha y poco a poco empezó a detenerse. El capitán puso casi potencia de despegue y podíamos ver como saltaba barro hacia atrás de la hélices. Estábamos estancados en el barro!

Enseguida el controlador dijo – Capitán…le dije que por Bravo. – El capitán todo furioso le dice, – Heee, !Usted no me aviso que había ese lodazal ahí!  –

Y después de vociferar los consabidos madrazos me dice – Usted ha visto la potencia del reverso de este avión?…No? Mire pa’que vea. –

Y sin vacilar llevo la mano al acelerador, lo giró hacia adelante hasta que entró el mecanismo de reverso y luego empezó a llevarlo hacia atrás.

La turbina empezó a rugir y la hélice cambiando de ángulo lanzaba chorros de barro hacia adelante .

Yo abría los ojos al ver que poco a poco el avión se desenterraba y retrocedía. – Ve lo bacano este avión? !..Veeee maaaría!. –

Y dando la vuelta continuamos y entramos por el espacio entre los arbustos que se suponía era Bravo.

De nuevo vi que los pasajeros ni se inmutaron…parecía que estaban acostumbrados a aventuras más emocionantes que esta. Pero para mi que era primerizo... !Esto era más que una aventura!

Aeropuerto Mandinga de la ciudad de Condoto. Aparece un Twin de la empresa ADA.

lunes, 23 de agosto de 2010

LA HISTORIA DE JORGE CLEVA


Hablando del vuelo en cometa, Jorge Cleva es un actual diseñador de cometas y aviones ultralivianos que vive en Argentina (2011). Se me hizo muy interesante su vasta experiencia con el vuelo ultraligero y les comparto su carta donde me habla de su pasión por el vuelo y el diseño. Un homenaje a un gran representante latinoamericano del vuelo deportivo a nivel mundial.

Hola Carlos!
Gracias por compartir tus vivencias de vuelo conmigo, realmente nos perecemos en muchas cosas, aunque yo he sido piloto de cometa y de aviones ultralivianos, lo que más he hecho es diseñar y construir todo tipo de aparatos voladores.

He sido pionero del aladeltismo en mi país Argentina y he construido siempre mis propias alas, también he construido alas de competición como la Cosmos, campeona Argentina 1984 y la Génesis Campeona Argentina en 1987.  Aclaro que los campeonatos ganados fueron a las Comet 2 de UP, las Magic de Airwave, las Hp de Wills Wing, las GZ también de UP, etc., lo cual significa haber competido con las mejores alas del mundo en esa época pero con pilotos locales en igualdad de condiciones. Siempre digo que el rival te dignifica, no es lo mismo ganarle a un campeón del mundo que ganarle a un intrascendente, no?


Aqui le estoy entregando el diploma de reconocimiento a nuestro piloto oficial de alas delta, hoy odontólogo, el Dr. Sebastian Romanazzi.
Sebastian ganó con nuestras alas, dos campeonatos nacionales de vuelo libre, en 1984 con  una COSMOS y en 1987 con una GENESIS como la que se exhibe en el Museo.


Ala delta GENESIS, fabricada en 1986 y que fuera Campeona Argentina de Vuelo Libre en 1987 en manos del piloto riojano Sebastian Romanazzi.



El ala se encuentra exhibida en el Museo de la Industria de la Ciudad de Cordoba- Argentina.
La otra ala que diseñé, la Cosmos está tambien actualmente en el Museo de la Industria lo cual también es un orgullo porque a mis 60 años estar reconocido en un museo, es muy gratificante.
Aunque han estado prohibidos durante 24 años he logrado diseñar , construir y matricular el primer trike de Argentina en el 2008.

He construido varios ultralivanos de diferentes configuraciones y he volado en todos ellos. Te cuento todo esto para que me conozcas un poco, porque todos piensan que soy joven y ando volando, pero no leen mi perfil donde dice que soy viejo y constructor! je,je.



El trike LV



Cuando vi el afiche de La Fortaleza Prohibida de tu historia, me trajo un montón de recuerdos, ya que yo por el año 75 ya estaba construyendo alas rogallo y para poder ver la película gratis, hablé con el dueño del cine y pusimos mi Rogallo en el Hall del cine como decoración y eso me permitió ver la película hasta el cansancio! !Un alienado total! Mi esposa (mi novia en aquel momento) ahora que lo pienso, me digo: !Me debe haber querido mucho para aguantarse todo eso! ja,ja,ja.


La primera ala delta que diseñé y volé.
Ahora yo también me dedico a escribir, estoy escribiendo un libro sobre alas delta que quiero publicar a nivel mundial, en español, inglés, italiano y portugués.

El libro contiene todo lo referente a las alas delta como sistema de vuelo, toda su historia de Rogallo hasta nuestros días, su evolución, su análisis técnico, su construcción, su funcionamiento, las normas que rigen la actividad, los personajes más destacados como constructores y como pilotos, en fin, todo lo que necesites saber de alas delta tanto de vuelo libre como motorizadas, estará en mi libro.

Por supuesto que habrá anécdotas de pilotos sobresalientes y pioneros como así también de los actuales campeones y diseñadores...!Un megalibro! Eso es lo que me llevó a crear mi página de Facebook y armar este mundo virtual con amigos del aire que me permitieron acceder a sus conocimientos, fotos, fábricas, pilotos, diseñadores, entusiastas, fotógrafos, blogers, de todo!

La verdad estoy fascinado con todo lo que he logrado en poco menos de un año! Toda mi historia estará próximamente en mi página web, que está casi lista pero no está habilitada aún.
En este enlace podrás ver los principales aparatos que he construido:
http://www.facebook.com/album.php?aid=2022934&id=1115922796&l=8a7dc02dc8
Tengo un Blog, donde publico un poco de mis actividades:  jorgecleva.blogspot.com

He leído algunas de tus anécdotas y son muy amenas y entretenidas, seguiré leyendo cada vez que tenga tiempo, tal vez tome alguna para mi libro, mencionándote como autor, por supuesto!

Bueno Carlos, no quiero aburrirte más con mis historias, (tengo muchas) te doy la bienvenida como amigo y me alegra conocerte!

Seguimos en contacto.
Un abrazo.

Jorge Cleva


Recibiendo el premio EAA 2005




domingo, 22 de agosto de 2010

PERDIDOS EN LA JUNGLA


Era un hermoso día de vuelo en la compañía ACES, a mediados de 1989, haciendo la ruta Medellin,Quibdó, Condoto y regreso.

Quibdó es la capital del departamento del Chocó al sur oeste de Medellin. El pueblo de Condoto se encuentra al sur de Quibdó y esta rodeado por densas zonas selváticas parecidas a las junglas de la región amazónica.

Salimos de Quibdó con rumbo sur a Condoto. Pronto nos dimos cuenta que toda la región estaba todavía cubierta por un inmenso estrato de nubes.

Esperábamos tener mas visibilidad de acuerdo al pronóstico. Cuando nos acercamos teníamos un hermoso cielo azul sobre nosotros pero debajo los valles y planicies dormían todavía cubiertos por un gran manto de nubes.

El capitán decidió explorar el vuelo debajo del manto de estas nubes a ver si así podíamos seguir las referencias visuales. Bajamos y entramos enseguida en otro mundo. Parecía como si estuvieramos en medio de un documental sobre el amazonas. Se veían los ríos rodeados de la espesa jungla. Aveces veía pequeñas casitas con techos de paja, bohíos al lado del río con sus canoas y los niños bañándose.

Al estar debajo de la nube a solo unos 500 pies el paisaje era espectacular. Mientras el capitán buscaba referencias teníamos que mantener también la navegación y esto nos ocupaba completamente a los dos.

Mientras él buscaba estas referencias fuera del avión yo le avisaba si se bajaba de la altura de referencia. Íbamos rozando constantemente el techo del estrato de nubes y no podíamos subir pues perdíamos visibilidad.

Cambiamos ligeramente el rumbo varias veces pero no podíamos ver nada a nuestro alrededor que nos dijera exactamente el rumbo hacia la pista. El capitán decidió hacer un círculo y empezar otra vez. Teníamos que encontrar rápido alguna referencia o tendríamos que devolvernos.

De pronto uno de los pasajeros se acercó a la cabina y tímidamente nos dijo – No se ve ‘pa lante y ni modos de continuar…cierto? – Al principio el capitán me miró con cara de aburrido y no le respondió.

El pasajero tratando de ganar nuestra atención nos dice – Ya a mi me ha pasado varias veces…Ya pasamos la carretera?…Yo ya me se esta ruta bastante bien. – Ahí mismo el capitán dejando a un lado su orgullo de autoridad le hizo una seña al pasajero de que se acercara a la cabina para que los otros pasajeros no escucharan y le dijo – Oiga, señor, usted ha volado bastante en esta ruta? – Y le responde – !Claro! si llevo como diez años haciendo este vuelo casi todas las semanas. !Me lo se de memoria! Tranquilo capi que ya he ayudado a más de uno. Busque primero la carretera principal hacia su derecha y cuando la vea me avisa. – El capitán asintió y viramos a la derecha en búsqueda de la vía principal. No podía creerlo, estábamos perdidos y un pasajero nos estaba haciendo la navegación. Nos miramos con el capitán y nos reíamos.

Apareció la carretera y el capitán llamó al pasajero. El entró en la cabina, acercó su cabeza al parabrisas y se quedó observando por unos segundos  – !Ahhh, estamos cerca de la finca de doña Berta! … Cuando la carretera se divida váyase por la izquierda. – Pasó de nuevo atrás a sentarse y de nuevo nos reímos un rato.

Llegó la bifurcación y nos reportamos con nuestro pasajero navegante y nos dice. – Cuando se acabe va a ver una recta y después empiece a ver a su izquierda para buscar las montañas que son las que ustedes usan de referencia para aterrizar. – Nos miramos esta vez con los ojos bien abiertos.

Después el capitán anunció que ya tenía a la vista las colinas que nos daban la referencia para buscar la pista. Hicimos la aproximación todavía volando bajo el techo de nubes.

Una vez llegamos al lado de las colinas todo se despejó como por arte de magia y pudimos ver perfectamente el aeropuerto.

Cuando aterrizamos en Condoto le agradecimos al señor su ayuda y nos respondió riéndose – !Cuando se vuelvan a perder me avisan! Ja,ja! – Esta vez no nos causó gracia pues lo dijo delante de todos los pasajeros, pero enseguida nos dijo – Frescos que ellos ya están acostumbrados, je,je. –

Aprendí aquel día una gran lección y me gustó que el capitán logró ese día sobreponerse a ese orgullo estúpido de autoridad que como una epidemia mantiene contagiado a los pilotos de Colombia y de muchas partes del mundo.

El que sabe sabe y el que no...!Que pregunte!



sábado, 21 de agosto de 2010

VUELO EN SOPO


Hablando de despegues en cometa desde precipicios, (años 80) este sitio de Sopó al norte de Bogotá tiene una pared que de verdad logró intimidarme al punto que llegué a tener físico miedo acercarme al borde y por supuesto a despegar.

A esto le añado que coincidencialmente estaba un compañero de universidad de mi madre observando a los “locos” salir corriendo hacia el vacío y se sorprendió al descubrir ¡Que era hijo de su amiga! Y me dijo, – ¿Usted se va a tirar a ese precipicio?... ¡Usted esta loco! Su mama sabe que usted hace esto? –  Esto me acabó de llenar de pánico estomacal.

Edgar ya había volado de este sitio y así observé como lo hacía. Despegó prácticamente en pérdida pues casi no había pista para despegar y en la caída tomó velocidad para volar. Se vio como si el hueco se lo hubiese tragado y después más adelante lo hubiese “escupido” hacia arriba otra vez y regresara a la vida.

Casi me arrepiento pero, aparte de que se veía horrible, no había motivo real para no intentarlo, así que tomé aire, me preparé y llevé la Zebra al borde de tan majestuoso paisaje.

Me impulsé solo con dos pasos y apenas empecé a caer di un ligero empujón a la barra a modo de obligar a la vela a tomar aire al estilo paracaídas. Esto infló la vela y así pude nivelarme y salir de la pérdida con un fuerte silbido del viento entregándome de nuevo vida para volar.

La vista hacia abajo de la pared era tan maravillosa que hice un viraje para volver a volar sobre este sitio.

Recordé la antigua película de “La fortaleza prohibida” (Sky Riders) donde unos cometistas en sus standards entraban a una fortaleza rodeada de farallones para salvar a sus amigos. Fue con esa película de los 70 que se aceleró la “fiebre” por este deporte en Colombia.

Precisamente un poco más abajo de la montaña estaba empotrado sobre una gran roca una pequeña capilla que me hacia sentir como si yo fuera uno de los protagonistas de aquella película. Di varios virajes para disfrutar la vista de esta pequeña Iglesia. Estaba como transportado a otro mundo al ver tanta belleza a mi alrededor.

A medida que perdía altura me separé de la montaña y empecé a volar sobre el área de aterrizaje pero cometiendo el error de mantenerme todavía pensando en aquellos fantásticos lugares. Era la primera vez que aterrizaba aquí y en mi mente se me “invirtieron los cables” confundiendo la dirección de aterrizaje y empecé a hacer la aproximación en sentido contrario.

Cuando ya estaba apunto de aterrizar comprendí mi error al ver que el pasto abajo mío pasaba a demasiada velocidad. ¡Estaba aterrizando al revés! Empujé la barra al máximo y enseguida me coloqué en posición de protección con mi cuello firme, mis manos en la cara y mis codos defendiendo mis costillas.

El triángulo tocó tierra a bastante velocidad, cayó fuertemente la nariz y la inercia empujó la cometa de tal forma que di la vuelta y quedé “patas arriba” sobre la vela atrapado en mi arnés, afortunadamente sin lastimarme.

Edgar llegó corriendo gritando, – ¿Madrigal está bien? ¡Que diablos hizo que aterrizó al revés! – Avergonzado le confesé que venía muy distraído por tan bello vuelo y no me fijé en el aterrizaje.

Me ayudó a soltarme de la cometa y vi que doblé unos cuantos tubos y rompí el ala derecha, pero afortunadamente yo estaba bien. Después le decía…– Edgar que vuelazo…!Que vuelazo! –



Poster de la pelicula Sky Riders (1976) que en
 Colombia se llamó " La fortaleza prohibida"

viernes, 20 de agosto de 2010

AGUARDIENTE PA’L CAPITAN



Un dia del año 89 en la compañia ACES volaba yo de copiloto con el capitán Ossa un trayecto con destino a la hermosa ciudad de Ipiales en el límite con el hermano país Ecuador. Yo estaba volando el avión.

Pude notar que el grupo de pasajeros más cercano a nosotros estaba un poco inquieto.
Al principio los notaba como nerviosos y hasta asustados. Más adelante empezaron a conversar entre ellos y parecían más relajados. Al rato empezaban a echar chistes y a reírse.

De pronto vi que se pasaban entre ellos una botella de aguardiente escondida en una bolsa de papel. Poco a poco se iban alegrando más y más hasta que ya soltaban fuertes carcajadas que podíamos oír a través de nuestros pesados audífonos.

 Nos miramos con el capitán y nos reímos también. – Parece que ya armaron fiesta allá atrás. – Le dije al capitán. –  Enseguida uno de ellos se paró de su asiento y metiendo un poco la cabeza en la cabina dijo con voz alegre – Oiga capitán… Este avión tiene piloto automático? – Y el capitán con cara de serio le dice  – Si, en efecto si tenemos piloto automático... – Y señalándome le dice, – Ese “man” que esta ahí es el piloto automático. – A lo que el hombre responde mirándome a mi y a todos los instrumentos alrededor de la cabina. – !Uhuii jueeeeeputa! No les da miedo "manejar" este aparato?!Ustedes son unos “berracos”! – Y diciendo esto pasó a sentarse y a contarles a sus compañeros que había hablado con nosotros. Se escuchaban más carcajadas y nosotros apenas nos reíamos.

La fiesta continuaba atrás mientras nosotros nos alistábamos para aterrizar. De repente nuestro borrachito se acercó de nuevo a la cabina y extendiendo su mano le puso la botella de aguardiente al lado del capitán y dijo – !Capitán, venga, tomese un traguito…ustedes son unos beeerracos! – Y atrás se atacaron de la risa y yo también.

El capitán le responde – !No hombre como se le ocurre! – Y el borrachito le dice – !Aproveche que tiene al piloto automático volando, je,je! – Luego el capitán le insistió que se sentara pues ya íbamos a aterrizar.

Algo interesante de este vuelo, aparte de los borrachitos, es que Ipiales está tan alto que aunque manteníamos la misma altura de vuelo de diez mil pies, el terreno subía y subía como si estuviésemos bajando.

Llegamos y mientras se bajaban nuestros borrachitos aproveché y bajé yo también para sentir el aire "delgado" de una de las pistas más altas de Colombia. Hacía un viento frio pero lleno de esos aromas del campo que tanto me fascinan de las altas montañas.

Gracias Ipiales y gracias borrachitos por esos momentos tan divertidos.

jueves, 19 de agosto de 2010

VUELO EN CHOACHI


Organizamos viaje para volar en cometa (Deltaplano) a un hermoso valle de un pueblo al occidente de Bogotá llamado Choachí a inicios de los años 80.

Fuimos con Edgar, con Manolo Gutiérrez que es un amigo muy aficionado a la aviación deportiva y profesional y también con Jorge Mejia.

Jorge, un paisa, piloto de cometa muy “afiebrado”, tenía consigo una antigua cometa “Standard” y la verdad yo tenía bastante curiosidad de verlo volando en semejante aparato tan antiguo!

Llegamos al sitio de despegue y quedé asombrado al verme en la cima de un gran precipicio casi vertical y delante un majestuoso valle donde al final asomaban algunos techos rojos del pueblo de Choachí.

Armamos nuestras cometas y salió adelante Jorge con la iniciativa del primer despegue. Tenía mis ojos bien abiertos para este espectáculo.

Era una cometa Standard completamente blanca. Parecía un avioncito de papel. Se colocó su casco, el mismo que usaba en su moto, un arnés bastante básico y procedió a colgarse en su cometa. Le dijo a Edgar que tomara el tubo central de la cometa y cuando él le ordenara, empujara hacia adelante con todas sus fuerzas.

Se concentró y al recibir un poco de viento dió un par de pasos, Edgar lo empujó hasta llegar al borde, Jorge empujó la barra, empezó a caer al precipicio, se infló la vela y vimos como Jorge inició su vuelo con el sonido de su vela “flapeando” con el viento como solo estas antiguas cometas lo hacen.

Estaba viendo en directo la nostalgia de otras épocas. Ahora solo quería imaginar que estaba sintiendo al estar de repente a unos  mil pies sobre el fondo de este hermoso valle. No hizo ningún viraje y logró pasar hasta el otro lado del valle y posarse en la ladera de la montaña con la gracia de una mariposa.

El viento se extinguió pero Edgar insistió en despegar. Le dije que no tenía buen chance para lograrlo pues en su trayectoria con cero viento tenía poca pista de despegue y al caer al precipicio se encontraría con una roca que sobresalía de la pared antes de encontrar velocidad de vuelo.

Se preparó para despegar y eso me puso nervioso. Le repetí lo que yo observaba y que podría terminar todo en catástrofe. Pero nuevamente insistió.

Tomó la poca carrera que nos ofrecía el sitio. Empezó a caer y al ver que la roca se le venía encima reaccionó violentamente empujando la barra evitándola por solo unos centímetros. Esto lo hizo entrar otra vez en pérdida y de nuevo se acercó a la pared pero milagrosamente su ala tomó aire para separarlo e iniciar así unos de sus más famosos vuelos de estas épocas.

Logró mantener un buen ángulo de planeo y después de un espectacular y largo vuelo llegó hasta el pueblo de Choachí donde lo recibieron varios sorprendidos campesinos.

Ante la perspectiva de tan espeluznante salida creo que fue uno de los pocos despegues a los que me le “quité los guantes" y decidí no despegar y tal vez por esto mismo este contando esta historia hoy.

Al regreso veníamos hablando con Manolo sobre mi obsesión con la aviación comercial y fue cuando me dijo  – Carlos usted solo anda hablando de aviones… ¿Por qué no se decide de una vez por todas y empieza a estudiar aviación? – Esta fue la famosa chispa con la cual comencé mi carrera como piloto de aviones.

Este fue un día inolvidable no solo por lo espectacular de aquellos dos vuelos sino por que fue el inicio de otro gran capítulo en mi vida, la aviación comercial.

Gracias Manolo!

miércoles, 18 de agosto de 2010

O.V.N.I.


En otro dia a mediados del 89 en la compañía ACES veníamos volando de Turbo para Medellín con el capitán Alberto Zuluaga.

Este capitán, un buen paisa, bajito, abundante bigote, bien folklórico, venía contándome sus problemas con la compañía, con otros pilotos, con otros aviones, con él mismo y en fin todos sus dilemas entre su mundo interior y el mundo exterior.

De repente interrumpió su monólogo y señaló con su dedo hacia adelante a la derecha, abajo en un valle , – !Mírelo, mírelo, mírelo! – Miré enseguida y vi un diminuto punto perderse a gran velocidad hacia el fondo del valle. Fue tan rápido como tratar de seguir a una mosca en pleno vuelo y no pude enfocar ningún detalle. – !Si lo vio?! – Y le respondi, – ¿Fue eso que cruzó el valle un…? – Y sin dejarme terminar – !Yo los veo a cada rato! Lo que pasa es que a uno no le creen y piensan que uno es solo por echar mierda!… Esos andan por ahi escondidos y de pronto salen “pitados” cual “peo ‘e bruja” porque eso si ...!Vuelan rápido esos malparidos!… –

Yo andaba perplejo pues era la primera vez que veía algo así y trataba de pensar sobre lo que había visto… pero el capitán no me dejó porque se “apoderó” de nuevo del micrófono y moviendo su bigote empezó a hablar otra vez de sus dilemas. Esperaba ansioso que retomara el tema del OVNI pero no.

Continuó con sus “mil y un monólogos” donde en ningún lado cabía mi opinión. Me sentía frustrado pues el tema de los Ovnis me apasiona pero parecía que no para el capitán.

Estos ovnis eran para él simplemente una curiosidad más para un dia de vuelo.
Este capi aunque me trataba mal a menudo era demasiado chistoso y me hacia reir mucho con sus “paisadas”.

 Ese dia no fue de “ver para creer” por lo del OVNI sino de “oir para creer” porque... Ni los extraterrestres lograban cerrarle la boca a este capi!

martes, 17 de agosto de 2010

VUELO BORRACHO


Estaba en mi escuela de aviación Aeroclub en el pequeño aeropuerto de Guaymaral al norte de Bogotá, reunido con varios compañeros pilotos (Años 80s).

Ya habíamos hecho la “horita” de vuelo del día y decidimos ir a tomarnos unas cervecitas en un local cercano al iniciar la tarde.

En el calor del alcohol uno de ellos empezó a hacer gracias tratando de imitarme volando en cometa. Para ellos acostumbrados a volar un avión, el vuelo en la cometa humana era algo gracioso pero también muy emocionante.

 Así otro compañero empezó a “subirme” de puesto y decía, – Ustedes no saben como es eso. Este “man” es un berraco pa’ tirarse de esas montañas…. ¡Tiene que tener las pelotas de acero! – Y así nos reíamos todos de todos.

Hasta que uno de ellos dijo – Carlos,  vamos por su cometa que lo quiero ver volar…!Pero ya!. Es en serio!…Yo lo llevo en mi camioneta, ¡Vamos! – Al principio todos pensaron que estaba ya muy borracho para hacer esta invitación pero insistió y yo cedí ante la tentación diciendo – Pues si es en serio !Vamos a recoger la cometa!– y los demás gritaron - !Yeheee!

 Pensaba que para cuando llegara a la montaña ya se me habría pasado el efecto de la “chelas” y cual borrachitos felices salimos hacia la aventura. Fuimos hasta Bogotá por la cometa y enseguida partimos de nuevo al norte hacia la montaña de Chía.

Aunque ya habían pasado casi cuatro horas desde nuestra “parranda” y habíamos sudado la empinada subida a esta montaña, todavía sentía los efectos del alcohol en mi cabeza.

Me preparé y ayudado del buen tiempo y de mi angelito logré un buen despegue. Había bastante viento y podía sostenerme sin problema. Empecé a pasar sobre ellos para gritarles, – ¡Reptiles! ...!Que hacen alla abajo!...No sean maricas vengan a volar! –

De repente sentí que estaba demasiado cerca a la montaña y enseguida viré hacia afuera para alejarme. Me di cuenta que había sobre reaccionado y volví a acercarme. Pero al acercarme sentía como si la montaña me fuera a devorar y de nuevo viré hacia afuera.

Empecé a sentir físico pánico y mi corazón se puso a mil. Me di cuenta que mi equilibrio estaba completamente desfasado y que lo mejor era ir a aterrizar de inmediato. Estaba completamente aterrorizado por los efectos visuales que estaba teniendo. Me concentré al máximo durante la aproximación y aterricé sin ningún problema pero con mi pulso alterado como si me hubiese despertado de una pesadilla.

Me solté del gancho que me une a la cometa, me arrodillé y soltando un madrazo dije – ¡Jueputa! !No vuelvo a volar borracho ni loco!

 Ya se podrán imaginar como mis amiguitos pilotos se burlaron de mi durante toda la semana.


lunes, 16 de agosto de 2010

ENTRADA CON RAYOS


En esas épocas de la aerolínea ACES (1989), volaba el Twin Otter como copiloto, y una tarde estábamos regresando de Pereira para el aeropuerto Olaya Herrera de Medellin.

Recuerdo que la zona del aeropuerto estaba completamente oscura rodeada de tormentas. El contraste con el sol alrededor parecía como si a Medellin le hubiesen puesto una inmensa cortina de color gris azulado.

Yo venía volando el avión y el capitán me vio con cara de preocupado y me dijo, – Entonces que va a hacer?...Va a entrar así? – Enseguida le contesté que no y que iba a regresar al alterno que era Pereira. El capitán se quedó callado y parecía como si estuviese mirando con rayos x a través de aquella cortina.

Ya estaba iniciando mi maniobra para devolverme a Pereira y el capitán tomando los mandos me dice – !Preste pa’ca y le enseño como es que se hace! – Y le respondí – Suyo el avión capitán. – Enfiló enseguida hacia aquella cortina de agua que caía de forma ondulada. Detrás empecé a ver rayos y relámpagos que anunciaban tremenda fiesta al otro lado.

Enseguida me dice... – Ahora coloque la frecuencia de la emisora que esta justo cerca del aeropuerto. – Al mismo tiempo que nos estrellábamos contra la primera oscura cortina de lluvia. Entramos en un mundo gris y oscuro. Perdimos el horizonte y las montañas.

No se veía nada mas adelante de la nariz del avión. La aguja de la emisora se inclinó y viró hacia abajo indicando que estábamos sobre el aeropuerto... – Ahora bajamos en espiral – dijo, mientras iniciaba un fuerte viraje hacia la izquierda y reducía la potencia para decender.

Con un gran resplandor vi como el gris de la lluvia era dividido en dos por un rayo que cruzó verticalmente seguido de una estrepitosa explosión. Luego vi otro que atravesó diagonalmente debido a nuestra inclinación. !Hacia tiempo no veía un rayo tan cerca!

 Me sentía en el descenso de una gran montaña rusa. De pronto se empezó a ver entre la lluvia la silueta de la ciudad y algunos edificios. Bajamos un poco más hasta que ya pudimos divisar el aeropuerto. Enseguida oprimí el botón del micrófono y llamé al aeropuerto al estilo Cristobal Colón, – !Pista a la vista!


domingo, 15 de agosto de 2010

ALMA AMIGA



Cuando entrenaba vuelo en cometa (Deltaplano) con mi instructor Eduardo Vasquez en el aprendedero (años 80), él decidió recibir a un último alumno para darle clases. Su nombre, Juan José Rincón.

Era un personaje bastante folklórico y con muchas costumbres arraigadas del campo de donde su familia provenía.

Alguien le puso de sobrenombre “Charol” pues a veces volaba con zapatos brillantes de charol.
Juanjo, como lo llamábamos, fue muy aficionado y "gomoso" del vuelo en cometa. Siempre nos llamaba para convencernos una vez más de ir a volar así el día no estuviera bueno. Amaba el vuelo y siempre estaba agradecido por haber encontrado la forma de aprender a volar. No cesaba de contar sus historias y las de otros pilotos.

No me olvido que un día ayudó a encontrar mi cometa Olympus después de que unos niños la “tomaron prestada” cuando decidimos dejarlas arriba de la montaña por mal tiempo. !Gracias a él pude seguirla volando!

El era dueño de unos camiones y aveces mandaba a traerlos para recoger las cometas cuando no teníamos transporte. Era muy gracioso ver las cometas dentro de semejantes camiones, pero el hacía lo que fuera para que pudiéramos volar.

Un fin de semana en el parque del Neusa se organizó un festival de aviación deportiva con cometistas, paracaidistas, ultralivianos, globos y hasta aeromodelos. Yo me encontraba en Denver estudiando. Juanjo se inscribió, subió al sitio de despegue pero se dió cuenta que tenía un problema con su cometa. Con las cervezas y la emoción de la competencia no hizo el ajuste como debía. Al despegar entró en un fuerte viraje que lo hizo estrellarse de frente contra la montaña. Se dio cuenta que se había roto su pierna y empezó a pedir auxilio.

Subieron a recogerlo en una camioneta y bajaron para llevarlo al hospital. Pero debido a la des organización del evento toda la vía de salida estaba bloqueada por los carros de los espectadores. Desesperadamente salieron por una pequeña carretera que los condujo después de varias horas hasta el pueblo más cercano, pero Juan José no resistió y murió desangrado internamente.

La noticia me cayó tan fuerte que me puse a llorar. No podía creer que había perdido a quien sentía ya como un hermano. Los dos compartíamos tan de cerca ese sentimiento del vuelo más allá de esta dimensión terrestre.

Fue uno de mis más fuertes colaboradores en el club y quien más me motivó a seguir adelante cuando todo parecía desaparecer.

Siempre mantendré vivos esos recuerdos de esas aventuras de vuelo que compartimos y todo lo que disfrutamos de su chispa folklórica.

Juanjo… te dedico estas letras y todo mi libro… y ya sabes alla en el firmamento espiritual seguiremos volando juntos.


sábado, 14 de agosto de 2010

MARRANITO EN TURBO


Una tarde a mediados del 89 estábamos preparando el Twin Otter de la compañía ACES para despegar de Turbo.Esta es una pequeña ciudad en la costa norte de Colombia en el departamento de Antioquia.

Estaba de copiloto con el capitán Daniel Gutierrez, quien fue mi instructor de tierra, listos para despegar. Era una pista pequeña en pasto con partes destapadas. Pero el Twin Otter era especial para este tipo de pistas.

Hablando del famoso "chiste del marranito", parece que esta historia fue una premonición para lo que estaba por suceder pero con algunas diferencias.

El capitán estaba haciendo esta vez el despegue…menos mal pues con mi escasa experiencia no hubiese reaccionado tan rápido como él lo hizo.

Iniciamos la carrera de despegue y el avión aceleraba furiosamente por la pista. De pronto un poco antes de despegar se encendió, en el panel de advertencias, la luz de la puerta de pasajeros indicando que estaba mal cerrada. Yo no alcancé a “cantar” el problema cuando él capitán ya estaba cortando la potencia y aplicando los frenos con una velocidad que me dejó sorprendido. Algunos pasajeros gritaron asustados ante tremenda frenada. Pero Daniel enseguida por el parlante los calmó diciéndoles que solo era la puerta.

Paramos en medio de la pista y le dije que si quería yo iba atrás a revisar. Me dijo que me quedara en la cabina pendiente de los motores y que él iba a ajustar la puerta y de una vez revisar el sistema del interruptor que parecía estaba fallando.

Los pasajeros curiosos observaban como Daniel abría y cerraba la puerta. Pienso que más de uno podría haber pensado, “!Que tal que se hubiese abierto en pleno vuelo!”. Regresó a la cabina y continuamos el carreteo hacia el final de la pista pues al ser muy angosta no teníamos espacio para virar en ese punto. El final de la pista era un círculo con buen espacio para dar la vuelta.

Al acercarnos al final el capi Daniel señaló un marranito que entró al círculo corriendo de un lado hacia el otro. Nos adelantamos un poco pero el marranito asustado empezó a correr en círculos delante del avión como buscando una salida.

Tuvimos que parar y esperar a que el marranito se decidiera a salir. Enseguida acordándome del chiste del marranito hice el gemido... – !Ouiggg!, !Ouiiigggg! y enseguida Daniel se atacó de la risa y yo también.

El marranito ya había salido y los dos todavía no parábamos de reírnos. Creo que fue uno de los momentos más agradables y divertidos que disfruté en ACES además que fue el único incidente donde tuve la experiencia de un despegue fallido real (Rejected Takeoff).

Dedicado al capi Daniel Gutierrez quien fue capitán en la aerolínea carguera TAMPA y ahora es capitán en la empresa AVIANCA de Colombia y con quien en el año 2011 tuve la fortuna de reencontrarme en Miami y recordar esta historia... para volvernos a reir otra vez.



viernes, 13 de agosto de 2010

¿DONDE ESTA DAVID?


Continuando con David, me acordé de otra gran historia con él en nuestro deporte del vuelo en cometa o deltaplano.

Llegó el gran día de la graduación como piloto de ala delta para Guillermo, Carlos Iván y David. Aunque David era el que menos experiencia tenía, logró convencerme de que podía graduarse con su primo en el gran vuelo de Neusa al haber completado todas las maniobras que le había asignado casi en tiempo record en la montaña intermedia de Suesca.

Esa mañana mi intuición casi “síquica” me llevó a repasar un poco más con él los procedimientos de emergencia en caso de un “arborizaje” o aterrizaje sobre los árboles en caso de que no alcanzara el potrero de aterrizaje.
El estaba feliz pues habían venido a observar su vuelo su padre su madre y sus hermanas. Yo me quedé esperándolos abajo para ayudarlos por radio en sus maniobras de aproximación.

Primero voló Carlos Iván y tras un bello y largo vuelo aterrizó con precisión dentro del área asignada. Todos salimos corriendo a abrazarlo y a felicitarlo mientras lo rociábamos con champaña. David despegó y parecía mantener muy buena altura y un rumbo constante hacia nosotros.
A mitad de camino empezó a hacer un lento viraje hasta que completó un círculo horizontal completo. Ahí me empecé a preocupar pues habíamos quedado que el vuelo iba a ser en línea recta. Pensé que debido a su gran habilidad y el poco tiempo en que había aprendido estaba sobre confiado y en medio de su emoción había decidido hacer esta maniobra.

Pero la realidad era otra. Estaba perdiendo el control lentamente después de que una corriente térmica levantó su ala. En vez de corregir decidió continuar el viraje entrando poco a poco en una larga espiral mientras que la térmica y su turbulencia lo confundían más y más. Empezó a perder altura y cuando por fin se niveló estaba ya muy bajo, lejos del área de aterrizaje y rodeado de un tupido bosque. Antes de que arborizara yo ya estaba organizando el rescate.

Tranquilicé a sus familiares explicándoles que el sabía como caer en los árboles y que la maniobra no era peligrosa para él. Pero dentro de mí sentía esa preocupación al ver que mi alumno enfrentaba una emergencia.

Subimos en dos carros hasta llegar cerca al área donde lo avistamos por última vez y nos lanzamos a la búsqueda. Toda su familia estaba metida en aquel bosque de altos matorrales y eucaliptos gritando. – ¡David!, ¡Daviiiiiid!, me parecía ver el cuadro de un pequeño niño que se había extraviado y toda su familia salía a buscarlo y esto me empezaba a causar mucha gracia. Más se que no era nada gracioso para su familia.

Su padre de pronto escuchó, – ¡Aquí estoooy–! y logró encontrarlo en un pequeño claro, se abrazaron y se pusieron frenéticamente a bajar la cometa del árbol. David me contaba que parecía que hubiese sido su padre el que se había accidentado por lo nervioso que estaba.
Afortunadamente siguió al pie de la letra el procedimiento de emergencia y no tuvo ni un rasguño aparte de los que se hizo bajando la cometa.

Recuerdo que él me hacía reír mucho con su gran sentido del humor y ese día creo que me asombré al verme a mi mismo riéndome de lo que sucedía en vez de estar preocupado y echando “pestes y madrazos”.

David es un gran pianista asi como su primo y con él aprendí varios temas en piano. Era muy divertido enseñarle mientras entrenábamos en el sitio de aprendizaje.

Donde quiera que estés, David, gracias por tan intensas y divertidas experiencias.


jueves, 12 de agosto de 2010

LAS ALAS DE ACES


Era Mayo de 1989. Una vez teníamos nuestra soñada licencia del avión de la compañía en nuestro bolsillo teníamos que continuar con el proceso para poder seguir en la empresa donde exigían un periodo de prueba de tres meses como copiloto.

Un día sin ceremonia alguna me llamó la secretaria para que recogiera mis alas de la empresa. Ese momento lo había soñado por toda una vida y para ellos estas alas eran simplemente un “documento de identidad” que debía usar en mi camisa y saco.

Cuando las recibí en la mano me quedé mirándolas y sentí una alegría infinita de haber logrado uno de mis grandes sueños, obtener a si sea condicionalmente, las alas de una aerolínea de Colombia. Veía esas alas como un gran tesoro!




Nos mandaron a conseguir el uniforme y llegó así también otro día soñado, verme ante un espejo con el uniforme completo, mis alas brillando en el saco negro con los soñados tres galones dorados en la manga.

Dediqué un minuto en el espejo para recordar todos los sacrificios y obstáculos que había saltado para por fin llegar a este momento. Miré hacia arriba y di gracias a Dios.

Madrugué como a las cuatro de la mañana para esperar una camioneta que hacía un recorrido para recoger tripulantes. Me sentía extraño saliendo de la casa todavía a oscuras como un ladrón y más extraño todavía subiéndome a una camioneta con mi uniforme. Todo parecía irreal.

Aquel día gocé mucho la sensación de estar en la rampa del aeropuerto sintiendo el aire fresco de la madrugada y aquel olor a queroseno quemado que provenía de uno de los Twin que estaba en prueba por los encargados de mantenimiento.

Por fin estaba disfrutando lo que tanto había estado esperando. Preparé el avión de tal forma que estuviera listo para cuando el capitán llegara pudiéramos abordar ya los pasajeros.

El primer vuelo fue a un pequeño pueblo llamado Urrao relativamente cerca a Medellin. Cuando estábamos aproximando, el capitán tomó el mando diciéndome que esa pista era un poco complicada y el iba a aterrizar.

Yo empecé a buscar la pista pero no la encontraba. Y el capitán me dice  – Ni se saque los ojos buscando la pista que no la va a encontrar. La pista es ese potrero al lado del pueblo! – Y con los ojos bien abiertos observaba como el capitán aterrizaba en esta pequeña pista.

Cuando parqueamos para dejar los pasajeros abrí la ventanilla del avión para disfrutar de este bello pueblito rodeado de montañas.

Volamos luego a otros pueblos donde hice mis primeros despegues y aterrizajes con pasajeros. Ese día sentía que cada vuelo era un regalo y disfrutaba cada momento cuando tenía mis manos y pies en los controles de este magnifico avión: DHC-6 De Havilland Twin Otter.

En pleno vuelo a veces veía mis alas doradas reflejándose sobre el vidrio de los instrumentos. Era el reflejo de un sueño hecho realidad.


 Estrenando uniforme cuando regresé a Bogotá con Cony,
 Miguel y la perrita Cicciolina, mi primer matrimonio.

Celebrando mi entrada a ACES.

miércoles, 11 de agosto de 2010

HORROR


A finales de los 80 estaba con Carlos Iván (el protagonista de la historia “Se lo tragó la ciudad”) y con su primo David en una de las sesiones de entrenamiento de vuelo en cometa (Deltaplano) en un nuevo aprendedero cerca de Madrid. Usábamos una cometa llamada Cúmulus.

Ya se encontraban en la parte alta de este sitio, a unos 40 metros de altura sobre el sitio de aterrizaje.
Después de unos dos vuelos de Carlos Iván, David se preparó para despegar. Todo parecía excelente para un buen vuelo. Despegó y un poco de viento extra lo subió más de lo esperado.

Por el radio le dije– No importa que este alto, colóquese en posición de aterrizaje y pique (halar la barra) al máximo. – Al cambiar de posición soltó antes de tiempo su lado derecho induciendo a la cometa a un fuerte viraje a su izquierda.

Lo que siguió después creo que ha sido la escena más horrorosa que jamás había visto en mi vida. La cometa se inclinó tan fuerte hacia la izquierda que empezó a precipitarse a tierra con mucha velocidad en una posición que de impactar la tierra de seguro mataría instantáneamente al piloto. Le grité, – ¡Estoleeee yaaa….yaaa!!! Colisiooon!! – . Pero la cometa caía sin remedio hacia el piso. Instintivamente solté un grito de horror, –NOOOOOOO!!!– Como negando lo que mis ojos predecían era una violenta y fatal estrellada.

De repente, justo antes de impactar, David empujó fuertemente la barra logrando que a último momento la cometa volviese a levantar vuelo, sacando una línea de polvo con la punta del ala izquierda. Entró en un stall (pérdida) y cayó otra vez pero a muy poca velocidad golpeándose contra la barra de control pero sin ningún daño físico. Yo todavía estaba paralizado en negación y me arrodillé como si acabara de presenciar un milagro. Simplemente se había acabado de salvar David gracias a su rápida maniobra.

Recogimos el equipo mientras que Carlos Iván se cambiaba su overol de vuelo por un elegante vestido blanco y negro. El era el percusionista de un grupo coral que se presentaba esa tarde en la sala de conciertos de la Universidad Nacional en Bogotá y donde coincidencialmente también mi madre cantaba.

Nos sentamos con David a observar el espectáculo pero mantenía su mirada como perdida. – Todavía no se que fue lo que me ocurrió….siento como si no estuviese aquí... – Me decía.
Creo que en un universo paralelo el no estaría vivo y yo estuviese viviendo una historia de horror. Gracias a Dios no fue así y pudimos disfrutar de la presentación.

Cometa Cumulus 5B de la Eipper Formance del año 1977 similar a la que volábamos en esa época.


martes, 10 de agosto de 2010

PARA BARRANQUILLA


Al final del curso de tierra en ACES (1989) nos mandaron de a dos al entrenamiento de vuelo en Barranquilla con el capitán Muñoz para así poder sacar la licencia de copiloto de multimotor ante la aeronáutica civil.

Viajamos primero Jairo Solano y yo por haber obtenido los dos primeros puestos.
Llegamos al hotel y nos pusimos a estudiar hasta que nos cansamos. Llegó la noche y dijimos, – Lo que sabemos ya lo sabemos y no creo que nos entre nada más… excepto una cervecita. – Salimos al bar, pedimos un par de cervezas y nos pusimos a contar anécdotas de los vuelos de observador. Como siempre al final terminamos hablando de mujeres.

Al otro día por la mañana tuvimos el encuentro con el capitán Muñoz. Íbamos a volar en un avión que luego iba a ser usado con pasajeros y por eso el entrenamiento tenía que ser bien temprano o tarde en la noche.

Recuerdo antes de empezar, el capitán en el “briefing” me preguntó si era verdad que yo había estado en AVIANCA. Sabiendo que me arriesgaba con cualquier comentario por las envidias ocultas alrededor mio le dije que solo había tomado el curso de tierra y me habían echado. Le confirmé que en realidad estaba muy interesado en pertenecer a ACES.

Subí al avión y me sentí un poco intimidado pues era la primera vez que me sentaba en el puesto del copiloto de este avión. Creo que por decisión del capitán yo volé primero mientras que Jairo esperaba su turno en un asiento atrás.

En uno de los circuitos de entrenamiento me dijo, – !Usted esta volando como en la escuela! …!Aplique los procedimientos! …!Si sigue así lo devuelvo para Medellin! – Esto me hizo poner el estómago de hielo y rezaba para que no me fuera a sacar de la empresa tan pronto.

Logré hacer los despegues y aterrizajes de tal forma que el capitán me dejó continuar. Luego siguió Jairo y no olvido el pobre como sudaba tratando también de hacerlo lo mejor posible.

Cometí el error de no desayunar antes del vuelo sobre todo al haberme bebido una cerveza la noche anterior y esto combinado con lo que habia volado más las maniobras de Jairo me crearon una fuerte nausea. No tuve más opción que tomar una bolsa de mareo de los pasajeros y vomité varias veces. El capitán alcanzó a verme y riéndose me decía – !Compóngase que ahora sigue usted! !ja! !ja! – No podía creer que en pleno entrenamiento me estuviera pasando esto.

Hicimos varios vuelos de día y después por la noche. No se porque pero los vuelos nocturnos me fascinaron, tal vez porque me recordaban aquella vista tan surreal de las luces de la ciudad del simulador en Denver cuando estuve en AVIANCA.

Afortunadamente ambos pasamos el examen final y con esto ya podíamos sacar la licencia para poder trabajar en la empresa. Regresamos a Medellin en un vuelo de ACES para así ir luego a Bogotá y hacer todos los papeles con la aeronáutica civil.

Había culminado una fase y empezaba otra en mi carrera de piloto.



lunes, 9 de agosto de 2010

LOOP


Despegaba en cometa (Deltaplano) hacia el otro lado de la montaña de Chía hacia el valle de Tenjo (Al norte de Bogotá en los años 80).

Llevaba en mi mente la idea de hacer alguna acrobacia extrema. Ya había estudiado la teoría de cómo hacer un “loop” o círculo en el plano vertical.
Es una maniobra que si no se hace bien se puede terminar en catástrofe envuelto en una maraña de tubos y vela si se sobrepasa el límite de esfuerzo de la estructura.

Sabía que tenía la altura apropiada en caso de tener que usar mi paracaídas de emergencia.  Casi sin pensarlo empujé la barra al máximo induciendo la vela a una pérdida total. De inmediato la nariz bajo y empecé a caer. Solo tenía delante de mí al planeta tierra al quedar cometa y piloto mirando completamente en la vertical. La velocidad se fue incrementando más y más, hasta que ya la barra me pedía con bastante presión que deseaba subir.

Me acuerdo el silbido fuerte del aire. Sabía que debía soltar presión suavemente y así lo fui haciendo. Empecé a ver el horizonte otra vez pero la cometa quería seguir y seguir subiendo. Seguí soltando hasta que empecé a ver solo cielo. Cuando ya estaba mirando completamente hacia arriba sabía que venía la parte más delicada. Empujé la barra al máximo y sentí como la velocidad disminuía al quedarme poco a poco sin energía al tope del círculo.

Mantuve la barra totalmente empujada y pude sentir como mi vientre, todo mi cuerpo y la parte inferior de la cometa daban la cara completamente hacia el cielo. ¡Que sensación más maravillosa! Era como pasar al otro lado de un espejo, como pasar al otro lado de esta dimensión.

Mi arnés perdió un poco de presión indicándome que estaba en el tope máximo del círculo y comenzaba a descender. Empecé a ver de nuevo la línea de la tierra aparecer sobre mí y de nuevo mis sentidos empezaron a reaccionar ante la caída. Mantuve la calma mientras la cometa ganaba otra vez velocidad. Sabía que debía ser muy suave halando la barra de regreso para volver a acumular presión.

Aproveché esta velocidad para hacer unos virajes a más de noventa grados o “wing overs” que culminé ya cuando la altura de seguridad me decía que era suficiente y debía prepararme para el aterrizaje.
Lo hice! Lo logré!!

Este fue el único loop que hice y con él…mi entrada y salida a otra dimensión.


Ala Delta en la parte superior de un "Loop".

domingo, 8 de agosto de 2010

EL CHISTE DEL MARRANITO


Durante el entrenamiento para copiloto en la aerolínea ACES (1989) cada uno buscaba la forma de disipar su tensión nerviosa y un día se me ocurrió inventarles un chiste para relajarnos un rato.

Era “el chiste del marranito”. El chiste decia que en uno de los vuelos de ACES, en el avión Twin Otter, en un pueblito perdido en la selva, un campesino quiso llevar su marranito a escondidas pero no se lo dejaron llevar a bordo.

Fue y le rogó al capitán quien por fin accedió pero con la condición de que lo llevara atrás envuelto en una manta para que pareciera un bebe. Durante el chiste les hacía el gemido del cerdito, “ouigg, ouigg”, y con eso ya se empezaban a reír.

El campesinito sube con su “bebe” envuelto en una manta y se sienta en el último asiento como le había dicho el capitán. Les voy diciendo toda la conversación de los pilotos con la torre y de vez en cuando les suelto el gemido del cerdito.

El capitán pone full potencia para el despegue al inicio de aquella corta y maltrecha pista . A medida que el avión va tomando pista y se sacude debido a lo irregular de la pista, el cerdito va aumentando sus gemidos, “Ouigg, oouigg, ouigg!!”.

De pronto el copiloto detecta un problema justo antes de despegar, “!Capitán, sobre temperatura en el motor dos!”. El capitán de inmediato lleva los aceleradores atrás y pisa los frenos al máximo para no salirse de la pista. El pobre marranito sale despedido hacia el frente gritando, “!Ouiiiiiiigggg!” y va a dar justo a los pedales del capitán quien grita asustado, “!Sáqueme ese jueputa marrano de aquí!” Mientras que el pobre marranito brinca y brinca, “!Oiuiggg, ouiiiigg!”.

 Al final del chiste había varios ya cansados de reirse. Con eso soltábamos todo lo “atrancado” que teníamos por dentro. Nos divertíamos bastante cada vez que encontrábamos la ocasión.

Recuerdo que Jorge Cipagauta de vez en cuando me decía, – Carlos, Carlos, eche otra vez el chiste del marranito. –  También les hacia  los ruidos de la turbina del avión con la hélice rotando cuando se inicia el motor y un día practicamente me obligaron a que hiciera este sonido en plena clase con el capitán Daniel Gutierrez. Una vez terminé el sonido todos se echaron a reir y el capitán me dijo  – Oiga, usted si es muy “charro” –  . No tuve más remedio que reírme yo también.




sábado, 7 de agosto de 2010

NOCTURNO


Una tarde de luna llena logramos con Edgar Hazbón unirnos a Mauricio Tovar y Paul Andrade, dos expertos pilotos que habían decidido subir a la montaña donde volábamos sobre un centro comercial al norte de Bogotá llamado Unicentro que para esa época, en los años 80, tenía detrás un gran potrero donde podíamos aterrizar.

Le pedí prestada, a Gabriel Leal (el de la historia del rezo llanero), una cometa alemana súper ligera llamada “Highster” que él tenía,  para intentar con ellos el vuelo de este sitio al que llamábamos "el vuelo de Unicentro".

Despues de una fuerte subida llegamos al sitio de despegue y armamos las cometas. Yo estaba nervioso con la nueva cometa pero Gabriel me dio una buena instrucción básica sobre el despegue, vuelo y aterrizaje con este nuevo aparato.

Gastamos mucho tiempo subiendo y preparándonos para el despegue y por lo mismo nos alcanzó la puesta del sol. Al mismo tiempo quedamos rodeados de nubes que nos impedían despegar. El efecto óptico de la nube hacía que las luces de la ciudad nos hicieran creer que todavía había luz del atardecer delante de nosotros.
Edgar bajó unos metros por la montaña y me dijo que la base de la nube estaba subiendo un poco - Carlos! O despega ya o se queda sin volar porque el techo sigue bajando!-

Yo ya estaba listo colgado de la cometa y decidí despegar primero en desacuerdo con los otros cometistas que me decían que esperara. Tomé una fuerte y larga carrera hasta que la Highster me levantó entre la niebla. Piqué al máximo para bajar y salir de la nube. Lo que siguió después fue uno de los momentos más espectaculares que he tenido.

De la tenue luz de la niebla que parecía ser del atardecer apareció debajo mío un millón de luces de la ciudad rodeadas por la oscuridad completa de la noche. Me quedé sin aliento ante tan impresionante y bella sorpresa…fue como un brusco cambio de dimensión!

Enseguida me situé y empecé a volar hacia la zona de aterrizaje. Por coincidencia pude avistar la casa de Gabriel y empecé a volar encima.
Pude ver a una chica subiéndose a un carro, vi personas conversando y me sentía espiando en su privacidad pues ni se imaginaban que estaba justo sobre ellos como un espíritu travieso nocturno.

Di otro viraje sobre la ciudad divisé un parque de basketball donde jugaban varios muchachos. Les grité fuerte… – ¡Oigan… me dejan jugar?! – Uno de ellos empezó a mirar a todos lados buscando de donde provenía la voz.

Viré otra vez y cuando volví a estar sobre ellos vi como uno de ellos me señalaba con su mano y les mostraba a sus amigos al nocturno cometista. Fue muy divertido.

Pensé que por falta de luna llena no iba a ver el potrero, pero las luces de la ciudad alumbraban la base de la nube y estas a su vez me regalaban una tenue luz que me dejaba ver bien la zona de aterrizaje. Hice mi aproximación y afortunadamente tuve un buen aterrizaje.

Comenzó a llover y pensé que los otros dos cometistas, Mauricio Tovar y Paul Andrade no se iban a animar a despegar, pero para mi sorpresa, escuché el silbido de sus cometas atravezando el cielo nocturno sobre mí como si fueran dos extra terrestres. Aterrizaron un poco fuerte pero estaban contentos de haberlo logrado. Decían… – ¡Ahhh nooo, no nos íbamos a quedar con las ganas!! – .

 

viernes, 6 de agosto de 2010

VUELO DE OBSERVADOR



Para inicios del 89 iniciamos el curso de tierra de ACES en uno de los salones del aeropuerto Olaya Herrera. Todos al principio estábamos bastante nerviosos pero poco a poco a medida que nos relacionábamos comenzábamos a hacer bromas y a relajarnos.

Algo que nos dejaba completamente callados era cuando la hermosa y sexy Rosita, la secretaria del jefe de pilotos, entraba al salón a dejar algún documento al instructor. Entraba con sus tacones altos y vestido ceñido a la cintura, sonriendo, llena de orgullo sabiendo que todos estábamos con los ojos clavados por todo su escultural cuerpo femenino. Por lo menos yo y varios más caímos perdidamente enamorados de ese “cuerpecito”.  Cuando ella salía del salón el instructor nos decía, – !Bueno despierten que ya es por la tarde! – Y todos soltábamos la carcajada.

Después de varios días llegó el tan añorado momento de volar como observadores en el avión. !Por fin contacto con el vuelo!
Nos dijeron que lleváramos uniforme pero sin las presillas de copiloto. Aquella madrugada viendo a mis compañeros colocándose su uniforme me sentía tan especial, era como si fuera a hacer un largo viaje. Todos estábamos emocionados como si por fin el gran día hubiese llegado.
 

Este es el Twin Otter de ACES con la pintura de esa época. Esta es la rampa del aeropuerto “La Nubia” en la hermosa ciudad de Manizales. (Cortesía de Luis de Aviacol.net)
 

Sección delantera de pasajeros del Twin. Esta es una foto reciente de un Twin de la aerolínea ADA de Medellín. Adelante se puede ver a los pilotos preparando el vuelo.
 
 
Cada uno fue asignado a diferentes vuelos. Nos sentábamos en el asiento del pasajero mas cercano a la cabina para así poder observar y seguir el vuelo lo más cerca posible.
Mi primer vuelo de observador fue también mi primer vuelo en este tipo de avión. Estaba tan contento de volar otra vez. Entre vuelo y vuelo nos reuníamos en el aeropuerto con los compañeros para contarnos la experiencia de cada uno.
Recuerdo que un pasajero me preguntó en pleno vuelo porque hablaba tanto con los pilotos. Le respondí que estaba estudiando para ser copiloto de la empresa y me dijo. !Oiga, se necesita tener las bolas de acero para “manejar” esta vaina! !No le da miedo?! – Yo solo me reía.

Continuamos con los vuelos y al mismo tiempo con el curso de tierra. El capitán Daniel Gutierrez fue uno de los instructores con quien me la llevaba muy bien. El se dio cuenta por mi modo de escribir en los exámenes que yo había estudiado antes ingeniería mecánica pues el también era ingeniero mecánico. Además supe que también le gustaba la aviación deportiva.

Continuamos así con el curso hasta que llegó el momento del examen final escrito. Recuerdo que andábamos con el libro bajo el brazo hasta para ir al baño.
Yo sabía que me iba a ir bien y también sabía que a mis compañeros les iba a ir bien pues habíamos estudiado bastante.  Jairo Solano sacó el primer puesto, seguí yo con el segundo. Nelson, Jorge y, Edgardo sacaron también muy buenas notas. Unos compañeros no pasaron el curso y me dio pena por ellos especialmente por Enrique Villegas con quien había hecho muy buena amistad.

Venía ahora el entrenamiento del avión.

jueves, 5 de agosto de 2010

ÁGUILA

Un día, a mediados de los 80s, manteniéndome en el Neusa con unas excelentes condiciones de viento empecé a notar que algo colgaba del ala derecha de mi cometa.

Por un momento pensé que tenía una de las costillas de la vela suelta y colgando. Pero era una hermosa e imponente águila andina. Volaba con increíble precisión justo debajo de la punta del ala derecha. No solo me sorprendí sino que quedé asombrado de tan bello espectáculo.

Le empecé a hablar y a hacer pequeños juegos de cambio de posición de vuelo. Pero se mantenía pegada al ala como una sombra y cada vez que le hablaba viraba su pequeña cabeza y clavaba su mirada en la mía con esos grandes ojos de color amarillo intenso. Todavía recuerdo sus ojos como me miraban de forma amenazante.

El juego se convirtió en susto cuando al cabo de unos diez minutos de volar juntos vi como se colocó en posición invertida y sacando sus garras empezó a tratar de morder el borde de la vela. ¡Ella no estaba jugando! ¡Estaba furiosa y quería atacarme!

El mensaje era claro, quería que me fuera de su territorio. Luego supe que ya había atacado a varios cometistas pues tenía cerca su nido.

Cuando aterricé mis amigos me dijeron que habían notado que algo colgaba de mi ala y les conté la historia de esta hermosa águila que nunca olvidaré.