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miércoles, 19 de enero de 2011

MECANICOS DE AVIACION


Aquellos días de inicios del 99 trabajaba como auxiliar de mecánica de aviación en el aeropuerto de Opalocka al norte de Miami. Hice varias amistades entre los mecánicos y entre ellos había algunos que les gustaba también la faceta del vuelo.

A varios de ellos les había ofrecido rentar el avión para hacer un vuelo con Aeropaseos. En este taller habían bastante colombianos barranquilleros y también bastantes peruanos. Un día, Victor, uno de mis amigos peruanos me sorprendió cuando me dijo que quería rentar el avión y llevar a sus tres hijos y a Manuel, un amigo que también trabajaba ahí. – ¡Waooo! ... ¡Pero tendremos que hacer dos vuelos! – le dije.

Para estos días había entrado a un pequeño aeroclub donde podía rentar de forma mas cómoda un bello avión Cessna 172XP (con potencia extra). Me gustaba mucho pues tenía un buen acabado interior y exterior.

Llegué al aeropuerto North Perry y con una llamada los guié para llegar al sitio de encuentro. Nos sentamos en el restaurante May Day y mientras les explicaba los detalles de seguridad del vuelo nos tomamos unas sodas con papitas fritas. El día estaba espectacularmente brillante y afortunadamente no hacía mucho viento. Los llevé a la rampa y aprovechamos para tomar algunas fotos.


Aquí estoy preparando el famoso Cessna N172GR. Al que yo llamaba
"El romeo del golfo" por sus letras GR (Golf-Romeo). Esta foto
 me  gustó tanto que la elegí para la portada de este libro


Aquí está la vista exterior de este bello avión Cessna 172 XP(Extra Power).


Aquí están mi amigo mecánico Victor con sus tres hijos, Alvaro,
Arthur y Pámela . ¡Mis pasajeros peruanitos!

Aquí estoy con Manuel nuestro otro amigo mecánico a quien llevé en el segundo
 vuelo. Me sentía muy orgulloso de poderlos llevar en este hermoso avión.

En el primer vuelo llevé a los tres muchachos y planeamos ir en el segundo vuelo con su padre Victor y con Manuel. Mientras preparaba el avión sentí una pequeña angustia en mi garganta al darme cuenta de la gran responsabilidad de tener en mis manos la seguridad de sus tres hijos.

Inicié el avión y poco a poco ellos iban rompiendo el hielo mientras se acostumbraban a la nueva sensación de estar en este tipo de avión. Despegué con el acostumbrado – ¡Iajuuu! –, seguido por sus exclamaciones de alegría al despegar del planeta y sumergirnos en el océano del aire.

Recorríamos la playa de Miami Beach y los vi disfrutando en grande tomando fotos y devorando con sus miradas cuanto detalle descubrían bajo el avión. Al volver traté de alargar un poco el vuelo sobre la playa acercándome un poco más al aeropuerto internacional de Fort Lauderdale. Calculé mi viraje para no entrar en su espacio aéreo.

Todos nos deleitamos viendo de cerca sus grandes pistas y los grandes aviones jet que estaban parqueados allí. Inicié mi aproximación al aeropuerto de Hollywood y pronto supe que acababa de cometer una infracción de transito aéreo.

Me llamó el controlador de Hollywood y me preguntó porque había violado el espacio aéreo de Fort Lauderdale. Le respondí que no había calculado bien y que le prometía que nunca mas volvería a pasar. Pamela, al lado mio pudo escuchar y entender todo lo que nos decían y me miraba con cara de asombro. Y me dijo en inglés – ¿Que pasó? – y le dije – Parece que no medí bien el viraje y alcancé a "morder" una pequeña área del espacio de Fort Lauderdale. – Enseguida miró hacia afuera confundida como tratando de entender el extraño mundo de vias y delimitaciones de las alturas.

Afortunadamente al no tener otros antecedentes no me pusieron una fuerte multa con la posible suspensión de mi licencia. Aterrizamos suavemente en Hollywood y después de parquear el avión nos dirigimos al restaurante donde estaba su padre charlando con su amigo.

Los chicos pidieron algo de tomar mientras le comentaban a su padre su aventura aérea. Luego hicimos el mismo vuelo con su padre y su amigo pero esta vez cuidando de no acercarme al área restringida de Fort Lauderdale.

Al llegar me agradecieron por los vuelos y cada uno tomó su carro rumbo a sus casas. Estaba un poco cansado pero feliz por haber logrado la aventura que un día era solo un proyecto de soñadores en un hangar de mecánicos de aviación.

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