Powered By Blogger

viernes, 21 de enero de 2011

PERRITO CALEÑO


En el año 99 vivía en un pequeño aparta-estudio dentro de una casa de una familia que había venido de Cali. Para feliz coincidencia esta casa estaba muy cerca del aeropuerto de North Perry de Hollywood. Esta familia me traía muchos recuerdos pues ellos dejaban la puerta de la casa abierta casi todo el día y la noche ya que constantemente recibían visitas de amistades tal cual como en nuestros países.

Bauticé esta casa " La embajada caleña". Era una familia muy amiguera y pasaba todos los días a saludarlos sin siquiera tocar la puerta. Hice buena amistad con uno de los muchachos y pronto supo de los vuelos que yo hacía.

Un día le propuse que fuera mi copiloto y que me consiguiera pasajeros para los vuelos de Aeropaseos. Llamó enseguida a uno de sus amigos y después de hablarle de la aventura aérea su amigo le respondió que quería ir con su novia y así logramos una parejita para el famoso "vuelo del amor" que hacíamos por la noche.

Me puse el uniforme y también le presté a él una camisa con presillas y corbata para darles a nuestros pasajeros una impresión más elegante.
Llegaron y nos subimos en los asientos de atrás de su carro. Pero, sorpresa. Atrás estaba sentado un pequeño perrito maltés.

Pensé que tal vez lo iban a dejar en algún lugar mientras hacíamos el vuelo. En el camino al aeropuerto la pareja se burlaba de mi amigo y le echaban chistes diciéndole que ni locos se iban a subir al avión con un copiloto tan loco como él. Me divertía con las colombianadas que hacian.

Esta vez ya había logrado tener acceso a la rampa con una clave especial en una de las puertas del aeropuerto. Cuando llegamos a la puerta a eso de las nueve de la noche y oprimí la clave en el receptor me sentí como un agente secreto entrando a un aeropuerto ejecutivo con pasajeros de alto rango.

Y en realidad esta fantasía tenía bastante de realidad pues a esa hora la torre ya había cerrado y no había casi nadie en este pequeño aeropuerto y mis pasajeros eran ahora mi prioridad en cuanto a las medidas de seguridad que debía empezar a tener en cuenta.

Entramos y me fascinaba ver que mientras avanzábamos alrededor nuestro en vez de carros teníamos aviones. Encontramos nuestro avión ligeramente iluminado por las luces de un hangar cercano y parqueamos al lado.

Saqué las llaves del avión y abrí las puertas para indicarles a nuestra pareja como entrar a los dos asientos de atrás. La chica salió del carro y enseguida salió el perrito detrás de ella. Para mi sorpresa el perrito se le adelantó y sin ni siquiera dudarlo brincó dentro del avión justo al asiento de atrás.

Me di cuenta que para ellos era simplemente normal que si pasaban de un vehiculo a otro el perrito siempre iría con ellos. Me puse a pensar en las regulaciones para llevar animales y otra cantidad de cosas pero enseguida pensé que por ser pequeño y bien tranquilo no debería haber ningún problema con llevarlo.

De todas formas les indiqué que debían sostener al perrito con sus brazos durante el despegue y al aterrizaje y cuidar de él durante el vuelo. Y con esto deje que el sabor de la aventura se apoderara de la noche.

Tuvimos un vuelo fabuloso por la playa y disfrutamos de las románticas luces de la metrópoli de Miami. Durante el regreso le enseñé a mi copiloto como mantener el rumbo mientras yo me encargaba de la altura. De nuevo le estuvieron echando bromas y nos divertimos mucho durante todo el vuelo.



A quien no sentí fue al perrito quien estaba muy juicioso sentado entre los dos. Ya al acercarnos de regreso para aterrizar me viré hacia atrás para recordarles que se pusieran su cinturón de seguridad y que sostuvieran al perrito. Pero me encuentro con la sorpresa que los novios estaban entrelazados en medio de un apasionado beso y justo en la mitad de ellos estaba el perrito mirándome con cara de – Yo aquí estoy juicioso... regáñelos a ellos. –

Aterrizamos muy suave pues no había nada de viento. De nuevo al abrir la puerta de los pasajeros, el perrito saltó del avión y se fue directo al puesto de atrás del carro como si eso lo hiciera todos los días.

Ya en el camino de regreso me fui acariciando al perrito y mirándolo pensaba que antes del vuelo yo estaba preocupado por su comportamiento allá arriba y no me imaginaba que iba a ser el pasajero que mejor se portó.

No hay comentarios.: