Powered By Blogger

jueves, 31 de marzo de 2011

EMERGENCIA EN MIAMI


Después de que pasé las entrevistas en la aerolínea Falcon Air inicié el entrenamiento para auxiliar de vuelo. Me fue muy bien en los exámenes y en las pruebas ante la autoridad aeronáutica FAA (Federal Aviation Administration). Llegó el dia de la graduación en abril del año 2000 y mi sueño de entrar otra vez al medio aeronáutico se hizo realidad.

Recien graduado de "Flight Attendant" (Auxiliar de vuelo)

Siempre que veía a Ammi, la auxiliar de vuelo que me ayudó a entrar, me detenía para darle las gracias y mandarle saludos a su esposo quien fue el intermediario con mi angelito en este verdadero milagro.

Pronto empezamos a volar las rutas de esta aerolínea en el Boeing 727 y todo el dia estaba en contacto con agentes del aeropuerto, agentes de carga de comida, mecánicos de vuelo, pasajeros y con nuestros jefes el ingeniero de vuelo, el copiloto y el capitán. Estaba feliz de estar de nuevo en mi mundo. Cuando regresábamos de algún vuelo sin pasajeros no desperdiciaba la oportunidad de pedirles a los pilotos que me permitieran ir en el puesto del observador atrás del capitán para disfrutar del vuelo con más detalle.

Cuando me encontraba con una tripulación conversadora les contaba sobre mi experiencia en este tipo de avión cuando estuve en Colombia en la aerolínea Avianca en entrenamiento para copiloto del B-727. Escuchaba de ellos también muchas anécdotas.

Volábamos a varios destinos en la zona de las islas del Caribe, Centro América, Venezuela y también hacíamos vuelos charter dentro de los Estados Unidos a grupos de turismo y a equipos de fútbol americano.  Cada vuelo era una aventura completamente diferente y traía nuevas anécdotas al mismo tiempo que iba enriqueciendo mis conocimientos como piloto.

Entre las muchas historias que tuve en esta aerolínea viene una a mi mente una muy especial y fue una emergencia que tuvimos saliendo del aeropuerto de Miami hacía Centro América.

Eran las dos de la tarde aproximadamente cuando estábamos abordando los pasajeros. Ese dia se me hizo interesante que no llevábamos el cupo completo de 110 pasajeros como solían ser estos vuelos y estábamos con unos 60 pasajeros aproximadamente.

Después de abordar las comidas calientes y los pasajeros cerramos las puertas, fui a la cola del avión y accionando una palanca en la pared subí la escalera trasera de este Boeing 727-200 mientras que se escuchaba ese delicioso silbido de los motores iniciándose.

Pasamos a nuestros lugares en el pasillo para hacer la demostración del uso de los chalecos salvavidas y la señalización de las salidas de emergencia. Lo que nunca se me pasó por la cabeza es que dentro de poco iba otra vez a hacer la misma demostración con los pasajeros prestando mucha más atención.

Pasamos a nuestros puestos asignados. Yo estaba sentado atrás en un asiento doble con una hermosa compañera de trabajo. Nuestros pilotos llevaron el avión hasta la cabecera de la pista 9 derecha para despegar en dirección Este hacia el océano Atlántico para luego virar a la derecha hacia el sur Oeste.

Iniciamos la carrera de despegue. En mi puesto podía sentir el rugido de los tres motores 1 y 3 que se encontraban a cada lado y el motor 2 justo arriba de nuestra silla. Me fascinaba sentir la presión de la aceleración de este maravillosa máquina tomando pista para vencer la gravedad que nos ataba al planeta. La nariz subió y pude sentir como nosotros en la cola bajamos ligeramente mientras el avión rota y se transfiere todo el peso del avión a las alas.

Enseguida vino esa sensación en el estómago de presión hacia arriba justo en el momento en que nos liberábamos de la pista. Vino ese sonido del tren de aterrizaje acomodándose dentro del vientre del avión y luego las compuertas cerrándose dejando enseguida solo el sonido del viento y las turbinas trabajando casi al máximo para seguir subiendo.

De pronto escuché a un pasajero murmurar algo que veía desde su ventana y mi instinto de piloto enseguida supo que lo que estaba observando ese pasajero no era algo normal.

Continuará...

domingo, 27 de marzo de 2011

LAS HISTORIAS DE ROBERTO CONTI (22a parte)

DE PATAGONIA CON AMOR (Continuación)

Sacaron de un pequeño hangar un hermoso y reluciente B-18 y tomaron vuelo hacia la cabaña.







 Durante el vuelo Marcelo le contó a Ernesto de sus vuelos de reconocimiento rasantes que hacía en la segunda guerra en las selvas africanas.

Una vez estaban cerca de la cabaña Marcelo maniobró para bajar lo más cercano a la copa de los árboles y Ernesto apretándose el cinturón y abriendo sus ojos le dijo, - Oye Marcelo no tienes que tomarte tan en serio lo del vuelo bajo. – Tranquilo Ernesto que tengo más experiencia que Conti en vuelo bajo, ja,ja. – No me lo nombres que ahora debe estar en brazos de mi Solange, maldito desgraciado “tenientucho”. –

Al estar ya casi encima aceleró y se inclinó a la derecha para que ambos pudieran divisar la cabaña. Se alejaron y Marcelo dijo - Esos pobres se han debido pegar el susto de sus vidas. – Ernesto mordiendo un cable le dijo, - Pasa otra vez que quiero ver a ese tenientito y maldecirlo en su cara - Y le responde Marcelo, - Acaba de subir el precio del vuelo por darme órdenes no acordadas, je, je. –

Pasaron de nuevo pero esta vez más lento. Ahí estaba el Land Rover y yo sin camisa. Ernesto pegó la cara a la ventana y gesticulando con el puño sobre su cabeza me gritó como si pudiera escucharlo - ¡Ya te cogeré por el cuello maldito desgraciado y me vas a escuchar cuando nos veamos! –

Bianchi riéndose de Ernesto hizo secretamente la maniobra de saludo para dejarme pensando. Luego analizando con Solange pensamos en que Bianchi quiso despedirse amigablemente de nosotros en secreto.

Luego le dije a Solange, - Bueno mi amor, creo que esta interrupción de celos merece otro whiskey. – Te amo Roberto. – Me dijo dulcemente. Me abrazó y continuamos con nuestra romántica noche riéndonos por lo sucedido y contándonos toda clase de anécdotas.

Gozamos de nuevo de nuestra intimidad esta vez con más pasión al sentirnos por fin rodeados del silencio de la naturaleza y esas inmensas montañas australes.

Lo que continuó después con mi vida y la de Solange quedó impreso en las letras de la novela que escribí sobre nuestra hermosa historia en mi libro “La leyenda de Dos Laguitos” dedicada a mi gran amor… Solange.

Solange


FIN



Con "Roberto Conti".

sábado, 26 de marzo de 2011

LAS HISTORIAS DE ROBERTO CONTI (21a parte)

DE PATAGONIA CON AMOR (Continuación)


Después de habernos amado intensamente seguíamos gimiendo de placer y llenándonos de caricias. Luego nos pusimos a conversar un rato y nos servimos una copa de whiskey observando la chimenea. Me dijo - Roberto, si deseas estropear el whiskey le pones hielo y arruinas el sabor. Los americanos inventaron el “On the rocks” pero mis primos de Escocia me enseñaron a tomarlo a temperatura ambiente. –

Y le dije - No importa como lo tome lo importante es estar a tu lado... me gustas mucho. – Luego Solange rozó mi espalda con sus senos y sentí de nuevo esa cálida sensación del deseo. Me viré boca arriba y ella se colocó encima de mí. Me miraba a los ojos y sonreía. Empecé a acariciarla y a gozar de su calor.

Ya estábamos entrando en nuestro mejor momento cuando de pronto un ensordecedor estruendo sacudió la cabaña. Del susto Solange me abrazó fuertemente - ¡Roberto por Dios que fue eso! – El espantoso ruido se alejó y enseguida mi oído de piloto reconoció el sonido de los motores de un avión.

Rápidamente me puse los pantalones y salí. Aunque era casi la media noche el verano austral brindaba todavía bastante claridad y pude ver la silueta de un bimotor que volaba muy bajo y viraba para acercarse otra vez.







En solo segundos y a solo diez metros pasó otra vez rasante un plateado Beechcraft B-18 haciendo retumbar hasta el piso. Fijé rápidamente la vista en el parabrisas derecho y pude ver una cara contraída de rabia mostrando un puño sobre su cabeza.

Enseguida grité con toda mi furia. – ¡Josdeputaaaa! – Luego el avión desapareció entre unas colinas moviendo sus alas de lado a lado. Extrañamente ese era un saludo amigable entre pilotos. Entré a la cabaña, abracé a Solange que estaba todavía muy asustada y le dije. – Era un avión y pude ver a alguien bastante enojado por la ventanilla. – Ella se quedó pensando y me dijo, - ¿Era un avión plateado con dos timones en la cola y con dos motores? – . – Si, era uno así. –

Solange puso una cara de rabia que nunca había visto en ella. – Ya se quien es...¡El idiota y engreído del Ernesto! El avión es de Marcelo Bianchi un hacendado muy rico que también tiene negocios con mi padre. Espera a que agarre a ese imbecil ¡No lo soporto! Solo el se ríe de sus propios chistes. Pero esta escena de celos le va a salir muy cara.–

En efecto le iba a salir cara. Precisamente al medio día Ernesto había pasado por Dos Laguitos y se había enterado de que Solange y yo habíamos salido a la cabaña. Lleno de celos le insinuó a Jim que iba a buscarla pero Jim sacó su escopeta, dio un disparo al aire y se interpuso en su camino cerrando el portón de salida en esa dirección. Escupió al piso y le gritó, - ¡Avanzas un “metrou” más y te vuelo los neumáticos! Ten cuidado “gai” esta es mi casa y nadie va a estar siguiendo a mi hija ¡Nadie! Ella no tiene ningún compromiso contigo “pendejou”. –

Ernesto se devolvió y tomó camino hacia la hacienda de Bianchi. Llegó frenando fuerte y levantando una polvareda. – ¡Marcelo! - Le grita Ernesto. – ¿Sabes lo que ha hecho tu vecinita Solange? Se ha ido a pasar la noche en la cabaña con el tenientito ese que cayó por aquí. ¿Qué te parece? Ella esta saliendo conmigo y no tiene que andar con el “nene” ese. Ella necesita un hombre como yo. –

Marcelo se queda mirándolo y le dice, - ¿Y para que me cuentas eso? Ella es ya mayor y saldrá con quien se le pegue la gana ¿No? Lo que estas es celoso ¡ja, ja! – Pero Ernesto le responde, - Quiero que vayamos en tu avión y sobrevolemos bajo sobre la cabaña para dañarles la noche. – .
 –¿Tu estas loco? Mi avión no está a tu disposición, es caro volarlo y solo lo uso para las necesidades de la hacienda. –. – Esta bien Marcelo yo te pago por el vuelo y me lo descuentas del contrato de las casas nuevas. –.

 – Pero soy amigo de Jim y no quiero problemas con él. –. – Vamos Marcelo, el sabe que tu a veces haces vuelos rasantes. – . – Marcelo se sonrió y pensó - Este vuelo te va a salir más caro de lo que te imaginas, je,je. –

Continuará...

jueves, 24 de marzo de 2011

LAS HISTORIAS DE ROBERTO CONTI (20a parte)

DE PATAGONIA CON AMOR (Continuación)


Nos detuvimos más adelante para ver una manada de guanacos que pastaba pacíficamente y disfrutar por un momento del paisaje que la naturaleza nos brindaba. La abracé y pensé - Que regalo más bello me está dando la vida, no creo que pueda ser más feliz que esto. -

Continuamos el camino y me dio instrucciones de cómo preparar la chimenea en la cabaña cuando llegáramos para pasar la noche sin mucho frío. Me dijo que había pumas y que por precaución llevaba un rifle por si era necesario espantarlos. Pero al pensar que iba a pasar la noche con Solange enmudecí por un minuto y Solange me miró a los ojos -

Hey, Roberto tranquilo que ya soy mayor de edad y no hay problema con mis padres. Ellos no van a querer que me involucre con el primer hombre que se me atraviese. Además, teniente Conti, sacúdete la cabeza que tu no eres mi primera aventura. Tuve un novio llamado Ernesto que decidí dejar por que nunca me tomaba en serio y además es muy celoso y machista. Es arquitecto y a veces trabaja para mi padre. No me extrañaría que se ponga furioso si se entera que he salido contigo. Tu me gustas, me haces reír y me haces sentir confortable así que vivamos el ahora y no te preocupes por nada.–

Quedé un rato sin aliento por su sinceridad y amplitud de mente. Al cabo de una hora llegamos a un pequeño valle con un arroyo y al fondo una rústica construcción en piedra y troncos de madera. Atrás había un bosque que protegía la cabaña del frío viento predominante.


 
 
Llegamos a la cabaña, sacamos unas herramientas y con cuidado abrimos la puerta que estaba asegurada con viejos y oxidados clavos. Entramos y encendimos una lámpara de kerosene. Luego salimos para buscar madera y agua.

Al encontrarnos de nuevo en la cabaña le dije - Solange me siento en la mitad de un lindo sueño. – Ella sonrió y acarició mi mano. Moví una gran piedra que tapaba la chimenea para evitar que entraran animales y procedí a encender la leña que había traído.

Luego Solange entró con un radio portátil que trajo del Rover con el que podíamos escuchar música de la estación “Radio Gallegos” de la Argentina y tal vez alguna otra emisora de Punta Arenas si el tiempo lo permitía.

Encendí la radio y enseguida escuchamos a Paul Anca aullando… “You are my destiny…” y Solange dijo, - De seguro luego escucharemos al loco ese del Elvis con su Jail Rock y otras hierbas. Me fascina el Rock. Voy a poner un letrero afuera para invitar a todos los vecinos: !“Rock, whiskey y Solange”! ¡Siiiii! –

Enseguida Solange sacó la botella de whiskey y me la ofreció para que la abriera pero yo no aguanté más y la tomé por la cintura para besarla con pasión. - ¡Roberto!... ¡Como me gustan tus besos! –. Me levanté y le dije - Mejor cierro la puerta para que tus vecinos no nos interrumpan… mejor no pongas el letrero.

-Ya no me expliques más y ven a mí. – Me dijo. La cabaña estaba llena de calor y desesperadamente nos quitamos las ropas el uno al otro... ella se adueñó de mí, yo me adueñé de ella y así nos entregamos al amor.

Continuará...

miércoles, 23 de marzo de 2011

LAS HISTORIAS DE ROBERTO CONTI (19a parte)

DE PATAGONIA CON AMOR (Continuación)


Llegó el día y nos despedimos de los padres de Solange. Ella manejaba el Rover con mucha confianza pues conocía muy bien el terreno. Salimos del área de la hacienda y nos adentramos en la zona salvaje de estas lejanas tierras del sur. Vimos una docena de caballos salvajes y me comentó de su pasión por los equinos y como disfrutaba de domarlos para luego utilizarlos en la granja. A ella le fascinaba también acampar en medio de las pampas rodeada de los ruidos de los animales y de esta agreste naturaleza. A medida que ella hablaba yo no podía evitar ver como sus labios se movían con cada palabra. Y de pronto le dije - Solange detente. – Y me dijo - ¿Qué pasa, quieres hacer pipi? – No Solange, lo que pasa es que estamos hablando demasiado y… quiero besarte… tienes los labios más besables de toda la Patagonia.– Y como buena mujer práctica de campo me respondió. – ¿Porque no más bien esperamos a llegar a la cabaña y… prendemos el fuego para calentarnos?… ejem.– Pero después de mirarme a los ojos por unos segundos, detuvo el Rover, se recostó en mis piernas ofreciendo sus labios como una flor levemente abierta hacia mí. La besé con ternura y mi mano se deslizó acariciandola. Ambos empezamos a temblar de emoción. Y me dijo - Jovencito, mejor sigamos para evitar que nos coja la noche en mitad del camino.– Continuamos y de pronto en una curva nos encontramos con un hermoso espectáculo. Eran una manada de unos cincuenta guanacos.




No se movían porque de seguro era la primera vez que veían un carro y no sentían la necesidad de huir. Nos bajamos y al caminar hacia ellos para “pedirles paso” el guanaco más grande se acercó a nosotros en tono desafiante, nos dio la espalda, separó las patas traseras y lanzó un chorro de orina y excrementos. Y dijo Solange riéndose - Mira como la naturaleza tiene su idioma, el mensaje está claro... ¡No se acerquen más!

Nos montamos al Land Rover y poco a poco los rodeamos para continuar con nuestro camino.
Me fascinaba ver como le sacaba provecho a los cambios de transmisión del Rover. Manejaba con mucha soltura y me gustaba verla de cerca. De vez en cuando nuestras miradas se encontraban y ella se sonreía. Era una conversación sin palabras producto de nuestro magnetismo sexual. Nos adentrábamos cada vez más en terreno montañoso. De pronto al llegar a un alto aparecieron las majestuosas torres nevadas del Paine con sus rocas grises recortadas contra un fuerte cielo azul. No sabía si temblaba de frío o de la emoción ante tan bello espectáculo.

Continuará...
 

Torres del Paine, Chile.

martes, 22 de marzo de 2011

LAS HISTORIAS DE ROBERTO CONTI (18a parte)

DE PATAGONIA CON AMOR (Continuación)

Jim recuperó la caída inclinando el aparato hacia la izquierda para evitar mucha carga de gravedad en las antiguas estructuras del aparato. Comenzó nuevamente su ascenso hasta los cuatro mil pies, inclinó la nariz hacia adelante y tomando velocidad máxima subió la nariz y creí que íbamos a continuar con el círculo pero Jim al llegar al punto mas alto invirtió el aparato convirtiendo la maniobra en un “Immelman”, una famosa acrobacia de persecución en la guerra. Desde esa altura se podían apreciar en la distancia las montañas y los cinco lagos del Paine que Solange tanto me había hablado y me prometió llevarme un día. Jim hizo cuanta acrobacia recordaba de sus tiempos en la RAF impresionándome con su pericia.





Hizo las inclinaciones a la izquierda y derecha y eso significaba que me tocaba a mí volar. Era el momento de “matar el chuncho”… ¡El avión era mío! Traté lo mejor posible de sacarle provecho a los cien caballos de fuerza del pequeño motor con todas las maniobras que sabía y me ayudó la fuerte sustentación que las dobles alas generaban para hacer acrobacias y cerrados virajes. Luego le entregué el control a Jim y descendió en dirección a Dos Laguitos sobrevolando los galpones y casas en corto tiempo.

Pasamos entre dos árboles, sentó el biplano en la suave hierba del campo detrás de la granja y carreteó por un corto trecho hasta detenernos nuevamente frente al galpón de donde habíamos salido. Apagó el motor y empezamos a conversar animadamente sobre esta maravillosa experiencia. Me dio un par de palmadas en la espalda y me dijo - Hey “Robertou” que placer es volar ¿No es así? No hay nada que se compare con convertirse en un “pájarou”. Yo salgo siempre que puedo a volar… es mi terapia favorita. ¡Las mujeres no me comprenden! He querido que Solange aprendiera a pilotear pero nunca tomó interés. Quise después tener un hijo varón pero mi esposa tuvo complicaciones después del nacimiento de Solange y no pudimos tener más hijos. –

Y mientras guardábamos el avión Jim me dice, - ¿Roberto, porqué no te quedas con nosotros aquí en Dos Laguitos y tal vez con el tiempo compramos otro avión y hacemos verdaderas persecuciones entre los dos estilo “dog fights”? – Con esto Jim había tocado mi cuerda más alta y me excitó bastante la idea y su proposición, pero diplomáticamente decliné la oferta argumentando que por ahora estaba el caso pendiente de mi accidente y tendría que regresar pronto a la realidad con los abogados de la Fuerza Aérea en la capital. Jim me dijo que lo pensara y que después del juicio podía volver y que él me ensañaría todo lo relacionado con las múltiples tareas de la granja para que trabajáramos juntos. – Roberto, yo se que mi hija está muy envuelta contigo, y creo que ella estaría muy feliz si volvieras a quedarte en Dos Laguitos. –

Me sentía muy agradecido pero con un nudo en la garganta en una encrucijada sin salida pues tenía otras metas en mi vida que quería explorar y me daba pena desilusionar a tan buen hombre. Entonces agregué - Ten paciencia conmigo capitán Jim, es imposible para mí pensar en nada definitivo por ahora con todo lo que ha sucedido.

Luego en la noche Jim me invitó a tomar un whiskey– Roberto, me he dado cuenta que te la llevas muy bien con Solange ¿Cómo te sientes con ella? – ¡Uff! que pregunta tan directa Jim. Ella es una joven muy atractiva y a mi se me doblan las rodillas por ella. Me ha invitado a conocer el área de las Torres del Paine. Me dice que es un sitio bellísimo. – Mi mujer y yo estamos muy contentos de ver a Solange como se divierte con tus chistes e historias. Esas montañas son muy preciosas. Vayan en el Rover pues el camino y el tiempo varían mucho. Lleven también la cámara pues hay manadas de guanacos y otros animales. – . – No sabes cuanto agradezco tu hospitalidad Jim. Tengo ahora muchas dudas sobre mi futuro y ni siquiera he querido llamar a mi padre. –. – Bueno, no solo piensa en tus problemas sino en lo que realmente quieres para tu futuro de acuerdo a tus cualidades.-

Después de un par de días nos preparamos con Solange para nuestra gran aventura a Torres del Paine.

Continuará...
 

lunes, 21 de marzo de 2011

LAS HISTORIAS DE ROBERTO CONTI (17a parte)

Continuación...

Jim me dijo que abriera el maletín, mientras el iba a un cuarto. Dentro del maletín había un buzo, gorro de vuelo, antiparras, guantes y todo lo necesario para volar… y volar era lo único que me quedaba después de mi malogrado accidente en el T6. Luego Jim salió del cuarto ya vestido listo para volar y dijo, - Teniente Conti, lo “invitou” a volar en mi avión y creo va a gustarte “muchou”. Pero Solange y su madre me insistieron que no le hiciera caso - Roberto, ya has tenido una mala experiencia con tu avión para volver a arriesgarte en esa antigüedad, ¿No te parece? Además mi padre es un loco haciendo acrobacias. - Jim sonrió y se puso mas contento aun al oír ese comentario… Y le dije a Solange - Creo que tu padre y yo estamos cortados por la misma tijera y tenemos los mismos gustos…si yo no hubiera sido el loquito que soy para volar nunca nos habríamos conocido… ¿No es así Solange? La verdad es que debo salir a “matar el chuncho”, para despejar los malos espíritus y que mejor que hacerlo con Jim. -

Me puse todo el equipo encima y fui con Jim a ver la cabina trasera y los instrumentos del biplano.
El aparato tenía dos cabinas una atrás y otra debajo del ala superior. Pequeñas puertas daban acceso a cada cabina y una vez dentro Jim me pasó un pequeño paracaídas y una bufanda blanca de tela de paracaídas igual a la que colgaba de su cuello y me dijo sonriendo - Sin esa bufanda blanca no puedes subirte ni “voular” este avión. Yo pilotearé todo el tiempo hasta “yo hacerte” una señal, primero inclinando el avión hacia la izquierda y hacia la derecha y tu tendrás el control del avión. Cuando tú quieras que yo lo tome, repites esa señal y yo tendré los controles. -

Jim, como buen piloto y respetuoso de las reglas del vuelo, me dijo, - Tenemos que “walk around” el avión primero y chequear todo antes de salir a volar. - Y diciendo eso sacó una vieja tarjeta de chequeo y revisamos todo el avión. Lo ayudé a empujar el biplano fuera del galpón. Era fácil ya que era muy liviano. Luego me dijo - Robertou, dale un empujón a la hélice y yo en la cabina haré partir el motor accionando los magnetos de izquierda a derecha.-

El motor tosió primero y expulsando humo azul por el escape tomó altas revoluciones. Me sumergí en la cabina delantera que tenía una palanca conectada al piso y dos pedales debajo del panel en el cual había dos o tres instrumentos, todo muy simple. A mi izquierda estaban los controles del motor. El pequeño paracaídas me servía de cojín.

Respiré la pintura nueva del fuselaje y una mezcla de olor a madera y aceite de motor dentro de la cabina y pensé que era normal en un avión con tantos años en el bolsillo. Me amarré bien las correas de seguridad sobre mis hombros y cintura y le di a Jim la típica señal del pulgar.

Solange y su madre observaban desde dentro del galpón como el Gipsy corría velozmente hacia el oeste brincando y generando un alto zumbido, seguido por una gran polvareda. Jim aceleró a fondo y en segundos estábamos volando.





Sentía el viento helado en mi cara, todos los sonidos, vibraciones, silbidos de los alambres tensores de las alas y el crujir de la madera del biplano. ¡Me sentía vivo otra vez! Jim tenía el control y comenzó a ganar un poco más de altura.

El paisaje de la estancia me dio un veloz recuerdo de los últimos momentos antes del accidente. Sobrevolamos los galpones y ahí estaban, pequeñas, Solange y su madre saludando con sus brazos. Ellas solamente veían las cabezas de los pilotos en el rojo biplano con sus bufandas blancas al viento, un espectáculo digno de la primera guerra.

Otras personas salían corriendo al ver pasar el avión y algunos animales se alborotaban al escucharlo volar sobre sus cabezas. Jim se elevó bastante para hacer un par de rollos y luego continuó su ascenso hasta unos tres mil pies de altura. Levantó la nariz del biplano reduciendo las revoluciones del motor hasta que el aparato comenzó a vibrar al faltarle velocidad.

Empezamos a caer y nos invertimos hacia la derecha. Una vuelta, dos vueltas más cerradas y finalmente Jim inclinó la palanca hacia adelante y centró los pedales quedando el biplano en perfecta caída vertical acelerando hasta unas cien millas por hora con los campos virando alrededor nuestro. Gocé el fuerte silbido de la velocidad ¡Era mi ambiente, era donde quería estar!


Continuará...


domingo, 20 de marzo de 2011

LAS HISTORIAS DE ROBERTO CONTI (16a parte)

DE PATAGONIA CON AMOR (Continuación)


El capitán Rodriguez entró a mi cuarto y de un grito casi me para el corazón - ¡Teniente Conti! ¡No se ve muy bien el día de hoy! Usted esta muy de buenas de estar vivo y de que lo esté cuidando esta maravillosa familia. Cuando la señora Cameron y el médico decidan que ya está recuperado lo llevarán a la base donde le espera una corte militar por lo sucedido así que vaya preparando muy bien su defensa. - Y después de dar algunas vueltas caminando de lado a lado de la habitación con las manos atrás dijo - Bueno teniente Conti... me largo de aqui… buena suerte... ¡La necesitará! – Solange y su madre subieron sus cejas en respuesta al “sermón" del capitán. Le respondí llevando mi mano a mi frente - ¡Si mi capitán! – Y silenciosamente se retiraron todos de la habitación dejándome solo con mis pensamientos.

Me senté en la cama. Recordé el rígido trayecto militar de mi abuelo y de mi padre y después de esta “embarrada” mía de seguro mi padre no me iba a ayudar… ¡Ni en un millón de años! Para completar la tortura entraron los dos oficiales que acompañaban al capitán a decirme bobadas y a burlarse de mí. Los eché del cuarto para que me dejaran en paz. Sentía que mi vida llegaba a un brusco cambio y no sabía que hacer con mi futuro. Por lo menos sabía que tenía cerca a la preciosa de Solange.

Pasó una semana de la partida de los militares con el avión y ya podía caminar mejor. Mi cara mostraba solo unos cuantos moretones.
Una mañana Jim con cierto aire de misterio me dijo - “Robertou” ven conmigo al galpón quiero que veas algo que te va gustar. - Cerca al galpón Solange se acercó y me dijo - Roberto, no creo que estés listo para aventuras ahora, debes cuidarte más. -¿Qué aventuras? - Le dije. Jim me entregó un maletín y me dijo que iba a necesitar todo lo que había dentro. No entendía. Al abrirse los portones del galpón apareció ante mí un hermoso biplano de un rojo reluciente, con hélice nueva de madera barnizada y muy bien mantenido. Jim orgulloso y con cara de diablillo sonriente me dijo - !Te “presentou” mi “pelirouja” Clementina! Clementine era una novia que tuve en Inglaterra, pelirroja, flaquita y nerviosa como este biplano… ¡Ah! ¡Pero muy maniobrable! je, je. Este avión es un De Havilland Gipsy Moth del año 1926 y en uno como este volé solo por primera vez en la RAF. Por mucho tiempo pilotos en todo el mundo han seguido volando estos biplanos. Está cubierto con tela, tiene estructura de madera y metal y le he puesto un motor casi nuevo. - Y añadió Solange. – Una reliquia muy bien conservada que mi padre insiste en volar.

Continuará...

De Havilland DH-60G  "Gipsy Moth"

 Gipsy Moth del Club Aéreo de Magallanes en Chile.
(Foto tomada del Blog "El observador aeronáutico" de Iván Siminic de Chile:
http://ivansiminic.blogspot.com/2007/11/beechcraft-baron-en-el-club-areo-de.html )




viernes, 18 de marzo de 2011

LAS HISTORIAS DE ROBERTO CONTI (15a parte)

Continuación...

DE PATAGONIA CON AMOR (Continuación)


Convoy de la FACH (Fuerza Aérea de Chile)

El grupo de rescate de la base aérea venía en varios camiones en una noche tormentosa y se detuvieron en un cruce para chequear sus mapas. Venía al mando precisamente el capitán Rodríguez y les dice a sus oficiales - Bueno mis queridas “damas”, parece que nos va a tocar pasar la noche aquí porque ando con una partida de imbéciles ¡Que no han podido encontrar el camino!… ¡Menos mal no estamos en guerra! – Todos se quedaron callados pero uno de ellos no pudo contenerse.

 - Todo por culpa del “gueputa” del Conti – y continua el capitán - Mañana llamaremos a la base por más instrucciones si es que el radio le de la gana trabajar otra vez. Por ahora preparen algo de comer y bastante café, ¡Ah! y espere que le ponga las manos encima a ese teniente Roberto Conti y su avión, ¡Ya verá! Va a quedarse en tierra escribiendo memos hasta que las vacas regresen del matadero. No va a ver ni siquiera fotos de aviones porque no va a volar por mucho, muuuucho tiempo.-


Mientras tanto en la granja Jim y su ayudante Mac sacan del establo un desteñido Land Rover y Jim le comenta, - Calculo que el convoy esta a unas dos horas de aquí, vamos a buscarlos o de lo contrario se van a perder.

Después de dos horas de arduo y empantanado camino vieron unas luces a lo lejos - Tienen que ser ellos.- dijo Mac. – Pasaron al lado de la hilera de camiones y cuando se acercaban al primer camión salió de este un oficial con un sobretodo amarillo haciendo señas de que se detuvieran. Era el capitán Rodríguez que quería buscar información pero se sorprendió cuando descubre que es Jim, con quien había hablado antes para encontrarse. Les dice a sus oficiales, - Iré en el Rover con dos oficiales para ir averiguando detalles sobre el accidente y el estado del piloto… ¡Y no se pongan tan contentos porque los dejo solos un rato!

Después de un viaje miserable llegaron a una de las cabañas de “Dos Laguitos” donde todos los oficiales pudieron tomar una ducha caliente, cenar y descansar.
Al siguiente día empezaron a planear como subir el avión por partes a los camiones. – Luego dice el capitán, - Después de esta operación voy a echarle una visitita al piloto. – Pero le contesta Jim, - Le sugiero capitán que la tome suave con Roberto pues esta todavía bajo el trauma post accidente. Espere a que se mejore para confrontarlo.-

- Yo solo le voy a hacer una visita amigable. – Responde el capitán en tono sarcástico. – Y Jim le dice - ¿Ha tenido usted algún vez un accidente? – Y Rodríguez lo mira como “¿Y quien es este para preguntarme?” - Señor Cameron, yo respeto mucho su casa y estoy muy agradecido de que nos hayan ayudado anoche pero yo solo recibo órdenes y debo llevarme al teniente Conti en el camión ambulancia hasta la base donde será puesto bajo arresto.-

 - ¡Sobre mi cadáver capitán! Esta es mi casa y yo soy el que pone las reglas aquí y nadie va a tocar al teniente hasta que se recupere totalmente. No hay necesidad de que vaya golpeándose por esa maltrecha carretera por más de trescientos kilómetros. Mi doctor ya viene en camino y yo me encargo del costo. -

Después de unos segundos el capitán le dice, - Voy a llamar a la base, hablamos con mis superiores para que se enteren de su posición y veremos si aceptan. ¿Puedo usar su teléfono?-

- Use mejor mi radio “Hallicraft” con la frecuencia de su base que es más efectiva que esos teléfonos de manivela. –

Llamó a la base y sus superiores, después de un breve silencio, accedieron a que me dejaran en la granja y se llevaran el avión para la base. Luego Solange y su madre lo guiaron hasta mi cuarto.

Continuará...

Radio Hallicraft

jueves, 17 de marzo de 2011

LAS HISTORIAS DE ROBERTO CONTI (14a parte)

Continuación...

DE PATAGONIA CON AMOR (Continuación)

Mi mente iba y volvía al momento del accidente. Me llegaban imágenes aterrizando el AT-6, el golpe de los gansos en todo el avión, sangre, plumas, escapando de la cabina, la oscuridad. Me encontraba de nuevo con mi realidad. Me había accidentado y estaba bastante herido.






En mi condición no podía ir muy lejos de todos modos. Necesitaría varias semanas para recuperarme y me fascinaba la idea de que Solange me cuidara… ¡Que criatura más bella! Delgada, formas bien balanceadas, cabello corto color miel, piel bronceada, ojos azules como estrellas y una personalidad con autoridad. A pesar de todo lo sucedido y sin conocerla ¡Ya me sentía enamorado!

Luego entró Solange con una humeante y olorosa sopa de carnero, ensalada verde, pan recién hecho, una copa de vino rojo y un melocotón en un pequeño plato. – ¡Todo esto se ve muy bien! – le dije. Enseguida entraron su padre y su madre. Su madre, Solange Marie, con tierno acento francés, parecía su hermana mayor muy parecida pero con el cabello más claro y ya algunas arrugas en su hermosa cara.

Su padre Jim Cameron, alto, robusto, cabello oscuro, cara con arrugas de persona trabajadora y se mostraba bastante agradable. Su voz era grave y no podía esconder su acento inglés. Mirándome seriamente me dijo, - ¡“Robertou”, tu avión quedó como el culo de mi “caballou!! Ja,ja,ja!”– Y sonriendo dijo. – A mí una vez me disparó en mi trasero un maldito cerdo nazi. Todavía tengo las cicatrices atrás ¿Cierto Solange? – Y su esposa se apresuró a responder - Jim no le irás a mostrar tu trasero a Roberto como acostumbras con todo el que te encuentras ¿Ah? – Y todos nos pegamos a reír.

Hablamos por un buen rato sobre nuestras familias y nuestros pueblos. Luego Jim me contó la historia de sus abuelos de cómo habían llegado desde Escocia y se habían establecido en estas tierras después de muchos peligros y aventuras.

– Tuve dos tíos que estuvieron en la primera guerra mundial. Solo el tío Jack vino y se trajo dos aviones biplanos. Desafortunadamente murió al estrellarse en una montaña cerca de aquí. En 1939 respondí al llamado de las armas y viajé a Inglaterra para enlistarme como piloto de la RAF. Cuando volví a “Dos Laguitos” ya mi padre había muerto y mi abuela estaba muy enferma. Con la ayuda de la gente de la granja pudimos aumentar el número de animales y mejorar la calidad de la lana que ahora exportamos a Inglaterra.

Ahora estamos contentos con los resultados. Solange es nuestra única hija. Solange estuvo un tiempo estudiando en Inglaterra pero se aburrió y se regresó. Dice que los caballeros allá eran unos creídos y aburridos cerdos. Pero dice que los de aquí son una partida de borrachos. Algún día encontrara a “mister perfectou”. ¡Además dice que todos los uniformados son unos niños consentidos! – Y Solange apenada se sonroja y dice, - Papaaaa, por favor, yo nunca dije eso, estas inventando. –

Y después de varias horas de agradable conversación les pregunté - ¿Dónde esta el baño? – Jim me dice, – Roberto, ¿Crees que puedes caminar? – . – Bueno trataré. – Y todos salieron del cuarto. Con mucho trabajo y dolor llegué al baño. No podía creer lo que veía en el espejo. ¡Había una momia mirándome! Vendajes, marcas azules alrededor de mis ojos, trazos de sangre, simplemente una espantosa vista mía.

Cuando volví al cuarto Solange estaba tendiendo la cama y me dijo  – Parece que el grupo de rescate de tu base perdió comunicación por el mal tiempo y tal vez se puedan perder y pasar a territorio argentino.-

Continuará...

miércoles, 16 de marzo de 2011

LAS HISTORIAS DE ROBERTO CONTI (13a parte)

Continuación...

DE PATAGONIA CON AMOR (Continuación)


Con bastante dolor viré mi cabeza para verla entrar al cuarto. Entre las gazas que cubrían mi cara me quedé mirandola a sus ojos sin saber que decirle. Me dijo dulcemente - Hola Roberto, soy Solange Cameron. Gracias a Dios despertaste. Tuviste un aterrizaje de emergencia en nuestra granja “Dos Laguitos”. Encontramos tu nombre “Roberto Conti” en tu uniforme que ya lavamos. –

Y le respondí, - ¡Gracias!... como… bueno… eeh… - Por un segundo me imaginé a esta bella mujer desvistiéndome y lavando mis heridas…waooo, pero al agitarme casi me desmayo. – Gracias Solange por ser tan amables y les pido disculpas por todos los inconvenientes que les haya causado. – Y con voz alegre me dijo, - ¡Nooo, gracias a ti por traer algo excitante a estas lejanas tierras! El chance de que algo raro pase por aquí es muy remoto. –

Esto enseguida le dio calor a mi corazón. Ella estaba parada allí con mucho aplomo con ambas manos en su cintura mirándome como si me conociera de antes. Tenía un mentón muy bello. Su voz era suave pero firme. Cuando se sonreía dos hoyuelos aparecían a cada lado de su rostro. -

¡Pobrecito tu! Eres muy afortunado de estar vivo. ¿Cómo lograste aterrizar un avión así en tu estado? Tú debes ser muy buen piloto. – Y le respondí, - Creo que simplemente mi virgencita de la buena suerte estaba de mi lado. Gracias por tu apoyo moral. Estaba volando muy bajo ignorando completamente las regulaciones y olvidé que bandadas de aves son muy frecuentes en esta región. De seguro iré a corte marcial y el capitán Rodríguez estará feliz de tomar mi caso pues no soy su favorito, ¡Estuve haciendo el burro!

Y ni siquiera hice la llamada “may-day” antes de “embarrigar” el avión. En realidad lo que quería era ver los Andes de la Patagonia. El vuelo que tenía que hacer era más al sur. Me entró temor de que se enteraran que había sobrevolado territorio Argentino sin permiso pero pienso que nadie me vio excepto algunos Gauchos y sus rebaños. –

Y me dice Solange - Mi padre ya notificó tu base y a tus superiores acerca de tu accidente y tu condición. Estaban muy preocupados cuando empezaste a demorarte y no respondías en la radio. Tampoco sabían que estabas tan lejos y por eso los aviones de búsqueda no pasaron por aquí. Ya mandaron un grupo de rescate para recogerte a ti y al avión.

Les insistimos que mi madre y yo podemos cuidarte pues ahora no debes moverte. Mi madre fue enfermera durante la guerra y ella sabe como cuidar pilotos derribados… como tu, je, je. – Al decir esto sus ojos azules se iluminaron con una sonrisa. Le pregunté - ¿Cómo está el avión, se quemó? –

-No, no se quemó, parece que no tuvo mucho daño teniendo en cuenta por lo que pasaste. Mi padre dice que necesitará una hélice nueva, algunas reparaciones y un buen lavado. ¡Oh, mi Dios, nunca había visto tanta sangre y tantas plumas pegadas como en el interior de tu avión! Esta mañana vi un par de zorros rojos y aves de carroña interesados en la cabina de tu avión. Tuvimos que colocarle una lona encima. –

Y le pregunté - ¿Pero Solange, cuanto tiempo estuve inconsciente? – ¡Por casi catorce horas jovencito! Te veías bien mal cuando te encontramos. ¿Sabias? Creíamos que estabas muerto, tirado ahí en el piso todo ensangrentado y cubierto con plumas blancas. ¡Parecías una gallina muerta! ¡Ja, ja, ja!

Estamos preparando comida y estadía en una casita que tenemos llamada “comedor chico”para el grupo de rescate que viene. Tenemos un tractor que podemos usar para halar el avión si se necesita. Y en cuanto a ti jovencito yo te cuidaré. –

- Solange… - Le pregunté - ¿Ese es un hermoso nombre Francés y tu apellido es Inglés, porque? – Gracias Roberto, lo que sucedió es que mi padre, que es Inglés, estuvo en Francia durante la guerra y se enamoró de mi madre Solange Marie que justo ahora esta cocinando tu almuerzo mientras hablamos. – Luego Solange desapareció por el corredor.

Continuará...


martes, 15 de marzo de 2011

LAS HISTORIAS DE ROBERTO CONTI (12a parte)

Continuación...

DE PATAGONIA CON AMOR   (Continuación)


Trataba desesperadamente de abrir bien mis ojos para poder aterrizar el avión de emergencia pero no podía. El dolor empezaba a hacer pesados mis párpados y me sentía completamente aturdido por el caos de plumas, viento y sangre en la cabina. Me concentré y en un último esfuerzo alcé mi cuello y maniobré para colocar el avión en el sitio más plano posible. Me encomendé al todo poderoso y me dije - !Aqui vamos! -

Empecé a sentir repetidos golpes de matorrales en el fuselaje y en las alas. Con un ruido ensordecedor el fuselaje tocó tierra y después de varias sacudidas empecé a deslizarme hacia la izquierda hasta parar bruscamente en unos arbustos. Con el impacto me fui de cabeza contra el panel de instrumentos pero afortunadamente mi gorro de cuero y mis gafas me protegieron la cara.

Sentí más sangre y esta vez era la mía. Rápidamente solté los retenedores de los hombros de mi arnés y con un fuerte golpe al broche de seguridad me safé de mi paracaídas sobre el que estaba sentado. Salté sobre el ala izquierda que estaba enterrada entre los arbustos. Un fuerte olor a aceite quemándose venía del motor. Enseguida salté a tierra y empecé a correr tan rápido como pude pensando que el avión podía explotar en cualquier momento. Después vino solo oscuridad.



Quienes me encontraron pensaron al principio que estaba muerto. Ellos me escucharon volando bajo sobre su granja, escucharon los impactos y luego cuando se detuvo el motor. Corrieron en esa dirección y encontraron el avión humeando y cerca un cuerpo boca abajo extrañamente cubierto de plumas ensangrentadas.

Eran un granjero y su hija en la mitad del más hermoso paisaje del sur de Chile. Por gran coincidencia de esta vida este granjero había servido en la segunda guerra mundial como piloto en la RAF (Real Fuerza Aérea de Inglaterra) volando los Spitfires. Esto le entró en gracia enseguida al verme. – ¿Un piloto derribado? – dijo riéndose.

Me llevaron inconsciente en una carreta hasta la granja y cuidaron de mí como solo dos ángeles lo hubiesen hecho.

Cuando desperté estaba mirando fijamente un bombillo en el centro de una habitación llena de luz pero bastante sencilla. No sabía que estaba haciendo allí. Oía ruido de animales allá afuera. El olor acre del yodo y el alcohol me hicieron acordar del accidente. ¡No podía creerlo! Algo que nunca creí me iba a pasar. ¡Me accidenté! ¡Estoy vivo! Había tenido una suerte extrema.

Sabía como proceder en una emergencia y al parecer… ¡Lo había hecho bien! Mi cara y mi cuello estaban adoloridos con algunas gasas y vendas. Mi pie izquierdo me dolía bastante, tal vez lastimado al saltar del avión. - ¿Cuanto tiempo habrá pasado? – Sonidos de tacones de botas se oían por el piso de madera anunciando la entrada de una joven y bella mujer en sus veintes con unos viejos bluejeans...

Continuará...

lunes, 14 de marzo de 2011

LAS HISTORIAS DE ROBERTO CONTI (11a parte)

Continuación...

DE PATAGONIA CON AMOR (Continuación)


Continuaba mi vuelo rasante a través de este maravilloso paisaje y parecía que la tierra y el cielo me pertenecían. Eché un vistazo a mis instrumentos para mantener la referencia de mi posición aunque sabía que estaba ya bastante retirado de la ruta que tenía asignada.

La vista imponente de los Andes en la frontera con Argentina era un imán para mi y decidí acercarme un poco más. Era como si algo más poderoso que yo me llevara el bastón y los pedales a otra dimensión a la que estaba a punto de entrar.
 
 

 
Todo parecía perfecto y maravilloso hasta que de pronto como un borroso relámpago vi una bandada de aves despegando hacía el cielo justo al frente del avión… ¡Paf! ¡Bang! ¡Paf! ¡Paf!… era el fuerte y horrible sonido de varios impactos en el parabrisas. Sentí viento frío en mi cara y luego dolor. Mi visión se tornó rojiza y empecé a perder contacto con la realidad.

No podía ver nada y sentía mi cara llena de sangre. Con mi mano izquierda sentí una pequeña bola húmeda colgando al lado de mi cabeza. - ¡Mierda! ¿Será mi ojo izquierdo?- La adrenalina empezó a inundar mi cuerpo mientras trataba de controlar la situación. Empecé a limpiarme la cara. Era una mezcla de sangre y plumas de ave.

Enseguida pude ver algo del horizonte con un brillo rojizo y pude nivelar el avión. Me dolía bastante mi cara y mis ojos. ¡Necesitaba un lugar para aterrizar de emergencia y rápido! Afortunadamente estaba volando en terreno plano apartado de las montañas.

El parabrisas ensangrentado tenía un hueco al frente mío y volaban plumas por todos lados. La destrozada cabeza sin pico de un ganso empapada en sangre era lo que yo creía era mi ojo izquierdo. Enseguida de forma mecánica corté el acelerador, bajé los flaps para reducir velocidad, dejé que el avión bajara lentamente y ya a unos cuantos pies de altura subí los flaps para poder subir la nariz del avión, corté el interruptor de la bomba de gasolina y del motor, corrí la cubierta de la cabina hacía atrás y escuché como se detuvo el motor quedando envuelto solo por el silbido del viento.

Continuará...

domingo, 13 de marzo de 2011

LAS HISTORIAS DE ROBERTO CONTI (10a parte)

Continuación...

DE PATAGONIA CON AMOR
(Basada en mi novela “La leyenda de Dos Laguitos”)

Era un soleado día de fin de verano de 1959. Mi capitán me había asignado un vuelo de rutina de patrullaje. El avión, un hermoso y plateado AT-6 Texan de la fuerza aérea Chilena. Empecé a hacer la revisión prevuelo al mismo tiempo que disfrutaba de sus líneas aerodinámicas como un macho disfruta de su hembra. Este dia estaba alborotado mi espíritu aventurero y nunca me iba a imaginar que este vuelo de todo iba a tener menos de rutina.

Continuaba con mi ritual de preparación, me subí al avión y me acomodé en la estrecha pero familiar cabina. Me amarré como un vaquero lo hace a su caballo y nos volvimos uno. Repasé mi lista de chequeo y le hice una señal al encargado de tierra. El me señaló el motor y me dijo que podía iniciarlo mientras en su otra mano sostenía el extintor de incendios. Accioné el arranque y después de varias sacudidas vino el fuerte rugido de este poderoso motor radial.


 
 
La torre de la base me autorizó a la cabecera de la pista. Probé una vez el motor y todo parecía en orden pero para el destino la palabra “orden” tenía otro significado este dia. La torre me autorizó a despegar, adelanté el acelerador y pude sentir la inmensa fuerza del motor halando todo el avión sediento de velocidad.

El aire empezó a silbar alrededor del parabrisas, miré el velocímetro y liberé el avión de la tierra para subir velozmente hacia la aventura. Me nivelé a unos cinco mil pies mientras establecía con mis instrumentos la ruta a seguir para el patrullaje asignado. Miraba al frente y a los lados para disfrutar del hermoso paisaje que ofrece esta zona de Chile.

Empecé a volar cada vez más bajo alejándome del área que tenía que patrullar. Quería ver esa zona tan esplendorosa de los Andes de la Patagonia. A baja altura las imágenes pasaban borrosas a más de doscientas millas por hora. Era un valle con verdes praderas, pequeños bosques, arbustos, lagos, rocas y algunos caballos, vacas y ovejas corriendo espantados al paso de mi avión.

El sonido orquestado del viento a través de la hélice, el fuselaje y las alas era ensordecedor. Yo estaba pegado al avión como si fuera otro componente más. Solo mi trasero y mi estómago sentían el cambio de mi peso a medida que subía y bajaba. Me sentía poderoso cuando el avión leía con exactitud los comandos de mi mano derecha en el bastón de control y los movimientos de mis pies coordinando con los pedales.


El AN-44 285 de la FACH
 

Aviones NA-44 números 204 y 206 en vuelo

El NA-44 número 212 sobre el muelle Arturo Prat de Punta Arenas.

(Fotos tomadas del blog "El observador aeronáutico" Escritos sobre aviación chilena.
http://ivansiminic.blogspot.com/2008/02/orgenes-de-los-texan-en-chile-aviones.html  de Iván Siminic de Chile.)
Continuará...

viernes, 11 de marzo de 2011

LAS HISTORIAS DE ROBERTO CONTI (9a parte)

Continuación...

CADETE SIN AVIÓN

Estábamos en segundo curso de la escuela de aviación cuando ya empezábamos a volar los Mentor T-34 una delicia de avioncito. Volábamos todos los días un par de horas una con instructor y una solos.

Una mañana cuando todos los aviones habían regresado, faltaba uno. Hubo gran ansiedad y el comentario corrió como pólvora encendida por todas las dependencias de la escuela. ¿Que le habrá sucedido? ¿Se habrá matado? ¿Donde estará? Todos estábamos callados ya que pensábamos en la difícil situación a la que estaría expuesto el piloto.

Nos presentamos todos a almorzar muy bien formados y en orden. Ningún comentario venía de los oficiales de guardia. Pero mientras tanto una pequeña escena se desarrollaba a unos cinco kilómetros al norte de la base aérea.

Un viejo ómnibus iba en dirección sur y se detuvo a recoger unos pasajeros. Subieron tres personas y uno se quedó abajo hablando con el chofer. Todos los pasajeros miraban con extrañeza al joven vestido con un buzo de vuelo beige, rasguños ensangrentados en su cara y manos, con gorro de cuero y gafas sobre la frente…y un gran bulto de tela también beige con correas verdes asomadas bajo el brazo.

El extraño personaje se dirigió al chofer y le dijo - Señor chofer, por favor déjeme subir, soy cadete de la fuerza aérea y voy en dirección a la base aérea a unos cuantos kilómetros más adelante. -Yo se donde está la base. - Dijo el chofer - Pero necesito que me pague el pasaje.- El personaje mencionó no tener un cinco y que su avión había tenido un aterrizaje forzoso a unos kilómetros de ahí y tenía que llegar pronto a su escuela.

El chofer miró a sus pasajeros y les dijo: - ¿Ustedes que piensan? Alguien paga por él o no lo llevo.- Se oyeron toda clase de insultos en buen chileno y le dijeron al chofer que no fuera miserable y tuviera corazón. – Súbase… piloto sin avión.- Le dijo el chofer de mala gana al joven y este subió con paracaídas y todo y se sentó en el último asiento de atrás. Todo el mundo se dio vuelta para mirar al sonrojado y rasguñado piloto sentado con cara de preocupado mientras el ómnibus tomaba velocidad.

Pararon frente a la gran entrada de la base, se bajó el desventurado joven con su paracaídas bajo el brazo y saludó a sus compañeros del bus con la mano estilo militar. Uno de los sargentos de guardia en la entrada lo vio y le dio un codazo a su compañero del lado y le dijo, -¿Mi Sargento, ve usted lo que yo veo?- Si,- le dijo el otro, - Es un cadete sin avión.- Se rieron y uno dijo, - Pobre cadete, hoy esta a cargo el más malo de los capitanes de la escuela y vamos a tener que interrumpir su almuerzo para poder dejar entrar a la base a este muchacho.-

Llamó por el intercomunicador a su capitán y le explicó lo que sucedía. El sargento hizo entrar al cadete accidentado, le dijo que se sentara y que si quería un poco de agua mientras llegaba el capitán.
Al rato apareció un oficial en uniforme azul claro y gorra blanca.

 -¿Que le pasó cadete?

-Tuve problema con la bomba de aceite, apagué el motor y aterricé con el tren de aterrizaje arriba en un potrero a unos siete kilómetros de aquí hacia el norte.
Había bastante hierba y amortiguó bastante el aterrizaje.- ¿Oiga cadete, esta herido o algo?

- Lo veo lleno de rasguños ensangrentados. Parece que hubiera estado en una pelea de gatos!
- No, mi capitán, resulta que el avión fue a detenerse dentro de una mata de zarzamora muy alta y me costó mucho salir…-.
 - Cadete describa donde dejó el avión exactamente y mandaremos el rescate. Prepárese para un sumario que tiene que hacer y escriba todo lo que recuerde…si es que se acuerda…- ¡Si mi capitán!- Gritó el cadete.

El capitán lo mandó a que se bañara, se cambiara de ropa y fuera a la enfermería para que lo examinara el doctor y descansara. Mientras, algunos curiosos empezaban a burlarse del “cadete sin avión” y enseguida el capitán les gritó, -¡Señoritas vacas chismosas a sus asignaciones si no quieren que les saque la leche!


Pilotos de la FACH (Fuerza Aérea de Chile) bajando del Mentor.
Note el paracaidas colgando de sus espaldas.



Yo en el P-47

Continuará...

jueves, 10 de marzo de 2011

LAS HISTORIAS DE ROBERTO CONTI (8a parte)

Continuación...

SAPOS PARACAIDISTAS

En algunos días que no nos correspondía volar debíamos atender en la parte baja de la torre de control de la base aérea a clases de clave Morse dirigidas por un experto sargento. Era una pequeña sala sin ventanas con escritorios proveídos con auriculares y una llave de Morse para transmitir. El instructor podía dirigir una señal independiente al auricular de cada alumno o a través de un alto parlante. Era posible asi mismo enviar una señal al instructor cuando era necesario.

Era la clase mas aburrida que existía y dormíamos aparentando estar escuchando o practicando Morse sosteniendo nuestras cabezas con las manos y los codos sobre el escritorio sin mayor problema.
Al lado de la clase había una escalera para subir a la torre de control y debajo de esa escala siempre se acumulaba agua que atraía la población local de sapos.

Un día de supremo aburrimiento decidí entretener a mis compañeros subiendo al tope de la torre de control que era de unos treinta metros de altura y lancé un sapo con un paracaídas hecho con mi pañuelo blanco amarrando las cuatro puntas con hilos y con estos al pobre animal por debajo de sus patas delanteras de tal manera que las patas traseras colgaban debajo pareciendo un humano paracaidista flotando hasta llegar suavemente al suelo.

¡Nunca me imaginé que acababa de inventar el paracaidismo deportivo para sapos! Y al mismo tiempo una fenomenal entretención para la docena de pilotos cansados del Morse y de criticar aterrizajes y despegues de compañeros volando en los PT-19.




La cosa tomó vuelo inmediatamente cuando inventé el “sapo copiloto”. En mi hora de vuelo llevaba a mi sapo con su paracaídas puesto en uno de mis bolsillos de la pantorrilla y cuando terminábamos la clase soltábamos los sapos en el estanque y en la próxima clase escogíamos otros. Algunos sapos probablemente habían hecho ya múltiples saltos en paracaídas desde la torre y acumulado veinte o más horas de vuelo.

Luego vino la gran variación de salto para los pobres sapos cuando algunos de mis compañeros que volaban con sus sapos volvían sin ellos. Decidieron lansarlos al espacio cuando sobrevolaban el convento de monjas que, para infortunio de ellas, se encontraba debajo de nuestra aproximación final a la pista a una altura de más o menos cincuenta metros.

Otra variación al paracaidismo “sapista” eran las carreras verticales que hacíamos desde el tope de la torre control. Nos juntábamos unos cuatro o cinco cadetes y lanzábamos al mismo tiempo cada uno un sapo con un número escrito en un papel sobre la espalda del sapito. Ganaba el que aterrizara primero, por supuesto los sapos mas gordotones eran los más populares por su peso.

Nos divertíamos horrores y nos reíamos como los niños que todavía éramos pues la mayoría de los cadetes en primer año teníamos entre dieciocho y veinte años de edad. Pero la diversión no duró mucho.
Un día se presentó a la entrada de la escuela una monja con un canasto lleno de sapos con sus paracaídas blancos aun puestos, a quejarse de la maldad y desconsideración de los pilotos de la escuela que los dejaban caer sobre el convento asustando a las buenas hermanas.

Por supuesto en la formación a la orden del día vimos sorprendidos un canasto en el suelo al lado del capitán de guardia. Como estábamos formados en filas no podíamos hablar así que nos mirábamos mutuamente con cara de pregunta y algunos ilusos pensamos que nos iban a regalar algo. Pusimos cara de horror cuando el oficial sacó del canasto uno por uno los sapos con los pañuelos y cada pañuelo tenía estampado nuestro número individual de la escuela.

El resto de los cadetes que no eran pilotos comenzaron a reírse hasta que el capitán gritó -¡Reírse todo el mundo!- Y más de trescientos cadetes y oficiales soltaron tremenda y bulliciosa carcajada y nosotros con la cola entre las piernas, ya que sabíamos lo que venía. Enseguida el capitán ordenó que cuando mencionara el número de cada pañuelo, el cadete correspondiente diera un paso al frente. Nos dijeron de todo menos que éramos bonitos.

Tuvimos que pagar nuestra insensible diversión con una noche de sábado sin salida de la escuela…y este si que era un castigo doloroso. Por supuesto nuestro grupo de diversión con “sapos paracaidistas” y “sapos copilotos” fue disuelto, bueno, hasta el lunes siguiente cuando mis compañeros me preguntaron  - Cadete Conti… ¿Tienes alguna otra idea para entretenernos? -

Continuará...

Línea de aviones AT-6 parqueados en la base.

miércoles, 9 de marzo de 2011

LAS HISTORIAS DE ROBERTO CONTI (7a parte)

Continuación...

LOS MENTOR

Nos fuimos de vacaciones de verano y al volver en Marzo los PT-19 habían desaparecido. Los echamos de menos enormemente ya que ellos nos habían iniciado en el placer de volar. “Adiós Farchilitos” decíamos. Pero el cambio fue rotundo, entramos en la era moderna; tren de aterrizaje retráctil; cabina deslizable de plexiglás, calefacción, radio comunicación con el instructor, con la torre de control y con otros aviones. Eran los T-34 Mentor recién salidos de la Beechcraft… bellísimos, plateados, veloces.


T-34A 157 IF sobrevolando el lago Llanquihue en Chile. (Foto Archivo Multimodel de Chile)



Vista lateral del Mentor con el tren abajo. Este es un modelo
 metálico de solo unos cuantos centímetros que me ofrece
 buenos recuerdos al lado de mi escritorio en mi casa.
  
Rápidamente nos acostumbramos a ellos y siempre con los mismos instructores, lo cual nos daba más confianza. La gran diferencia fue el aterrizaje. Sentar el avión sobre el tren principal y después dejar bajar suavemente la rueda de nariz era muy diferente al Fairchild que había, que con gran dificultad debiamos aterrizar sobre las tres ruedas al mismo tiempo.

Después de que ya nos sentimos confortables con los T-34 comenzamos a hacer diabluras.
Mi compañero de dormitorio de apellido Mecina era un muchacho muy simpático pero loco para volar. Un dia que los dos volábamos a la misma hora me indicó que fuera con él para mostrarme lo que había aprendido. Como el radio de los aviones era abierto todos escuchaban las comunicaciones entre si. Pero si uno estaba volando detrás de altas montañas nadie podía escuchar lo que se hablaba entre dos aviones.

Fuimos detrás de unas montañas. Vi su T-34 como a unos quinientos metros mas adelante y de repente entró en un loop llegando a nivelarse conmigo muy cerca de mi ala derecha, donde podía ver su cara sonriente como siempre y por el radio me dice - Acelera a ciento sesenta millas y mantén la velocidad que te voy a envolver en un rollo. -¡Nooo!- Le grité por el radio. Y continuó -¡No te muevas y mantén esa posición!-

Lo vi bajar su nariz y acelerar al mismo tiempo que iniciaba un rollo hacia su izquierda… me quería morir, no podía hacer nada, ¡Se estaba enroscando alrededor mío! Pasó invertido a unos cinco metros sobre mi cabeza mientras lo veía muerto de risa y le grité por el radio - ¡Mecina, estás más loco que una cabra! !Sal de ahí! !Aléjate, que nos vamos a matar los dos! - Lo vi desaparecer por debajo de mi avión.

Mas tarde después de aterrizar fui al casino y lo encontré ahi. Lo quise ahorcar pero otros muchachos me sujetaron y le dije de todo menos que era bonito y como no lo podía denunciar me calmé y le aconsejé de que se dejara de locuras.

El epílogo de Mecina fue triste. En el norte del país, después de graduarnos, practicando bombardeo estrelló su negro A-26 y desafortunadamente no iba solo, nunca aprendió.

Continuará...

martes, 8 de marzo de 2011

LAS HISTORIAS DE ROBERTO CONTI (6a parte)

Continuación...

EL SIETE VACAS

Un buen día, sucedió algo bien extraño. Un PT-19 no regresó y afortunadamente el muchacho sobrevivió al terrible accidente. Un tiempo después se descubrió que la rueda de su estabilizador estaba completamente hacía adelante quedando así imposible levantar la nariz del avión. Conversando con él, meses después, mencionaba no recordar como había entrado en el accidente.

M-62B, FACH 35, de la Escuela de Aviación , sobrevolando
 la zona sur en un Raid Promocional, Septiembre de 1942

Solamente supimos que el avión pasó por entre dos árboles dejando las alas atrás, yendo a estrellarse con un grupo de siete vacas que probablemente le ayudaron a quedar vivo, pero los pobres animales fueron todos descuartizados por la hélice. El quedó colgado de los cinturones de seguridad boca abajo, pero el impacto le destrozó su aguileña nariz y cuando lo volvimos a ver tenía su nariz respingada… parecía irlandés!!  Ja,ja,ja,ja!

Al día siguiente el titular del periódico decía: “PILOTO LOCO MATA SIETE VACAS EN SAN BERNARDO”.

A fines de ese año ya teníamos gran cantidad de horas voladas y nos sentíamos los aces del aire. Nuestras conversaciones no variaban mucho y sólo se hablaba de experiencias aéreas. Pero lo extraño era que a las muchachas noviecitas les encantaba oír nuestras aventuras.

Lindos tiempos aquellos, y de mucho compañerismo. Éramos jóvenes de menos de veinte años, aun sin licencia de manejar y sin embargo podíamos volar y aterrizar esos rápidos aparatos. Era todo una gran aventura. Mi madre tenía una finquita a unos veinte kilómetros de la base y la pobre sufría al oír mi PT-19 volar sobre la casa y verme pasar de lado por entre los grandes árboles.

Yo la veía chiquitita correr haciéndome señas de que volviera a la base. Lo mismo hacía con unas muchachas amigas de fin de semana en una finca cercana en donde yo me lucía con mis vuelos razantes y las veía haciéndome señas y lanzándome besos…era súper divertido.

El padre de ellas me odiaba porque asustaba sus gallinas y al día siguiente la producción de huevos bajaba. Me amenazaba con denunciarme a la base pero nunca lo hizo pues las muchachas me querían mucho y le decían a su padre: - ¿Que son doscientos o trescientos huevos menos? -

Continuará...

lunes, 7 de marzo de 2011

LAS HISTORIAS DE ROBERTO CONTI (5a parte)

Continuación...

LOS SOLEOS

La mayoría comenzamos a volar solos a las trece o catorce horas con instructor, con un gran “bautizo”, cortesía de los muchachos que no estaban volando en esas horas y que esperaban ansiosos que uno se bajara del primer vuelo solo para darle su merecido bautizo.

Habían varios tipos de bautizo que dependían de la popularidad del individuo y su posición en el curso o si tenía hermanas bonitas. Los más estudiosos o de mejor conducta que eran nuestros brigadieres, sufrían los más duros tratamientos que iban de ser pintados con los colores de los hangares y de los marcos de las ventanas a ser lanzados a la piscina, en pleno invierno, y después lo tiraban al barro de los filtros de agua o cosas peores.

 Al salir de esos filtros el individuo salía color… barro oscuro. Hubo un bautizo que produjo una divertida situación. Las esposas de los oficiales venían al dentista de la base, y un día, una de estas jóvenes esperaba afuera de la oficina al dentista, cuando de repente muy cerca de ella apareció un desesperado ser humano completamente desnudo y totalmente cubierto de barro corriendo y gritando ¡aaaahhhhh! seguido por una manada de muchachos también gritando detrás del él. La pobre muchacha casi tuvo un ataque al corazón.

En mi bautizo fui pintado de blanco el torso, más abajo con naranja, el pelo verde y piernas con rayas verdes. Pasé en la loza una hora completamente desnudo debajo de un chorrito de combustible de aviación sacándome la pintura en pleno invierno y con el frío desgraciado que produce la evaporación de la gasolina de aviación de ciento veinte octanos. -¡Esto ayuda a formar el carácter!- decían todos muertos de risa, incluyendo los oficiales instructores. Pero todo era un gran chiste que había que tomar con buen espíritu.


Bautizo de piloto después de su primer vuelo solo.

Hubo un muchacho que después de su vuelo solo se bajó del avión con cara de expectación de bautizo pero nadie le hizo el más mínimo caso ya que había abusado en mala forma de su posición de mando con todo el curso y sencillamente no era querido. Su acción nos dejó sin salir un fin de semana a todo el curso y él si pudo salir. Al poco tiempo después renunció a su carrera de aviación.

Continuará...

sábado, 5 de marzo de 2011

LAS HISTORIAS DE ROBERTO CONTI (4a parte)

Continuación...

EL ENTRENAMIENTO

Iniciamos el primer año de nuestra carrera de aviación en marzo de 1954 y después de terminar dos meses de dura instrucción militar para oficiales comenzamos con vuelos de instrucción. Teníamos unos treinta Fairchild PT-19 de fuselaje azul y alas naranja. Era un avión de dos cabinas abiertas, tren de aterrizaje fijo y buen acróbata, firme, potente y de baja velocidad de pérdida. Eran siempre muy bien mantenidos.

La torre de control nos daba una señal de luz verde para despegar o luz roja de espera. Era extremadamente frío volarlos en invierno a cinco o seis mil pies de altura, así que usábamos gruesos buzos de vuelo, botas con piel por dentro, guantes y gorros de vuelo abrigados y con grandes antiparras. Un verdadero vuelo a la antigua.


Últimos ajustes con mi instructor antes de mi primer vuelo solo en el PT-19.


Autorizado a carretear a la pista.

Posando orgulloso con la hélice de madera de esta gran máquina.

Entrar en un spin traía una cantidad de sonidos, crujimientos del aparato, viento, el motor, fuerzas de gravedad y todo era una ensalada de sensaciones que nunca habíamos experimentado. Un compañero cada vez que volaba tenía que lavar su avión por dentro ya que vomitaba, según el, decía que eventualmente se repondría de eso, pero aún en el segundo año, continuaba lavando nuestros nuevos T-34s, eventualmente dejó la carrera.

Nos asignaron experimentados tenientes como instructores volando una hora con ellos y una solos, alternando los vuelos con clases regulares como un bachillerato, además de clases de física, electricidad, cálculo, aerodinámica, navegación, meteorología y código Morse.

La base aérea tenía una pista de aterrizaje de tierra y pasto de unos seiscientos o setecientos metros de ancho y de unos cuatro kilómetros de perímetro que nos ayudaba con aterrizajes más suaves. A veces cuatro o cinco aviones practicábamos aterrizajes al mismo tiempo ya que era una pista anchísima y se podía dejar bastante espacio entre un avión y otro. Ahora, pensándolo después de tanto tiempo, los bien intencionados instructores arriesgaban su vida diariamente en esos aterrizajes.

Los cadetes que no volaban, presenciaban el espectáculo de todos esos aviones rebotando en la pista y algunos parecían canguros. Como cada avión tenía en el costado del fuselaje un gran número, sabíamos quien era quien entre los “canguros” y durante el almuerzo o en el casino nos entreteníamos burlándonos de los aterrizajes.

Un día vi un avión que al aterrizar dio un gran bote sobre la rueda izquierda, pasó por encima de otro avión que estaba cerca y fue a aterrizar dos pistas más a la izquierda. Por suerte no había avión en esa pista.

Otro desalmado que estaba aterrizando con instructor decidió a unos cinco metros de altura subir los flaps cayendo el avión como un ladrillo en la pista. El instructor lo quería matar, el muchacho le contestó: - Para que se preocupa mi teniente si usted tenía puesto su cinturón de seguridad, ¿No es así? -

Desafortunadamente hubo serios accidentes, uno en que el instructor y el cadete nunca más volvieron a la escuela… En otro un alférez del tercer año en otro T-34 haciéndole gracias a un tren en el que viajaba su novia, chocó con un poste… Esos accidentes nos hacían pensar como era importante enfocarse, practicar lo enseñado y no distraerse. La moral de la escuela bajaba mucho después de aquellos fatales acontecimientos.

Continuará...