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martes, 8 de marzo de 2011

LAS HISTORIAS DE ROBERTO CONTI (6a parte)

Continuación...

EL SIETE VACAS

Un buen día, sucedió algo bien extraño. Un PT-19 no regresó y afortunadamente el muchacho sobrevivió al terrible accidente. Un tiempo después se descubrió que la rueda de su estabilizador estaba completamente hacía adelante quedando así imposible levantar la nariz del avión. Conversando con él, meses después, mencionaba no recordar como había entrado en el accidente.

M-62B, FACH 35, de la Escuela de Aviación , sobrevolando
 la zona sur en un Raid Promocional, Septiembre de 1942

Solamente supimos que el avión pasó por entre dos árboles dejando las alas atrás, yendo a estrellarse con un grupo de siete vacas que probablemente le ayudaron a quedar vivo, pero los pobres animales fueron todos descuartizados por la hélice. El quedó colgado de los cinturones de seguridad boca abajo, pero el impacto le destrozó su aguileña nariz y cuando lo volvimos a ver tenía su nariz respingada… parecía irlandés!!  Ja,ja,ja,ja!

Al día siguiente el titular del periódico decía: “PILOTO LOCO MATA SIETE VACAS EN SAN BERNARDO”.

A fines de ese año ya teníamos gran cantidad de horas voladas y nos sentíamos los aces del aire. Nuestras conversaciones no variaban mucho y sólo se hablaba de experiencias aéreas. Pero lo extraño era que a las muchachas noviecitas les encantaba oír nuestras aventuras.

Lindos tiempos aquellos, y de mucho compañerismo. Éramos jóvenes de menos de veinte años, aun sin licencia de manejar y sin embargo podíamos volar y aterrizar esos rápidos aparatos. Era todo una gran aventura. Mi madre tenía una finquita a unos veinte kilómetros de la base y la pobre sufría al oír mi PT-19 volar sobre la casa y verme pasar de lado por entre los grandes árboles.

Yo la veía chiquitita correr haciéndome señas de que volviera a la base. Lo mismo hacía con unas muchachas amigas de fin de semana en una finca cercana en donde yo me lucía con mis vuelos razantes y las veía haciéndome señas y lanzándome besos…era súper divertido.

El padre de ellas me odiaba porque asustaba sus gallinas y al día siguiente la producción de huevos bajaba. Me amenazaba con denunciarme a la base pero nunca lo hizo pues las muchachas me querían mucho y le decían a su padre: - ¿Que son doscientos o trescientos huevos menos? -

Continuará...

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