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lunes, 31 de marzo de 2014

LAS HISTORIAS DE ROBERTO SANMARTÍN



Tuve el honor de conocer a Roberto Sanmartín por intermedio de mis lectores del Blog. Él muy amablemente nos ha compartido viejas fotos de la historia de la aviación en Colombia y nos cuenta que en 1946 voló por primera vez cuando fue en un DC-3 a Villavicencio. En 1952 se inició como publicista y por espacio de más de 30 años estuvo estrechamente vinculado con la publicidad de Avianca donde vivió aquellas épocas doradas del DC-3 y el DC-4, los Super Constellation y del antiguo aeropuerto de Techo.

Le tocó la transición del pistón al jet con los Boeing 707 que Avianca alquiló a Pan American y ha sido el artista creador de numerosas acuarelas donde plasmó los aviones que ha tenido Avianca en su historia. 
A continuación Roberto nos regala algunos de sus relatos que nos transportan a esas fantásticas épocas de los inicios de la era del aire en Colombia.


UN CAPITÁN DE NAVIO, UN JUNKERS F-13 Y UNA SEÑORA ENLOQUECIDA

Hace mucho tiempo mi madre me contó que años atrás, por allá en 1924, tuvo que viajar de Bogotá a Barranquilla con mis dos hermanos mayores que a la sazón, Carlos tendría algo menos de dos años y Jorge unos pocos meses.

Pero si hoy, hacer este viaje nos toma escasamente una hora de vuelo, 90 años atrás bien podía ser cuestión de algo más de una semana. La primera etapa que duraba no menos de 8 o 10 horas, era en el ferrocarril que desde Bogotá, siguiendo la tradicional ruta de la Sabana con paradas en Fontibón, Funza, Serrezuela y Facatativá y desde el alto de La Tribuna se descolgaba hacia el valle del Magdalena, pasando por Villeta, Honda y llegaba finalmente a La Dorada.

Bien vale la pena hacer una pausa en este relato para traer a colación algo relacionado con este sitio y la historia de la aviación en Colombia.
En 1919 fue fundada SCADTA, acrónimo de Sociedad Colombo Alemana de Transportes Aéreos y que hoy lleva el nombre de AVIANCA.

Para instalar una base donde pudieran hacer escala sus hidroaviones que volaban regularmente entre Barranquilla y Girardot siguiendo el curso del rio Magdalena, la compañía adquirió una hacienda llamada Palanquero localizada sobre la margen oriental del rio, frente a la población de La Dorada.


Hidroavión Junkers F-13 de SCADTA


A raíz del conflicto con el Perú (1932/34) las instalaciones establecidas por Scadta sirvieron como asentamiento para la creación de una de las primeras bases que tuvo la Fuerza Aérea Colombiana (FAC), inicialmente se llamó la base aérea de Palanquero, más tarde Base Aérea Germán Olano y hoy Comando Aéreo de Combate No.1. Al poco tiempo, en 1935, en sus inmediaciones se fundó la población de Puerto Salgar.

Pero volvamos a nuestro cuento inicial. Una vez llegada a La Dorada mi madre y sus “chinitos” se embarcaron en uno de los vapores que en el curso de unos pocos días les llevaría hasta Barranquilla, probablemente pudo haber sido el Gonzalo Jiménez de Quesada o quizás aquel en que Ferminia Daza y Florentino Ariza navegaron hacia la eternidad.

Pasados 4 o 5 días de navegación mi madre estaba enloquecida: el calor, la humedad, los mosquitos, la falta de sueño, las constantes encalladas por los bajos niveles del rio, las paradas para el “leñateo”, el bullicio de las poblaciones ribereñas amén de un chino “berreando” y otro “jodiendo” veinticuatro horas al día, seguramente llevaron a que el capitán del vapor, quien probablemente también debía estar próximo a la desesperación, le dijera a mi madre: “Señora, no se preocupe. Como veo que usted está al borde de una crisis, si la situación no mejora y en el curso de dos días no hemos llegado a Barranquilla, como todos los días pasa sobre nosotros el avión de Scadta, basta con que yo ponga una señal especial sobre el barco y el piloto tiene la obligación a acuatizar al pie nuestro pues sabe que se trata de una emergencia; usted con sus niños se monta en ese avión y en pocas horas están en Barranquilla”.




Acuarelas de Roberto Sanmartín del Junkers F-13 de Scadta y el vapor
 en el rio Magdalena que muy amablemente me facilitó para acompañar su relato.


Desde luego hubiese sido más romántico y emocionante que el avión acuatizara al pie del vapor y mi madre hubiera partido en él, pero no fue necesario, las cosas mejoraron y dos días después desembarcaban en “La Arenosa”. Al regreso, pocas semanas más tarde, con mi padre bastante enfermo, en el curso de 10 horas volaron de Barranquilla a Girardot en uno de los Junkers F-13 de Scadta… pero ese es otro cuento para narrar en otra ocasión.

Roberto Sanmartín Barberi. 



Con Roberto Sanmartín Barberi compartiendo en su casa historias
 de aviación al calor de un delicioso té que nos brindó.
 (Foto de mi amigo piloto Giovanny Rodríguez) 

Continuará...