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lunes, 12 de mayo de 2014

Las historias de Roberto Sanmartín (3a parte)



EL HOMBRE QUE TENÍA UNA CITA CON LOS EXTRATERRESTRES


Cuando a la limón con mi amiga Carmen Sofía Ribero redactábamos el periódico AEROMUNDO AVIANCA IN-FORMA, tuve la oportunidad de entrevistar a muchos personajes de la empresa: presidentes, vicepresidentes, directores, secretarias, instructores, auxiliares de vuelo, mecánicos, conductores, personal de reservas y del correo aéreo, cocineros, etc.; pero indudablemente las estrellas del espectáculo, los preferidos, siempre eran los comandantes y en especial si estos pertenecían al grupo de los que llamábamos las “vacas sagradas” que eran aquellos a quienes les había tocado vivir la histórica transición de la hélice al jet.

Personalmente he creído que una persona que por razón de su oficio hoy está en Nueva York, mañana en Buenos Aires, pasado mañana en Los Ángeles y dentro de una semana bien puede estar en Frankfurt, en Madrid, París, Hong Kong, Singapur o Tokio, siempre presionada por la responsabilidad de llevar en cada vuelo cientos de personas que confían plenamente en su idoneidad, pericia y conocimientos, además del permanente sometimiento a las negativas consecuencias del jet lag, tiene que ser una persona muy diferente.
Y bien diferente fue uno de los comandantes a quien tuve ocasión de entrevistar en su casa en las afueras de Bogotá.

“Si señor, siga y siéntese que ya le aviso al capitán” me dice la empleada que me abrió la puerta. Al fondo suenan las notas inconfundibles del Concierto en la Llanura de Juan Vicente Torrealba. La música se interrumpe y ahora tengo frente a mi al personaje que quiero entrevistar; frisa los cincuenta y cinco años, amable, simpático y sin duda poseedor de un extraordinario don de gentes.

Después de las presentaciones de rigor entramos en materia y como si se hubieran abierto las compuertas de una presa, este hombre, una tras otra, comienza a contarme deliciosas anécdotas de su carrera, como cuando siendo muy joven y piloto de DC-3, tenía como base Barranquilla en donde su pasión por la música lo llevó a convertirse en crooner en una emisora local y cómo un buen día, participando en un concurso musical, se ganó el primer premio: ¡un pasaje para volar a Bogotá, en Avianca!




DC-3 de Avianca. Foto de la colección de Roberto Sanmartín 


Ahondando un poco en el tema de la música me cuenta que, aunque considera que le falta mucho por aprender, no lo hace mal como ejecutante del arpa llanera y que cuando todavía tenía su base en Barranquilla y debía hacer un vuelo a Europa, llegaba a Bogotá a eso del medio día y como el vuelo era en la noche, en la sala de pilotos de Avianca tenía su arpa y pasaba la tarde practicando pasajes, joropos y guaranias lo que despertó la curiosidad y el interés de uno de los policías de turismo del aeropuerto, tanto que este se convirtió en su alumno y pasado algún tiempo se retiró de la institución para integrarse a un grupo musical. Y va más allá: cuando era piloto de B-707, dos veces al mes llevaba el vuelo Bogotá-Buenos Aires lo que le obligaba a pernoctar dos o tres días en esa ciudad los que aprovechaba para ir a tomar clases con un connotado arpista guaraní lo que dio origen a que la gente hablara del “excéntrico millonario colombiano que cada quince días viene a Buenos Aires a tomar clases de arpa”.
En tono burlón me dice: “¿Millonario, yo? Si, millonario, pero solo en kilómetros volados!”



B-707 de Avianca en el aeropuerto Ezeiza de Buenos Aires. Foto de la colección de Roberto Sanmartín. 

Para finalizar la entrevista yo me tenía reservado un as bajo la manga. Sabía que este hombre, que en ese momento había llegado al tope de su carrera como comandante de Jumbo B-747, era todo un fanático del fenómeno ovni, tanto que en cierto momento había renunciado a su carrera y a su cargo como piloto en la línea aérea, puesto en órden todos sus asuntos y hasta enviado mensajes de despedida a sus amigos ya que debía viajar al Perú, al desierto de Nazca, pues allí tendría un encuentro cercano del tercer tipo, una cita inaplazable con los extraterrestres con quienes seguramente se embarcaría en el más extraño y emocionante de todos sus viajes.




B-747 de Avianca. Foto de la colección de Roberto San Martín 

Para abordar el tema le hice la más obvia de todas las preguntas: — Capitán, en su ya larga carrera como piloto, ¿En alguna ocasión ha tenido oportunidad de ver, fuera de los usuales fenómenos atmosféricos, algún fenómeno realmente anormal o alguna cosa extraña que nos haga pensar en la existencia de seres extraterrestres?—

Mi capitán que no tenía ni un pelo de tonto, de inmediato captó por dónde iba el agua al molino, sin inmutarse, muy elegante y diplomáticamente me cambió el tema; hablamos de un par de cosas más sin importancia y luego con un cordial apretón de manos nos despedimos.

Salí muy contento, su silencio me confirmaba que no estaba equivocado y que ahora tenía tema para una nota.

Roberto Sanmartín B.