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jueves, 3 de agosto de 2017

LUZ AL FINAL DEL TUNEL


Mientras trabajaba en el Call Center en Bogotá (año 2016), soñaba constantemente con volver a la aviación. Me sentía como en una isla donde no había forma de salir, donde la única forma sería nadando entre grandes olas infestadas de tiburones. Además la incertidumbre de que una vez nadando no sabría donde buscar la isla de mis sueños.

Pronto empece a ver con mas claridad esa isla a la que añoraba alcanzar, su nombre era la ciudad de Villavicencio al oriente de Bogota. Esta ciudad es la capital del departamento del Meta en Colombia a 3 horas de camino por una nueva via con varios túneles y al final de estos túneles un panorama de esperanza tomaba cada vez mas forma.

Igual que cuando estaba en los Estados Unidos y pensaba en ir a Colombia a volar, para poder lograr posibilidades de vuelo debía irremediablemente emigrar. Ahora estaba ante la misma disyuntiva.

Llegó el día en que tomé la decisión de lanzarme a nadar hacia la otra isla y empece a ahorrar para lograr mudarme. Aunque no había un trabajo fijo sabia que había oportunidades y eso era suficiente para mi. Esto creó también expectativa y estrés con mi esposa, familia y amigos, pero era imperativo evitar caer en el auto aniquilamiento quedándome quieto y no tomar acción.

Decidí trabajar hasta el último día del año 2016 a modo simbólico y también práctico para efectos del pago de la renta. Gastamos previamente un par de fines de semana en Villavivencio buscando un sitio cerca al aeropuerto Vanguardia donde rentar. Empacamos todo, hasta la gata y nos mudamos para Villavicencio.

La primera noche nos toco, a mi esposa y mis 4 niños, dormir en el piso pues el camión de la mudanza tuvo problemas y se demoró un dia más en llegar. Pero estaba feliz por haberlo logrado. Logré nadar de una isla a otra después de haber luchado contra viento, marea y varios tiburones hambrientos de dinero.

Nos tomó una semana en organizar todo en la casa y también el colegio de los niños. Arme de nuevo mi simulador y colgué mis modelos de plástico del techo para darme así motivación para emprender la lucha en la búsqueda de un puesto de piloto.



En Villavicencio los pilotos locales le llaman a la búsqueda de trabajo "hacer la cola". Así que pronto estaba ya comunicándome con uno de los contactos que ya había trabajado con Ronald para empezar una de las mas grandes aventuras de mi vida.

Llegó el día apropiado, me puse mi uniforme y para ahorrar dinero me fui en mi cicla hasta el aeropuerto que afortunadamente no estaba lejos.

Y asi comienza un nuevo capítulo en mi vida de piloto donde un milagro me traerá mas de una agradable sorpresa.



1 comentario:

John Fries dijo...

la llamada de la aviacion es algo que no se puede ignorar , que bueno saber que llegaste a tu sueno en la aviacion , felicitaciones gran articulo.