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lunes, 14 de marzo de 2011

LAS HISTORIAS DE ROBERTO CONTI (11a parte)

Continuación...

DE PATAGONIA CON AMOR (Continuación)


Continuaba mi vuelo rasante a través de este maravilloso paisaje y parecía que la tierra y el cielo me pertenecían. Eché un vistazo a mis instrumentos para mantener la referencia de mi posición aunque sabía que estaba ya bastante retirado de la ruta que tenía asignada.

La vista imponente de los Andes en la frontera con Argentina era un imán para mi y decidí acercarme un poco más. Era como si algo más poderoso que yo me llevara el bastón y los pedales a otra dimensión a la que estaba a punto de entrar.
 
 

 
Todo parecía perfecto y maravilloso hasta que de pronto como un borroso relámpago vi una bandada de aves despegando hacía el cielo justo al frente del avión… ¡Paf! ¡Bang! ¡Paf! ¡Paf!… era el fuerte y horrible sonido de varios impactos en el parabrisas. Sentí viento frío en mi cara y luego dolor. Mi visión se tornó rojiza y empecé a perder contacto con la realidad.

No podía ver nada y sentía mi cara llena de sangre. Con mi mano izquierda sentí una pequeña bola húmeda colgando al lado de mi cabeza. - ¡Mierda! ¿Será mi ojo izquierdo?- La adrenalina empezó a inundar mi cuerpo mientras trataba de controlar la situación. Empecé a limpiarme la cara. Era una mezcla de sangre y plumas de ave.

Enseguida pude ver algo del horizonte con un brillo rojizo y pude nivelar el avión. Me dolía bastante mi cara y mis ojos. ¡Necesitaba un lugar para aterrizar de emergencia y rápido! Afortunadamente estaba volando en terreno plano apartado de las montañas.

El parabrisas ensangrentado tenía un hueco al frente mío y volaban plumas por todos lados. La destrozada cabeza sin pico de un ganso empapada en sangre era lo que yo creía era mi ojo izquierdo. Enseguida de forma mecánica corté el acelerador, bajé los flaps para reducir velocidad, dejé que el avión bajara lentamente y ya a unos cuantos pies de altura subí los flaps para poder subir la nariz del avión, corté el interruptor de la bomba de gasolina y del motor, corrí la cubierta de la cabina hacía atrás y escuché como se detuvo el motor quedando envuelto solo por el silbido del viento.

Continuará...

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