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miércoles, 9 de marzo de 2011

LAS HISTORIAS DE ROBERTO CONTI (7a parte)

Continuación...

LOS MENTOR

Nos fuimos de vacaciones de verano y al volver en Marzo los PT-19 habían desaparecido. Los echamos de menos enormemente ya que ellos nos habían iniciado en el placer de volar. “Adiós Farchilitos” decíamos. Pero el cambio fue rotundo, entramos en la era moderna; tren de aterrizaje retráctil; cabina deslizable de plexiglás, calefacción, radio comunicación con el instructor, con la torre de control y con otros aviones. Eran los T-34 Mentor recién salidos de la Beechcraft… bellísimos, plateados, veloces.


T-34A 157 IF sobrevolando el lago Llanquihue en Chile. (Foto Archivo Multimodel de Chile)



Vista lateral del Mentor con el tren abajo. Este es un modelo
 metálico de solo unos cuantos centímetros que me ofrece
 buenos recuerdos al lado de mi escritorio en mi casa.
  
Rápidamente nos acostumbramos a ellos y siempre con los mismos instructores, lo cual nos daba más confianza. La gran diferencia fue el aterrizaje. Sentar el avión sobre el tren principal y después dejar bajar suavemente la rueda de nariz era muy diferente al Fairchild que había, que con gran dificultad debiamos aterrizar sobre las tres ruedas al mismo tiempo.

Después de que ya nos sentimos confortables con los T-34 comenzamos a hacer diabluras.
Mi compañero de dormitorio de apellido Mecina era un muchacho muy simpático pero loco para volar. Un dia que los dos volábamos a la misma hora me indicó que fuera con él para mostrarme lo que había aprendido. Como el radio de los aviones era abierto todos escuchaban las comunicaciones entre si. Pero si uno estaba volando detrás de altas montañas nadie podía escuchar lo que se hablaba entre dos aviones.

Fuimos detrás de unas montañas. Vi su T-34 como a unos quinientos metros mas adelante y de repente entró en un loop llegando a nivelarse conmigo muy cerca de mi ala derecha, donde podía ver su cara sonriente como siempre y por el radio me dice - Acelera a ciento sesenta millas y mantén la velocidad que te voy a envolver en un rollo. -¡Nooo!- Le grité por el radio. Y continuó -¡No te muevas y mantén esa posición!-

Lo vi bajar su nariz y acelerar al mismo tiempo que iniciaba un rollo hacia su izquierda… me quería morir, no podía hacer nada, ¡Se estaba enroscando alrededor mío! Pasó invertido a unos cinco metros sobre mi cabeza mientras lo veía muerto de risa y le grité por el radio - ¡Mecina, estás más loco que una cabra! !Sal de ahí! !Aléjate, que nos vamos a matar los dos! - Lo vi desaparecer por debajo de mi avión.

Mas tarde después de aterrizar fui al casino y lo encontré ahi. Lo quise ahorcar pero otros muchachos me sujetaron y le dije de todo menos que era bonito y como no lo podía denunciar me calmé y le aconsejé de que se dejara de locuras.

El epílogo de Mecina fue triste. En el norte del país, después de graduarnos, practicando bombardeo estrelló su negro A-26 y desafortunadamente no iba solo, nunca aprendió.

Continuará...

2 comentarios:

Oscar Cuellar dijo...

Excelente Comander! 7/3 Cap Oscar Cuellar PCA Colombia!

Carlos Dario Madrigal dijo...

Dany Realpe comentó: "Como dice el dicho "hay viejos pilotos y osados pilotos, pero casi nunca viejos y osados pilotos""