HISTORIAS DEL AIRE
…para el placer de tu imaginación…
PARTE I
VIVENCIAS
EL PARACAIDISMO NO TUVO LA CULPA
Estamos ya a catorce mil pies de altura, y pienso que cuando abran la puerta del avión ese aire helado y seco se estará colando por mi cuello y mangas. Abrazo mis rodillas buscando un poco de calor. Hoy voy a saltar con Felipe Hurtado un gran amigo boliviano que vive también en el sur de la Florida y que ha sido mi mentor en este deporte.
Todos en el avión miran sus altímetros y se disponen a la aventura con sus grupos o solos. Sale el primer grupo y luego seguimos nosotros. Repito mentalmente lo que vamos a hacer allá afuera. Es nuestro turno. Sale Felipín primero como aspirado por el universo y luego lo sigo yo en un clavado con los brazos hacia atrás empujando con la punta de mis pies el borde de la puerta del avión, dejándome envolver por el aire y el inmenso paisaje en caída libre.
Vuelvo a sentirme volando, rodeado por el silbido y la fuerza del viento a más de cien millas por hora...pero no me siento caer, de nuevo la sensación de flotar y el frenético roce aerodinámico con lo invisible.
El plan era no perdernos de vista y lo más rápidamente posible estabilizarnos y maniobrar para quedar frente a frente. Una vez lo logré, Felipe me hizo una señal y coloqué las manos al frente de mis hombros y agarrando el aire con mis manos logré hacer por primera vez un viraje a bastante velocidad completando un círculo en un segundo.
Seguí al pie de la letra las maniobras que ensayamos en tierra en un modelo de madera que simulaba la puerta del avión. Mientras ensayábamos en tierra firme, me sentía un poco ridículo y chistoso con nuestros trajes estilo payaso haciendo piruetas y gestos con las manos.
Le pedí que ensayáramos varias veces para que salieran bien las maniobras. Pero luego me di cuenta que hubo algo que no ensayé que me pudo haber costado la vida...
Continuará...
Salto con Felipe Hurtado en Pahokee, Florida pasando por los 8000 pies. |
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