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jueves, 20 de enero de 2011

LA HISTORIA DE ESTEBAN


Esteban Arana llegó de Cali Colombia a los Estados Unidos a muy temprana edad. Nos conocimos en Hollywood en una panadería cercana a mi apartamento allá en el año 97. Dejé en la cartelera de la panadería un aviso ofreciendo clases de vuelo en simulador de computador.

Esteban me llamó y así empezamos a estudiar y más adelante comenzamos a rentar aviones para compartir nuestra fiebre por el vuelo. Volamos primero en un Katana y luego en un Cessna en el aeropuerto local de Hollywood. Supe que cuando empezó a tomar clases más avanzadas tuvo una emergencia y aquí transcribo su historia.


MI LLEGADA A LA FLORIDA

Estuve tomando clases de vuelo en Nueva York pero no alcancé a terminar lo requerido para mi licencia de piloto privado. Me mudé para la Florida en el año noventa y seis y fue cuando conocí a Carlos Darío. Tomé con él varias clases de maniobras y procedimientos de instrumentos en su computador. Luego rentamos en la escuela de los “British” (Pelican Air Flight School) el Katana que es un avión de dos puestos hecho de compuestos y fibra de vidrio.

Más adelante rentamos la Cessna 172 en esta misma escuela. Luego él me recomendó un instructor en el aeropuerto de Opalocka al sur de Hollywood con el que hice un entrenamiento y examen bianual. Más adelante continué mi entrenamiento donde los “chinitos” allá en Hollywood Aviation y allí logré por fin hacer mi chequeo final y sacar mi licencia de piloto privado.


ESCAPANDO DE LA MUERTE

Para el año 2004 busqué un instructor para hacer mi examen bianual con el objetivo de mantener válida mi licencia. Este instructor tenía todos los “títulos” de piloto hasta el ATP (aerolínea) pero era como medio “arrebatado” y tosco para todo.

Fuimos a rentar un Cessna 172 en el aeropuerto de North Perry cerca de donde rentábamos con Carlos. Era un día súper claro. Despegamos sin problema y nos fuimos a hacer varias maniobras al aérea de entrenamiento al oeste sobre los Everglades. Después de una media hora de vuelo regresamos al aeropuerto y el instructor pidió a la torre permiso para hacer ejercicios de “touch and go” (aterrizajes sin parar seguidos de un despegue).


Cessna -172


Hicimos prácticas con emergencias simuladas, despegues cortos y procedimientos en el patrón de vuelo. Como había poco tráfico solicitamos la pista 27 izquierda que es la que esta al lado sur del campo para despegar en dirección oeste.

Una vez llegamos a esta pista despegamos de nuevo para hacer varios “touch and goes”. Luego hicimos un aterrizaje “full stop”, salimos de la pista y carreteamos de nuevo al inicio para continuar con los despegues.

En uno de estos detectamos baja en las revoluciones del motor como si tuviera depósitos de carbón ya acumulados. Decidimos aterrizar y salirnos de la pista a la de carreteo para revisar el motor. Hicimos el procedimiento para sacar los depósitos con el control de mezcla de gasolina. Observé que ajustaba el acelerador con mucha brusquedad y ahora pienso que fue ahí donde lo desajustó.

El me decía que no tuviera miedo de hacer cambios abruptos en vuelo que el avión luego se nivelaba pero sigo creyendo que un avión no se debe tratar a los “trancazos” y le respondí que yo prefería volar de una manera más delicada y suave como si el avión fuera mi novia.

Después de tratar varias veces de desalojar los depósitos, las revoluciones permanecían bajas como en mil doscientos RPM. Pero aun así el instructor me dijo que saliéramos a despegar de nuevo que en el camino se iban a despegar los depósitos. Lo miré extrañado y cometí el error de no confrontarlo pues al verlo confiado me confié yo también. Llevé el avión al inicio de la pista, puse los flaps para un despegue corto y una vez recibí la autorización de despegue empujé el acelerador al máximo.



Mano derecha en el acelerador en una Cessna 172

 El avión se demoraba mucho para subir de velocidad. Esta pista es larga y volví a confiarme. Por fin despegó pero se mantenía en “ground effect” flotando cerca de la pista y cuando pensé en abortar el despegue ya era muy tarde pues nos habíamos comido ya toda la pista.

El avión se levantaba poco a poco como en cámara lenta. Estábamos a la misma altura de los postes al frente de la avenida University que sigue después del aeropuerto. Los pasamos a pocos pies de altura, pasamos la avenida y empezamos a sobrevolar un terreno en construcción que afortunadamente no tenía edificios todavía.

El instructor se dio cuenta que sin duda estábamos en una emergencia y tomó el mando. Viró bruscamente a la derecha para devolvernos al aeropuerto y pensé que nos íbamos a estolear pues no teníamos casi velocidad. A través de la ventanilla derecha pude ver a un guarda en su caseta con sus ojos bien abiertos de espanto pensando que le íbamos a caer encima. Su expresión reflejó enseguida nuestra situación y dije - ¡Ayy jueputa nos matamos!-

Enseguida el instructor declaró la emergencia llamando a la torre pidiendo despejar inmediatamente la pista 9 izquierda que esta al lado norte del aeropuerto que era nuestra opción mas cercana. Aguanté la respiración mientras pasábamos de nuevo sobre la avenida casi rozando los cables de electricidad. Entramos al área del aeropuerto tan bajo que casi nos llevamos las luces de aterrizaje.

 Aterrizamos justo al inicio de la pista y pude sentir un olor a aceite quemado. La temperatura del motor había subido bastante y pensé que se iba a incendiar en cualquier momento. Llegamos a la rampa de parqueo de la escuela y cuando el instructor haló el acelerador para cortar la potencia se acabo de safar y quedó parte de la guaya de acero por fuera.

De aquí dedujimos que el acelerador estaba descalibrado y por eso no nos dió toda la potencia. Pero yo supongo que gracias a los tranconazos que le dio al control terminó dañándolo. Para colmo el imbécil dice - ¡Hoy tuvimos suerte! - Enseguida llegó el carro de inspección del aeropuerto a preguntarnos si todo estaba bien.

Ahí estuvimos un buen rato llenando las formas requeridas debido a la emergencia. Después me llenó mi libro de vuelo y me dijo que cuando quisiera volvíamos a volar pero por dentro me dije - ¡Yeah right!(Sii ..Seguroo)...Así este man tenga todas las licencias del mundo ni loco vuelvo a volar con este tosco!

Este día aprendí que aunque el instructor tenga veinte mil horas de vuelo yo me debo guiar por el libro y como sucedió ese día, si las RPM no están en su lugar, debo confrontarlo, parquear el avión y apagarlo. ¿Para que tentar la fe? ¡A Dios gracias sobreviví ese día...! ¡Y seguiré volando!
Esteban Arana





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