Continuación...
Una vez estábamos en la pista de taxeo quedamos en espera entre dos jets. Éramos los niños raros entre tanto gigante. El controlador me pidió que saliera desde una de las intersecciones para así ahorrar un poco de tiempo a otros aviones. Acepté y salí a la pista antes de llegar al final pues aun así había pista de sobra. Le di el despegue a nuestro capitán Galletica para que se diera el gusto de haber despegado de un aeropuerto de estos.
El controlador nos dió un rumbo para continuar hacia Daytona y así iniciamos nuestro regreso. Una vez estábamos sobrevolando la costa y “liberados” por el control nos dimos el gusto de bajar un poco para disfrutar de la vista de los edificios a lo largo de la costa.
Una vez estábamos en la pista de taxeo quedamos en espera entre dos jets. Éramos los niños raros entre tanto gigante. El controlador me pidió que saliera desde una de las intersecciones para así ahorrar un poco de tiempo a otros aviones. Acepté y salí a la pista antes de llegar al final pues aun así había pista de sobra. Le di el despegue a nuestro capitán Galletica para que se diera el gusto de haber despegado de un aeropuerto de estos.
El controlador nos dió un rumbo para continuar hacia Daytona y así iniciamos nuestro regreso. Una vez estábamos sobrevolando la costa y “liberados” por el control nos dimos el gusto de bajar un poco para disfrutar de la vista de los edificios a lo largo de la costa.
Sobrevolando la costa este. Y en los controles...si...
adivinaron, el capitán !"Galletica"! |
Paisajeando y tomando fotos durante el regreso.
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Llegamos a Daytona pero en este aeropuerto solo hicimos un aterrizaje seguido de un despegue para proseguir a Melbourne donde pondríamos gasolina de nuevo. Llegamos a Melbourne y mientras estábamos en la oficina esperando que le pusieran gasolina me di cuenta que íbamos a llegar ya de noche a Hollywood. Esto me puso un poco nervioso y aquí vino una de las grandes lecciones de mi vida.
Llegamos al avión y le dije a Juan Carlos que nos subiéramos para irnos lo más rápido posible. Pero Juan Carlos me dijo que él no salía sin hacer la revisión externa prevuelo. Me sorprendió que aquello que yo tanto le había inculcado... él ahora me lo estaba inculcando a mi. Y ¡Oh sorpresa! !Uno de los protectores que cubrían uno de las tomas para un instrumento de vuelo estaba todavía puesto! – Si ve Carlos, mire lo que se le iba a olvidar.
Nunca se debe salir sin hacer el pre vuelo y con mayor razón si esta de afán. – Le dije que tenía toda la razón y me quedé callado un buen rato pensando en que si hubiésemos despegado con ese protector puesto tuviésemos que haber aterrizado otra vez al no tener indicación de velocidad. Vaya vaya que lección.
El viaje de regreso fue toda una delicia a pesar de sentirnos ya un poco cansados por tantas horas sentados en este pequeño avioncito. Pero esto no era mayor inconveniente para un par de gomosos de la aviación.
Poco a poco se nos fue ocultando el sol y debía tener cuidado de mantenerme bajo las reglas de vuelo visual. Afortunadamente a medida que nos acercábamos iba reconociendo el contorno de todo lo que rodeaba el aeropuerto de Hollywood.
Aterrizamos cuando ya estaban las luces de la pista prendidas y no había ya nadie en la torre de control. – !Como que nos iba cogiendo la noche! – Dijo el capitán Galletica. Me fascinaba ver ya las luces de la ciudad y las de la pista rodeando nuestro avión. Apenas senté las ruedas en la pista sentí como si todo lo anterior lo hubiese soñado.
Llegamos y ya en la penumbra parqueamos el avión en la rampa de la escuela. Ya no había nadie en la escuela y dejamos las llaves por una ranura en la oficina. Juan Carlos como cosa rara empezaba otra vez a quejarse de que tenía hambre. Pero esta vez no habían galleticas! Ja,ja,ja,ja! Asi que nos fuimos a comernos una hamburguesa mientras hablábamos sobre todo lo vivido aquel día.
Que experiencia más fabulosa haber hecho un vuelo tan largo...una aventura aérea de todo un día.
Llegamos al avión y le dije a Juan Carlos que nos subiéramos para irnos lo más rápido posible. Pero Juan Carlos me dijo que él no salía sin hacer la revisión externa prevuelo. Me sorprendió que aquello que yo tanto le había inculcado... él ahora me lo estaba inculcando a mi. Y ¡Oh sorpresa! !Uno de los protectores que cubrían uno de las tomas para un instrumento de vuelo estaba todavía puesto! – Si ve Carlos, mire lo que se le iba a olvidar.
Nunca se debe salir sin hacer el pre vuelo y con mayor razón si esta de afán. – Le dije que tenía toda la razón y me quedé callado un buen rato pensando en que si hubiésemos despegado con ese protector puesto tuviésemos que haber aterrizado otra vez al no tener indicación de velocidad. Vaya vaya que lección.
El viaje de regreso fue toda una delicia a pesar de sentirnos ya un poco cansados por tantas horas sentados en este pequeño avioncito. Pero esto no era mayor inconveniente para un par de gomosos de la aviación.
Poco a poco se nos fue ocultando el sol y debía tener cuidado de mantenerme bajo las reglas de vuelo visual. Afortunadamente a medida que nos acercábamos iba reconociendo el contorno de todo lo que rodeaba el aeropuerto de Hollywood.
Aterrizamos cuando ya estaban las luces de la pista prendidas y no había ya nadie en la torre de control. – !Como que nos iba cogiendo la noche! – Dijo el capitán Galletica. Me fascinaba ver ya las luces de la ciudad y las de la pista rodeando nuestro avión. Apenas senté las ruedas en la pista sentí como si todo lo anterior lo hubiese soñado.
Llegamos y ya en la penumbra parqueamos el avión en la rampa de la escuela. Ya no había nadie en la escuela y dejamos las llaves por una ranura en la oficina. Juan Carlos como cosa rara empezaba otra vez a quejarse de que tenía hambre. Pero esta vez no habían galleticas! Ja,ja,ja,ja! Asi que nos fuimos a comernos una hamburguesa mientras hablábamos sobre todo lo vivido aquel día.
Que experiencia más fabulosa haber hecho un vuelo tan largo...una aventura aérea de todo un día.
El capitán “Galletica” en el Katana al frente de Pelican
en preparación para otro vuelo de copiloto. |