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sábado, 11 de septiembre de 2010

SALTO BORRACHO

Ese día ocurrieron cosas muy extrañas desde el principio. Era un fin de semana, a mediados de 1984, en Boulder Colorado en mis épocas de estudiante y tenía en mi mente hacer mi salto de transición de línea estática a caída libre y para esto tenía que hacer un ejercicio que consistía en halar una manija “falsa” a modo de entrenamiento para el día que saltara con la real.

No conseguía quien me llevara a saltar y por fin conseguí a alguien que me dejó en una intersección donde tendría que caminar por una media hora para llegar al aeropuerto.

Empecé a caminar y pronto me recogió otro paracaidista que iba en camino también a la zona de salto. Pensé que era uno experto pero para mi sorpresa iba para su primer salto. Me contaba que su familia por años le habían “prohibido” saltar en paracaídas y este día después de diez años de espera decidió escaparse y llevar a cabo su sueño.

Se sentía muy bien de saber que yo era un afiebrado al paracaidismo y me dijo que teníamos que celebrar después de saltar.

Hizo su salto y estaba más contento que una cabra. Salté después de él y cuando ya estábamos en tierra me invitó a tomarme unas cervezas al pueblo más cercano.

En una cantina estilo “cowboy” celebramos con un par de “cerveceros” que se unieron al tema del paracaidismo.

Con los tragos se emocionó más y me dijo que me invitaba a un salto y que fuéramos de nuevo a saltar. Le dije que mejor otro día pues el ya estaba borracho. Me dijo que entonces fuera yo pues solo me había tomado una cerveza. Caí en la tentación ante este salto gratis y acepté.

Fuimos a la zona de salto de nuevo, me puse mi equipo y el instructor me explicó que halara una manija “dummie rip cord” o falsa para así entrenarme para el siguiente salto en el que halaría la real para abrir mi paracaídas manualmente pues por ahora lo estaba abriendo una línea estática atada al avión.

Subimos hasta unos seis mil pies de altura. Me preparé mentalmente para el salto pero nunca me imaginé que aquella cervecita se me iba a manifestar en unos segundos.

Al sentirme un poco más desinhibido hice una salida estupenda logrando una posición de arco corporal apenas me separé del avión.

Enseguida llevé mis ojos a la manija roja, la cerveza me hizo patinar mi mente y llevé mi mano a esta manija…la manija roja…roja…ROJAAAA!!! Y como una campana de alarma mi mente reaccionó de milagro y me dijo, –ROJAA…ROJO ES PELIGRO…NO TOQUEEE!! – Y mi mano saltó de la manija como si hubiese recibido un corrientazo. Enseguida tomé la manija correcta y la halé.

Aunque esta manija no hacia nada pues era solo para entrenar, el paracaídas ya estaba en camino a abrirse por la línea estática.

Pero si hubiese halado la roja hubiese desconectado el paracaídas principal de mi arnés iniciando así la apertura de mi reserva y este proceso en estos paracaídas antiguos es muy peligroso.

Aterricé sin problema y abajo me recibió muy contento mi amigo cervecero. Y con esta lección se acabaron los saltos… borrachos.


Comediante ruso demuestra en un tunel de viento que se puede beber y saltar sin resultados catastróficos.

1 comentario:

Felipe Hurtado dijo...

Jajajajaja buena Carlitos!