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viernes, 2 de julio de 2010

LAS HISTORIAS DE NIKOLAI BETANCOURT


Nikolai Javier Betancourt es un piloto de radio de Bucaramanga al que conocí en el festival de vuelo de planeadores en Juan Cojo en el 2007. Leyendo su historia resultó ser todo un gomoso de la aviación como yo. Nos hemos estado comunicando por e–mail y por el Facebook. Aquí esta su interesante y divertida historia:

¡Hola Carlitos!

Pues empecé a frecuentar el aeromodelismo desde el 98 en una pista de motor y me gustó.
Ya desde hace un tiempo atrás construí un avión con un primo, con madera normal, motores de carrito, bisagras metálicas y obviamente solo andaba como un carrito por que las hélices no daban para más.

Ya después empecé a gastar un mundo de plata en revistas que ya suman 158 números de diferentes títulos y temas. Entre estos naturalmente “Avión Revue”, “Revista Aeronáutica”, “FAM”, “Armas”, “Soldiers”, “Fuerzas de Defensa y Seguridad”, “Mecánica Popular”, en fin cualquier revista donde saliera una foto de un avión y de una la compraba.

Y es que para mí, más que un hobby, es una pasión, es sentir el viento, es mi hobby académico que me obliga a leer con un gusto indescriptible todo lo que se me cruce. Debo conocer casi todos los aviones del mundo pues me gusta leer historia aeronáutica y universal gracias a mi amor por la historia en general.

Un día en mí universidad, en la que estudio economía, vi en un grupo que se llama “GIDA”, que significa: Grupo de Investigación y Desarrollo Aeroespacial.
Organizaron un seminario de aeronáutica y por supuesto ahí estaba yo metido entre muchos ingenieros mecánicos, electrónicos, civiles y de demás ingenierías que existen.

Estaba también con un amigo que también le gustaban los aviones y me acompañó a la celebración de los cien años de aviación en Bogotá. Ahí entre ingenieros y demás, estábamos dos economistas que, aunque raro, nos gustaban los aviones y disfrutamos mucho más ese seminario que muchos de ellos.

Y fue allí donde conocí a un piloto de planeadores de radio quien sería mi profe y el artífice de que yo entrara en este nuevo mundo.
Era el “capi Vidal”, Jorge Enrique Vidal Espinel. Un muchacho de mi edad y conocedor de todo lo que volaba. Para mi es un “duro” y gracias a él aprendí a volar y a perderle el miedo al vuelo a las malas.

Una vez mientras me enseñaba me dijo, – Tome el radio…usted ya sabe volar más o menos… solo concéntrese y no deje que el avión entre en stall. – Me soltó el avión y volé felizmente apretando todo mi cuerpo y rezando para que no se cayera.

Cuando ya sentí que el viento empezó a bajar de intensidad y el avión a bajar más y más, de una lo llamé, – ¡Jorge, Jorge! ¡Ayúdeme! Y claro, se hizo el marica y me dejó solo. Me decía, – Fresco que usted es capaz… ¡Termalee! – Y yo nervioso le digo, – Termalee… ¿Qué es eso? – Y ahí seguí sufriendo hasta que mis endorfinas calmaron mi ansiedad y volé más relajadamente. Hasta que no pude más y terminé diciendo, – ¡No se vayan a hacer los maricas!… ¡Necesito un piloto “aterrizador” que yo no se aterrizar! – y ahí si vinieron y me ayudaron... je,je.

Así han pasado ya varios años de estar volando. El avión con el que aprendí, yo mismo lo diseñé y lo nombré el “Yarigui”, como nuestros indígenas de nuestro departamento colombiano Santander... y resultó un avión muy delicioso de volar, pero era un entrenador de alerones no un entrenador puro como un Spirit y eso creo que me hizo mejor piloto.

Después me compré una Zaggi, y luego pasé a un avión más difícil, un Wayuu de carreras con el que he aprendido mucho más y que disfruto cada domingo. También tengo un planeador de 3 metros, un semi–escala de un ASW que casi no he volado porque vuela lento y no me gusta el vuelo “geriátrico”... ¡Me apasionan las carreras!

Aquí estoy con mis planeadores acrobáticos “Wayuu” diseñados y hechos en Colombia recordando a esta tribu. Uno es de madera y el otro en fibra.
Aquí están el Yarigui (nombre de la tribu de la zona de Santander) a la izquierda y la Zaggi a la derecha.
Aquí estoy a la derecha con mi ASW y un amigo piloto.

Aquí estoy con Jorge Vidal, mi profe, preparándonos para volar en el festival Búcaro.

Otra anécdota fue un día en que estábamos cuatro pilotos en el voladero haciendo vuelo libre. Todos estaban en el aire haciendo de todo. Yo estaba más abajo que ellos cuando empiezo a sentir un ruido raro y cada vez más fuerte. Era como un motor acercándose.

Miré de reojo sin distraerme de la posición de mi avión y fue cuando vi una nube de abejas grandísima, ¡No podía creerlo! Estaban a las 3 en punto y venían rumbo hacia nuestra posición. Sin saber de que tipo eran y de forma inmediata di aviso, – ¡Jueputas abejas! – Reaccionamos corriendo de espaldas sin perder los aviones de vista y mirando de reojo para no caernos.

Varios gritaron, – ¡Mayday, Mayday, pista, pista! – Aterrizamos los planeadores y de inmediato nos metimos debajo de un parapente que estaba al lado de nosotros.
Resultado… un susto el hijuemadre, menos mal los aviones en buen estado y a buscar otro voladero, porque entre parapentes y abejas ni más… !Aunque esa vez nos salvó el parapente!

La otra vez con un parapentista amigo de nosotros, pudimos lograr una hazaña bien bacana. La idea era poder volar un avión, en este caso una Zaggi, directo hacia el parapente, que el piloto la cogiera, volara con ella en las manos o en las piernas y después la tirara y nosotros retomar el control del avión lanzado desde el parapente. Parecía fácil pero fue muy difícil y talvez irresponsable pero lo logramos!...En fin una experiencia más…y bien divertida, je,je.

Bueno Carlitos un abrazo y si algo me escribis... cuidate...

Nikolai

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