Continuación...
En el cuarto y último día por fin llegó el vuelo de los 100 metros de altura. Nos tocó esperar bastante tiempo para recibir viento de frente.
Inició Manuel con un vuelo impecable, despegó un poco chueco pero la logró sacar de la ladera seguido de un aterrizaje excelente. Esperamos otro largo rato hasta que volvió a enfrentarse el viento.
Llegó mi turno, un despegue limpio y un vuelito muy sabroso donde podía ver las cosas más pequeñas desde allá arriba, entré en el área de aterrizaje, empujé fuerte la barra a tiempo y así tuve el mejor aterrizaje de todo el curso.
Ya concluido el curso salimos todos para sus respectivas ciudades de residencia. Mane se fue para Cúcuta y yo para Medellín.
Luego seguí yendo con mi papá a practicar a Porce, un aprendedero cerca de Medellín y llevamos una Vision mark IV, así pasaron varias semanas hasta que llegó el día de mi bautizo a 600 mts. de altura en un lugar llamado por los cometistas “Llanaditas” cercano a Santa fe de Antioquia. La Vision fue revisada y chequeada por todos antes de volarla, aparentemente todo estaba perfecto.
Preparando el vuelo con la “Vision mark IV”. |
Despegó mi papá en su cometa para esperarme en el aterrizadero y arriba se quedaron varios amigos cometistas para ayudarme en el despegue. Yo estaba helado, emocionado y a la vez tenía el susto normal que estos deportes brindan. Preparé todo para mi despegue, corrí con suficiente velocidad, pasó solo un segundo y cuando empecé a levantarme del suelo la cometa se desplomó y yo con ella.
Me di contra el mundo. Alcancé a pensar – ¿Que paso?, ¡Pero si yo corrí lo suficiente! – Todos acudieron a sacarme de la pendiente donde caí, pero nadie me daba razón de porque había pasado esto, todos decían, – Steven, lo hiciste bien, lo hiciste bien, fue culpa de esta ijueputa cometa vieja, lo hiciste bien. –
Afortunadamente no me pasó absolutamente nada, aparte del golpe de la frustración. Luego de ver muchas veces el video y de analizar los restos del ala nos dimos cuenta de cual había sido la falla.
Justo después de levantar los pies de la tierra el cable que va desde el triángulo hacia el ala derecha se reventó en un extraño corte cizalla y esto provocó que las alas “aplaudieran” hacia arriba.
Lo interesante es que buscamos lo positivo de lo negativo y nos dimos cuenta que si hubiera pasado uno o dos segundos más, yo no estaría contando la historia pues me hubiese desplomado a un abismo y a la altura que estaba no cabía la posibilidad de sacar un paracaídas.
Aquí se puede ver a la izquierda el cable suelto del ala derecha y la cometa empezando a aumentar su diedro justo antes de yo desplomarme contra el planeta. |
Igual tengo claro que quiero seguir volando y de esto estoy totalmente seguro. Escribir esta historia me ha servido para afirmar que tengo que lograrlo y que puedo vencer el miedo. Sé que voy a volar...
Continuará...
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