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sábado, 24 de julio de 2010

LA HISTORIA DE MANUELA JARAMILLO (4a parte)


Continuación:

Todos los paracaidistas estaban listos para salir de la carpa. Tenían ya sus equipos en la espalda. Empezó el desfile de nuevo entre el público, hacia la plataforma del aeropuerto. Todos nos miraban extraño, con cara de suicidio.

De pronto entre la multitud vi caras conocidas, algunos aeromodelistas, parapentistas, amigos de la familia y hasta profesores del colegio, sorprendidos, preocupados, preguntando qué estaba pensando hacer yo con un arnés de paracaidismo. Recuerdo que uno de ellos corrió a contarle a mi mamá lo que iba a hacer… ¡Él no sabía por lo que ella acababa de pasar!

Llegamos al avión. Era un Cessna Caravan C 208B, de matricula HK – 3734, y lo veía con ojos de incredulidad. No podía creer que estuviera tan cerca de él. Había pedido que buscaran a mi padre.
El resto de gente (mi mamá, mi primo, mi hermana y mis amigos) estaban ya cerca al avión.

Al fin llegó mi papá, nos despedimos, después de fotos y bendiciones me subí al avión.
Después de una explicación bastante gráfica sobre la forma de acomodación y otros detalles, levantaron la escalera y el piloto encendió el motor.

La rutina es despegar sin la puerta, motivo por el cual pude ver a mi padre abrazando a mi mamá que estaba llorando.
En ese momento el piloto se comunicó con la torre de control, desde donde le ordenaron esperar pues había despegado otro avión con paracaidistas militares y era necesario esperar a que ellos aterrizaran.
Fue un verdadero trauma tener que bajarme otra vez del avión.

Volver a estar cerca de mi familia y mis amigos. Ver al público del evento mirando con suspenso. Y saber, que si hay algo que a mi me cause mucho malgenio, es… ¡Tener hambre! Estaba realmente desesperada por eso. Pero me negaba a comer, no lo haría, sabiendo lo que me esperaba…

Milton me pidió que lo acompañara a la carpa. No quería pasar de nuevo entre la gente, no me gusta ser observada y mucho menos ser el centro de atención. Además no es la situación más cómoda caminar con las pierneras del arnés apretadas, y después de hacer una especie de ‘Check List’ revisando que todo esté bien, no era aconsejable retirarlas. Sin embargo, ante la insistencia y la confirmación del piloto por el tiempo disponible, me tocó acompañarlo.

Llegamos y supe lo que pasaba. Era un cálido día de Julio en el Quindío y yo tenía una blusa de tiras. En el suelo sentía calor. Pero a la altura del salto, muy seguramente sentiría frío.
No llevaba un buso y la única opción fue usar una camiseta de patrocinio prestada de otro paracaidista, cuyo nombre no recuerdo, quien muy amablemente me la regaló.

En el camino de regreso “casualmente” nos encontramos un puesto donde vendían salpicón de frutas. Después me di cuenta que todo estaba planeado… Me explicaron que si saltaba con hambre era muy factible que me mareara, y yo quería disfrutar mi salto al máximo, razón por la cual debí aceptarle el ‘detallito’ a Milton y comerme un gran vaso de salpicón, que a propósito, ¡Estaba delicioso!

Llegamos de nuevo al avión, y supe que era hora de acomodarnos. Otra vez me despedí, afortunadamente no hubo tiempo de muchos protocolos pues debíamos despegar rápido. Llegó otra frase que nunca olvidaré: Mi papá le dio la mano a Milton, y dijo con los ojos como los del gato con botas en Shrek: “Hermano, confío en que usted también quiere llegar vivo al suelo”… ¡Realmente me gustó la forma de ver las cosas de mi padre! Entre besos de mi papá, rezos de mi mamá, y un ‘hasta pronto, ¡Disfrútalo!’ de mucha gente subí los escalones del avión.

Ahí estaba yo, entre un montón de desconocidos, a punto de cumplir eso en lo que había estado pensando los últimos meses...

Continuará...

Mi padre sacó un ratico de su ocupado y agitado día para tomarnos una fotografía.
 

Ahi estoy en el centro del grupo de salto. Se ven dos paracaidistas con sus vestidos "wingman" para planear con sus alas en caida libre.

A la izquierda “Puppy” y a la derecha Milton , mi piloto Tandem.
 
Estoy dentro del avión al fondo a la derecha, pensando... ¿Yo que carajos hago acá?

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Y esto apenas está empezando!
Buenos vuelos,
Manu

Lumediana dijo...

Esto parece una telenovela, me tienen enviciada!