Powered By Blogger

jueves, 30 de septiembre de 2010

BAUL DE RECUERDOS (2a parte)


Aquí estamos saliendo en otro salto y enseguida me sujeto de los pies de Felipín. Atrás uno de los paracaidistas nos sigue para tomarnos un video. Me sentía como un niño jugando en una inmensa piscina. ¡Demasiado divertido!



Otro video donde hice la salida “Horny Gorila” (“Gorila arrecho” como lo llaman graciosamente los paracaidistas) sostenido de los pies de Felipín. Atrás se ve el pueblo de Pahokee y el lago.



Continua la secuencia tratando de hacer “dock” para agarrarme de las manos con Felipe

Aquí Felipín me había dicho que mirara a la cámara y conseguí así esta excelente foto de esta secuencia.



Hicimos “dock” y después me solté virando para quedar de espaldas. Y luego de muecas y saludos a la cámara me retiré en “tracking” para abrir mi paracaídas.



Siempre me había soñado con un salto estilo “piscina” pues recuerdo cuando me daba pánico saltar desde el trampolín más alto de la piscina en Barranca.  Ahora, “burlándome” de ese miedo, puse mis manos en posición de clavado y me lancé desde el trampolín más alto que nunca antes había imaginado… ¡uno de trece mil pies de altura!



Aquí estoy intentando volar sentado cuando Felipín me estaba entrenando en el “free fly”. Me puse una pantaloneta para tener menos resistencia en las piernas pero esto no parecía ayudar. Recuerdo que con las manos trataba de hacer el efecto de alerón como en un avión pero era la posición de mi espalda la que no me dejaba sentarme.



En otro salto logré aplicar algo de la complicada teoría que me enseñaba Felipe y logré esta vez sentarme en el aire un poco más… claro que enseguida perdía el control y me iba de espaldas de nuevo.



Me fascinaba ver como se divertía este grupo haciendo un “trencito” de tres paracaidistas con el “hombre cámara” al frente.



Haciendo la salida “Horny Gorila” con un paracaidista brasileño. ¡Que tomas más increíbles!



¡Listo para otra nueva aventura!



Saludo a la cámara y después hago un doble “bote” hacia atrás. Luego me puse a subir y a bajar con respecto a Felipe extendiendo los brazos para frenar y volando de espaldas para acelerar.



Esta foto me la tomó mi viejo amigo cometista Jorge Gallego cuando fue a verme saltar a Pahokee. Aquí estoy frenándolo al máximo justo antes de tocar “deliciosamente” la tierra.  Este paracaídas es uno rentado antes de que empezara a usar el que me vendió Felipín.

Estos fueron algunos recuerdos de aquellos magníficos momentos en el paracaidismo. Los videos los pueden disfrutar en una secuencia de videos que hay en youtube :
Segundo Tandem: https://www.youtube.com/watch?v=_uJQ-D5KrdY
Recuerdos en el paracaidismo 2: https://www.youtube.com/watch?v=DKJJ3pVz8Yg&t=183s
Recuerdos en el paracaidismo 3: https://www.youtube.com/watch?v=DKJJ3pVz8Yg&t=183s
Recuerdos en el paracaidismo 4: https://www.youtube.com/watch?v=HH6Skz5ca7o
(Hasta el video 12)

miércoles, 29 de septiembre de 2010

BAUL DE RECUERDOS


Aquí reúno algunas fotos antiguas y fotos de videos en orden cronológico desde mis primeros saltos en Denver Colorado en los ochentas seguido luego por los que hice en Florida en los noventa. Disfrutenlas.


Aterrizando en el  “Paracomander” después de mi primera caída libre en mi salto numero doce en Boulder Colorado. Este paracaídas era el más avanzado antes de aparecer los rectangulares.



Mostrando el pequeño paracaídas piloto resortado que sacó el principal con mi mano izquierda y con la derecha la manija de apertura. Ya no era una cuerda o línea estática sino yo mismo quien había operado la apertura por primera vez ¡Estaba feliz! Había cumplido un sueño. Mi primera caída libre.



Este es el dibujo original que usé como base para la portada. Lo hice mientras trabajaba en una oficina soñando con saltar de nuevo en la Florida. Se me hizo muy especial, lo retoqué con un programa de computador, le corregi la proporción, le puse más nubes y lo traje como recuerdo a este libro en la portada (Inicio en el Blog.)

Foto de video saliendo en mi segundo salto Tandem en la Florida. Por fin empezaba a realizar mi sueño de iniciarme en la caída libre.



En secuencia de la foto anterior, aquí estaba mandando un beso a la hermosa paracaidista alemana Sussy que estaba tomando el video. Verla flotando al frente de nosotros era como ver la aparición de un ángel que venía del cielo a gozar del vuelo con nosotros. Estaba tan extasiado viéndola que no resistí y le mandé un beso aunque fue difícil por la fuerza del viento. Después de este salto inicie mi entrenamiento de caída libre en la escuela de Skydive America al norte en el condado Palm Beach.



Saliendo del Twin de Skydive America para seguir a Felipín. De los primeros videos que me tomó Felipe Hurtado sobre el aeropuerto de Pahokee. Aquí cometí el error de amarrarme un tenis justo antes de salir del avión lo que hizo que aterrizáramos más allá de lo previsto.



Siguiendo la secuencia en el video, aquí estoy acercándome a Felipín inclinando mis brazos hacia atrás. Recién había aprendido como acercarme o alejarme en caída libre y era fabuloso lograr cada vez más control de la posición en vuelo.



Otro video donde hacía por primera vez un “three way” con otros dos paracaidistas, Odín, el amigo Boliviano de Felipín y un gringuito que convencimos en la subida en el avión para que saltara con nosotros.



En secuencia de la anterior, Felipe se acerca y me hace una bella toma en video con el lago Okeechobee al fondo.



Luego me tomó esta hermosa vista sobre las plantaciones de caña de azúcar. Es aquí donde saco tiempo para respirar profundamente ese fresco aire de las alturas que tiene un aroma a sueños realizados.



Después de aterrizar le digo al Felipín con mi mano. – ¡Mi primer “three way” Felipín, tres, tres! –



Y al final del video esta a la derecha mi hijo Fernando acompañado de sus primitos y su tía Luz Ángela.

Felipín en un “head down” de cabeza hacia el planeta con otros dos amigos en una copia de un video de uno de ellos.



Aquí se separa del grupo y empieza a hacer sus maniobras de vuelo invertido en la modalidad de vuelo libre.

Continuará...

martes, 28 de septiembre de 2010

VOLANDO EN REVERSO


Preparamos con mi instructor de vuelo Rick (1990) un vuelo crucero desde Long Beach hasta un pueblo cercano a la famosa ciudad de Las Vegas. Sabíamos que había fuertes vientos en dirección a Las Vegas y que tendríamos fuerte viento de frente al regresar.

Salimos de Long Beach en una Cessna 152 que es un avión de solo dos puestos. En vuelo conversábamos con Rick sobre sus futuros proyectos como piloto de aerolínea.
Vimos pasar cerca un jet MD–80 y sonriendo me decía que ese era su avión favorito. El eligió este trayecto para así poder hablar y presentar su hoja de vida con el jefe de pilotos de una aerolínea regional que se encontraba basada en el aeropuerto a donde íbamos.

En el trayecto tuvimos que cambiar varias veces de nivel pues había mucha turbulencia. Sobrevolamos pronto Las Vegas ayudados por el fuerte viento de cola. Llegamos al pequeño pueblo situado como a unos diez minutos de vuelo mas adelante. Parqueamos el avión y mientras Rick se quedó hablando con el jefe de pilotos yo aproveché y me fui a caminar por el pueblo.

Parecía como si estuviera en la mitad de una película de esas del oeste. La iglesia y las casas alrededor tenían un estilo muy conservador y parecían de mentiras. Volví al aeropuerto y preparamos el vuelo de regreso. Según los cálculos, debido al viento, llegaríamos con las justas de combustible a Long Beach.

Despegamos, pasamos de nuevo cerca a Las Vegas y con el atardecer se podían ver ya sus mil luces empezando a iluminar su mundo de fantasía. Tal vez con el calor del día acumulado la turbulencia empeoró. Me sentía montado en un potro salvaje que no quería calmarse. Rick empezó a preocuparse pues teníamos que cambiar de nivel de vuelo a menudo y eso nos aumentaba el consumo de gasolina poco a poco.

Después de pasar unos cerros pude ver que al fondo habían unas montañas un poco más altas y los dos sabíamos que estábamos entrando en un área de rotores. Preciso más adelante empezamos a sentir una fuerte descendente. Había momentos en que para mantenernos en la misma altitud teníamos que colocar toda la potencia. Decidimos desviarnos un poco y eso nos ayudó a salir de esta área.

Las sombras de la noche se cernían rápidamente sobre nosotros. El instructor me dijo que subiera hasta ocho mil pies para evitar la zona de turbulencia. Vi que seguía preocupado y me dijo que volara sobre la vía principal que iba a Los Angeles por seguridad en caso de falla de motor. Empezamos a hacer cálculos y todo indicaba que ya no tendríamos combustible para llegar. Me dijo – No estoy seguro de nuestra velocidad en tierra – Le dije que según mis cálculos era de solo treinta millas por hora con respecto a tierra.

Me quedé mirando por mi ventana la luz de una casa abajo nuestro para poder medir mejor cuan rápido íbamos. Mire a mi derecha a Rick haciendo sus cálculos con mapa en mano y cuando volví a ver por mi ventana la luz de aquella casa se me heló el estómago. No podía entender lo que veía. !La casa estaba ligeramente mas adelante!… !No estábamos avanzando!…es más !Estábamos volando en reverso!

Le dije a Rick que de seguro nos habíamos metido en una zona de vientos de altura casi huracanados. Me dijo que subiera más para poder pasar esta zona. Pero mi experiencia en vuelo de montaña me hizo tomar la palabra y le dije – No Rick, si subimos más, allá arriba el viento va a estar mas fuerte... mejor bajamos  donde no esté tan fuerte. – Se quedó pensando y me dijo – Si tiene razón, mejor bajemos. –  Para poder avanzar nos tocó poner casi toda la potencia y con esto sabíamos que no podíamos llegar a Long Beach.

Me dijo,  – Carlos, no alcanzamos a llegar con este viento. Voy a buscar un aeropuerto más adelante para pasar la noche. – Me señaló adelante hacia la oscuridad de la noche y me dijo. – Allí en la mitad de ese valle esta un pueblo llamado Hesperia… ponga rumbo hacia allá. – Miré hacia adelante y no veía nada. – Lentamente fuimos llegando hasta que vimos algunas luces de aquel pequeño pueblo y le dije – Rick, yo no veo la pista… a lo mejor esta apagada. –

Enseguida Rick puso una frecuencia especial, apretó el micrófono varias veces y como por arte de magia se prendieron las luces de la pista entre la turbulenta oscuridad. – !Waoooo! – dije.  Rick me miró y dijo  – !Magia! Me sorprendí  pues nunca había visto en vivo como un piloto desde un avión encendía las luces de un aeropuerto desde su cabina.   – Algo más había aprendido esa noche aparte de la angustia de desviarse a otro aeropuerto por falta de gasolina.

Inicié la aproximación pero a medida que nos acercábamos al aeropuerto la turbulencia era peor. Nuestra pequeña Cessnita brincaba y pataleaba cual potro buscando escapar. Me acerqué a la pista y cuando ya estaba a punto de aterrizar experimenté uno de los sustos mas tremendos que haya tenido en vuelo. Una ráfaga hizo subir fuertemente la nariz del avión y luego al tratar de compensar sentía que el avión se me iba a desplomar sobre la pista. Grité del susto y Rick rápidamente me ayudó colocando más potencia.

Con serenidad me dijo, – Tranquilo, cuando le pase eso simplemente ponga un poco de potencia. – Estabilicé el avión y lo aterricé. Parqueamos el avión cerca de una estación de servicio. No había torre y parecía un aeropuerto fantasma pues no se veía movimiento por ningún lado. Afuera estaba haciendo bastante frio y le presté a Rick mi suéter para que fuera a llamar por teléfono a un taxi que nos llevara al pueblo.

Regresó al avión para esperar y recuperar calor. Cuando apareció el taxi nos bajamos, rápidamente aseguramos el avión y tomamos el taxi al pueblo. Buscamos un motel donde pasar la noche.  Me senti apenado con Rick al decirle que nos tocaría en el mismo cuarto pues no tenía dinero suficiente.

Cuando llegámos a donde el encargado nos reiamos pues cualquiera  pensaría que eramos un par de “novios” buscando un sitio retirado donde acostarnos. Asi que Rick le dice sonriendo al señor – Se que no nos va a creer pero somos dos pilotos que nos tocó aterrizar aqui por el fuerte viento. – Se nos quedó mirando y dijo  – Si ustedes lo dicen…–  Y enseguida todos nos echamos a reir.

Al día siguiente al ver que no mejoraban las condiciones Rick llamó a un amigo para que nos recogiera por tierra ya que no estábamos tan lejos de Long Beach. Le agradecí el viaje, llenamos mi bitácora de vuelo y me fui para mi apartamento en Los Angeles cometiendo el error de pensar que Rick iba a ir de regreso a Hesperia a recoger el avión. Recibí luego tremenda cuenta de la escuela por la recogida del avión.

Este vuelo fue una experiencia increíble, enriquecedora y bastante... turbulenta!

lunes, 27 de septiembre de 2010

MI GLORIA


Fue en un hermoso salto al oeste de Miami en el aeropuerto de Homestead (2004).
Organizamos con Javier y Pipe, unos amigos colombianos, un salto juntos y Felipín como jefe de la "recocha" y hombre cámara. Nos divertimos como niños pequeños tratando de hacer una formación en triángulo (three way).

Posición de 3 paracaidistas " Three way"

Una vez llegó el momento del “tracking” para abrir pude ver una gran nube resplandeciente abajo mío. Esperé a estar bien cerca y abrí justo al lado de ella. Viré mi paracaídas de tal forma que empecé a volar al lado de la nube. Para mi sorpresa el sol proyectó en la nube mi silueta enmarcada por un brillante arco iris que se movía conmigo. Nunca había visto por tanto tiempo mi propia “gloria”. Aqui les traigo una secuencia de fotos que le tomé al video que ese dia hicimos de esos dos saltos y al final el link del video. 


Pipe nos mira y dice a la cámara, – Oiga Felipe, 
esos manes están como corridos de la teja…
no se si saltar con ellos…es más... yo no los conozco. –



Y ahí estoy haciendo como ¡El pájaro Loco! !Ja,ja,ja, ji, ja!


Javier siguiéndome la cuerda…de los locos.


Y el director de la manada de locos… ¡Felipín!


Los dos Felipes listos para saltar.



¡Encuentro en el aire! Javier a la derecha, Pipe al fondo.


Tratamos de hacer cambio de posición con giro y 
dock lateral pero terminamos desordenándonos.
 Ahí voy de regreso a ellos.



Me alejé para iniciar el tracking y Felipe
 se unió a Pipe y a Javi para hacer otro dock.



. Siempre que vemos el video nos reímos 
de los cachetes “presurizados” de Javier.



Vuelo cerca del grupo mientras que Pipe mira su altímetro.
 Ya estamos acercándonos a las nubes por los siete mil pies.
 Miren mi cara....!Estoy disfrutando cada segundo!



Ahí estoy con Pipe preparándonos para el segundo salto del día.






Javier y Pipe inician el tracking juntos.



En pleno tracking como dos superhéroes 
de las fantasías de mi niñez. !
Que toma más espectacular hizo Felipin!



Felipe lleva la mano al frente para estabilizarse
 mientras abre su paracaídas y deja ver 
en su altímetro que marca los cuatro mil pies.



Aquí estoy aterrizando con casi cero viento
 lo que exige mucha precisión en el frenado.



Y observo como cae y se desinfla mi paracaídas
 al que ellos llaman “el potro” por lo difícil de domar.


En esta foto de otro video se alcanza a ver 
un círculo resplandeciente al lado superior izquierdo
 con mi sombra en el centro… ¡Mi gloria!

Link del video para que lo disfruten:

sábado, 25 de septiembre de 2010

EMERGENCIA EN ALASKA


Justo en estas épocas (1990) una de estas tripulaciones de Korean Air Cargo tuvo tremenda emergencia en un vuelo con rumbo hacia oriente.

Yo estaba trabajando en la bodega de carga de Korean Air Cargo y recuerdo haberlos visto aquella noche saliendo hacia el avión.

Era raro cuando tenía la oportunidad de verlos y aunque ellos no sabían que yo era piloto los saludaba con entusiasmo y ellos me saludaban de regreso con su típica sonrisa “coreana”.

Los tres, piloto, copiloto e ingeniero de vuelo eran coreanos, pues a veces habían americanos en las tripulaciones. Los veía con envidia de la buena cuando abordaban el poderoso Boeing 747 carguero. Pero justo este vuelo...  nadie lo hubiese querido abordar.

Despegaron de Los Ángeles y colocaron rumbo creo hacia Tokyo. Tenían que sobrevolar el estado de Alaska.

Cuando sobrevolaban Ankorage, la capital, no se percataron que uno de los volcanes había estado soltando inmensas columnas de humo y ceniza. Con tan mala suerte que entraron justo en un área con mucha concentración de ceniza. La ceniza actúa como extintor de fuego para estos motores turbo-fan y sin misericordia apagó los cuatro motores al mismo tiempo.

Vino enseguida la agonía de tratar de iniciar los 4 motores y en el proceso perdieron tanta altura que pensaron en meter el avión en el mar pues ya el angulo de planeo no alcanzaban al próximo aeropuerto.

Afortunadamente entraron en aire limpio y pudieron poco a poco encender la valiosa llama de cada motor.

 Recobraron su altura pero decidieron volver a Los Ángeles por seguridad.

De casualidad yo estaba en la bodega cuando los vi llegar. Miraba con extrañeza hacia la rampa y le pregunté a un supervisor coreano, – Que hace ese avión aquí a esta hora? – Me respondió mientras corría hacia el avión, – !Tuvieron una emergencia…casi se matan! –

Cuando bajaron y pasaron delante mio estaban tan pálidos que parecían fantasmas.

Sus caras no solo reflejaban cansancio sino frustración y alivio al mismo tiempo. Parecía que hubiesen salido de ver una película de terror. Esta vez no hubo ni saludo ni sonrisas… simplemente porque hacia unas horas acababan de escapar de las garras de la muerte .


Boeing 747 carguero de Korean Air Lines.

viernes, 24 de septiembre de 2010

SORPRESAS


Este día por el año 1998 en el sur de la Florida, estuvo lleno de sorpresas y entre ellas la que yo considero mi única y más aterradora emergencia en el paracaidismo.

Subíamos en circulos apaciblemente con un grupo de paracaidistas sobre el aeropuerto de Pahokee y llegó la primera sorpresa.

Al igual que la historia anterior el piloto nos dijo que se había formado una nube de tormenta sobre la zona de salto. Todos se pusieron de acuerdo para que fuéramos a saltar sobre otro pequeño aeropuerto de aviones fumigadores cerca de Pahokee.

Yo estaba bastante inexperto para este entonces y pedí explicación de que era lo que estaba sucediendo. Ellos me dijeron que tranquilo que los siguiera.

Llegamos a la altura indicada, salí del avión y recuerdo que delante mío iban un par de amigos que estaban divirtiéndose de lo lindo haciendo toda clase de acrobacias en caída libre. Estaba sobre ellos ligeramente atrás por seguridad gozando del espectáculo circense que me ofrecían.

De pronto vino la segunda sorpresa. Escuché el ruido de un motor turbo hélice de un avión que pasaba con respecto a nosotros de abajo hacia arriba y ante mis incrédulos ojos vi como este avión rasgaba el aire justo al lado de mis dos amigos.

Ellos detuvieron sus acrobacias de inmediato observando el avión pasar hacia arriba. ¡Si yo le vi la matricula al avión creo que ellos le vieron hasta los remaches!

!No podía creer lo que acababa de ver! Seguimos el otro resto de caída libre paralizados del susto por lo que vimos. Ellos abrieron sus paracaidas y enseguida llevé mi mano a la manija esférica de mi paracaídas piloto que se encuentra en un bolsillo en la parte de abajo del morral de mis paracaídas.

Sin darme cuenta uno de mis dedos cogió fuertemente tela de este bolsillo impidiendo que mi mano sacara el paracaídas piloto.

 Mi corazón se congeló. Volví a halar con fuerza y no salía. En ese momento la teoría ordena operar el paracaídas de reserva.

Me llené de un intenso frió al sentir que el susto se iba convirtiendo ya en horror. Al frente de mis ojos podía ver mentalmente un letrero con letras rojas incandescentes gritándome… – ¡RESERVA!…!ABRA SU RESERVA! –

Sabía que máximo eran dos intentos sin embargo con todas mis fuerzas y gritando halé una vez más soltando mi dedo del bolsillo y esto liberó la flor de la vida.

Que alivio ver inflarse completamente al paracaídas principal en el lugar donde casi me toca abrir el de reserva.

Sentí por primera vez lo rápido que es una emergencia y el poco tiempo que hay para reaccionar.

Enseguida vino la siguiente sorpresa.

Todavia tembloroso por el susto inicié la aproximación a la zona de aterrizaje mientras buscaba en este nuevo aeropuerto alguna señal que me indicara la dirección del viento.

Nada.

Busqué algún paracaidista que estuviese aterrizando.

Nada.

Estaba desorientado pues no tenía el lago Okeechobee cerca para saber cual era el norte.

Entré en una aproximación final errónea al aterrizaje y al darme cuenta que estaba muy rápido para aterrizar toqué tierra con un pie, recogí mis brazos y mis pies y caí dando un doble bote en el piso.

Menos mal supe protegerme o me hubiese roto algo!  Gracias al Eterno no me pasó nada!

Fue un día oscuro, lleno de espectáculos, sustos, emergencias y de fuertes…sorpresas.





Estudiante llevando su mano a la manija de apertura del paracaidas piloto.
 Este pequeño paracaidas se encarga de sacar el principal de su bolsa.

miércoles, 22 de septiembre de 2010

EN EL JUMBO DE KOREAN


Algo que me gustaba de mi trabajo en la bodega de carga en el aeropuerto de los Angeles (año 1990) es que disfrutaba ver de cerca muchos aviones en las diferentes pistas y además estaba en contacto con los imponentes jumbos 747 azul celeste de la compañía Korean Air Cargo.

Mi trabajo consistía en transportar contenedores dentro de la bodega con montacargas eléctricos o de gas. También con aparatos especiales bajar la carga desde los aviones y colocarla dentro de la bodega o viceversa cuando iba a salir algún vuelo. Sabía que me iban a pedir que trabajara toda la noche pero le dije al jefe que yo también estudiaba y que prefería trabajar durante el día.

Se sorprendió cuando le dije que estudiaba aviación y me autorizó a trabajar en el día. Me gustaba ver a los tripulantes cuando salían o llegaban de vuelo. Se veían extraños entrando con sus uniformes dentro de una bodega, simplemente estaba acostumbrado a verlos en el terminal de pasajeros.

Algunos de mis compañeros, la mayoría mejicanos, no me creían que yo podía volar un avión y me decían, – !Pinche Carlitos, si no puedes manejar el forklift (montacargas) menos vas a menejar un pinche avión!…!Nooo maaames! – Me hacían reir bastante.

Un día que estábamos barriendo afuera en la rampa con uno de estos incrédulos mejicanitos se me ocurrió hacer una pilatuna.
No había casi trabajo en la bodega y le dije que aprovecháramos y nos subiéramos al jumbo para mostrarle la cabina y explicarle todo sobre los controles. – Nooo cuate, nos chinga el supervisor si nos ve! – Me dijo, pero lo animé diciéndole – Esos coreanitos están ahora almorzando y los de seguridad también, aprovechemos! – Y nos subimos por las escaleras externas al avión. Localizamos una segunda escalera dentro del avión que nos llevaba a la cabina de mando. Entramos y el mejicanito todo asustado me decía que no tocara nada y que mejor nos regresáramos.

Me senté en el puesto del capitán y le dije que se sentara en el puesto del copiloto. Apenas le empecé a mostrar para que servía cada control empezó a abrir la boca como si estuviera viendo una película de acción. Yo mismo me sorprendía encontrando los diferentes controles e interruptores pues nunca había estado en la cabina de un 747 y todo lo que le explicaba era basado en lo que recordaba de mi entrenamiento en el Boeing 727 en Avianca.

Después de unos minutos nos bajamos y el mejicanito le decía a los compañeros – Este chingao Carlitos…si era verdad que había volado aviones, huey, me explicó toda esa chingadera que había allá adentro de ese avión, !Nooo maaames huey! –


Jumbo de carga de Korean Air

martes, 21 de septiembre de 2010

EN LA CAÑA DE AZUCAR

Fue otro día de salto también a inicios del 2000 en el aeropuerto de Pahokee.
Durante el ascenso en el avión el piloto nos alertó que los vientos abajo habían cambiado súbitamente y se estaba formando una espesa nube sobre el aeropuerto. Yo había hablado con un instructor puertorriqueño para que ese salto lo hiciéramos juntos.

Llegamos a los catorce mil y nos lanzamos al océano del aire. Después de hacer varias maniobras me alisté para virar y retirarme para abrir el paracaídas pero el instructor se acercó y agarrándome de nuevo de los brazos me indicó que no me retirara todavía pues estábamos entrando en una nube muy gruesa y por seguridad era mejor esperar hasta salir de ella.



Nos sumergimos en un mundo gris y me parecía estar viviendo algo fuera de este planeta. El instructor con sus oscuras gafas parecía un extraterrestre flotando al frente mío. Nunca había estado tanto tiempo en caída libre dentro de una nube. El instructor veía su altímetro constantemente esperando que saliéramos de la nube y así abrir enseguida.

Entramos en la altura crítica y me soltó señalándome que abriera de inmediato. Dentro de este mundo gris viré hacia atrás para apartarme de él pensando en que momento esto acabaría y justo cuando solté al aire mi paracaídas piloto todos los colores volvieron a mi pantalla mostrándome el majestuoso paisaje verde a mi alrededor.

El cambio súbito de “película” me dejó maravillado pero pronto me vino el gran interrogante. – ¿Dónde estoy? – Cuando miré a mí alrededor vi que no solo yo sino todos los demás estábamos bastante retirados del aeropuerto y debido a los vientos tendríamos que aterrizar fuera del aeropuerto.
No tenía otra opción más que un inmenso campo de caña de azúcar abajo mío.

Recordé la teoría de mantener los pies juntos y frenar un poco más alto de donde yo creía era el nivel de la tierra bajo las hojas. Mientras me acercaba pensaba que la caña no parecía muy alta pero al llegar me di cuenta que estaba equivocado y apenas sentí que entraba en este mundo verde frené al máximo y con los pies juntos hice un suave aterrizaje cayéndome de lado al enredarme con las cañas.

Yo estaba bien pero al ver a mí alrededor me sentí rodeado de una verde jungla más alta que yo. Por un momento me desorienté y no sabía para donde caminar. Me detuve un momento a pensar en mi última posición antes de aterrizar y así me guié para salir a “ciegas”al camino más próximo.

Una camioneta del sitio de salto se acercó para recogernos a las afueras de la plantación. Me dio mucha gracia ver a una chica subiéndose a la camioneta con su pierna y su brazo llenos de lodo diciendo – Aterricé bien pero el viento me tumbó y me arrastró sobre el terreno labrado… ¡Y no quería ensuciar mi traje! – Que contraste…yo agradecido porque no me pasó nada y la otra brava porque se ensució!

Pienso que ha debido aterrizar como yo… en el dulce mundo… de la caña de azúcar.



Plantación de caña de azucar en Clewiston cerca de Pahokee en Florida.