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domingo, 13 de junio de 2010

BILLARES VICTORIA


Estaba recién casado con Cony (año 1987) y aprendía día a día sobre el nuevo mundo del matrimonio, de la convivencia y de la lucha diaria por conseguir lo necesario para subsistir. Ya mis padres me limitaban mucho la ayuda económica y el haber acabado de estudiar representaba ya una nueva fase en la que tenía que conseguir cualquier trabajo para llevar comida a la casa y pagar el arriendo.

El barrio en el que vivíamos era de bajo estrato social y afortunadamente esto nos hacia mas barato el vivir ahí.

El padre del vecino era dueño de uno de los famosos billares de la avenida Caracas, la principal avenida en Bogotá. Se llamaban Billares Victoria.

Le pregunté que si me podía dar trabajo y afortunadamente conseguí que me diera la posición de ayudante en sus billares.

Hablé con el capitán Chagui y conseguí que me prestara los grandes y pesados manuales del jet. Decían en la portada “Boeing B–727 Systems Manual” y de solo tenerlos en la mano me causaba una emoción especial.

Un día coincidencialmente me encontré con mi amigo piloto, Manolo Gutierrez, en el bus de regreso de una de mis idas a las oficinas de Avianca y me decía que no me creía que estaba llevando en serio esos manuales. No me creía que estaba ya empezando a estudiar.

Le expliqué que los estaba estudiando para adelantarme en caso de que lograra entrar al curso. Pensaba que solo los cargaba para aparentar. En efecto había decidido empezar a estudiar los sistemas del avión sin ni siquiera haber entrado al curso.

Tenía la intuición de que si llegaba a entrar y no estaba preparado podía perder fácilmente el curso. Me dijo que de verdad estaba muy optimista si pensaba que iba a lograr que me llamaran. Pero yo seguía en mi empeño.

Una noche trabajando en los billares decidí ponerme a estudiar los manuales pues tenía bastante tiempo libre. Me senté en el bar y después de servirle un trago a un cliente que jugaba billar, abrí uno de los manuales y empecé a estudiar.

No había notado que el cliente se me había quedado al frente observándome y ya con sus tragos encima me dice con voz de borracho – Oiga joven.... usted parece un seminarista estudiando la biblia, je,je –

Nos reímos y me quedé pensando que en realidad cual cura aprendiz estaba entrando a la fase de fuerte estudio y olvidarme de los placeres mundanos por un tiempo si de verdad quería aprenderme ese avión.

Terminaba de trabajar como a las dos de la mañana y tenía que tomar un bus que pasaba como a las cinco de la mañana para poder llegar a nuestro apartamento pues estaba un poco retirado hacia el norte.

Entre las tres y las cinco íbamos con el supervisor a tomarnos una cerveza y a charlar para matar el tiempo. Estuve como un mes en este trabajo donde me sentía como “seminarista” que se había escapado a la vida nocturna de los billares de Bogotá.


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