Gustavo Rojas ha sido como mi hermano en el aeromodelismo aquí en la Florida (2010). Hemos compartido bastante nuestra fiebre por los planeadores de radio y no solo eso sino que he sido su mentor en la aviación profesional. ¡Ya ha logrado más licencias de piloto que yo! Está adentrándose en el mundo comercial de la aviación. Trabajó como piloto en Puerto Rico y ahora como copiloto del B-767 en Lan Peru en su pais. Estoy muy orgulloso de sus avances y espero que la vida le siga trayendo más regalos.
“Del sueño a la realidad”
Cuando era aun un niño siempre me llamó mucho la atención todo aquello que volara, desde el vuelo de un insecto, un ave y cualquier invención del hombre.
Sin duda sabía que cuando creciera quería ser piloto profesional. Mi niñez se caracterizó por dedicar la mayoría de mi tiempo a fabricar lo que en mi país Perú llamamos cometas, conocido por otros como papalote o en inglés kites.
Siempre me interesó fabricar por mis propios medios cometas que salieran fuera de lo común pero sin descuidar su eficiencia para que pudiesen volar más alto que otras cometas que algunos amigos tenían.
Mi campo de prueba no era un parque, sino más bien el techo del edificio en donde vivía. Hoy en día que ya han pasado más de treinta años aun se puede ver en una antena muy alta de la estación de bomberos, que queda frente al edificio donde vivía, pedazos de esqueletos de algunos proyectos que se quedaban enredados en su intento de alcanzar buena altura.
Esta antena es mudo testigo de tantas pruebas que realizaba cuando trataba de perfeccionar algún diseño.
Al pasar los años tuve la enorme alegría de leer un artículo sobre aeromodelismo en un diario local de mi país. Tenía solo ocho años y recuerdo claramente que lo guardé como una joya pero a su vez fue un reto que me tardó casi un año encontrar lo que llamaban la madera “balsa” y mientras la encontraba empecé a construir un pequeño planeador con otro material similar pero que no era el adecuado ya que era muy pesado. Y aún así asombrosamente, el pequeño aeromodelo, no dejaba de darme sorpresas cuando al lanzarlo con todas mis fuerzas realizaba espirales en su vuelo, entró una vez por una ventana abierta del vecindario y cuando lo daba por perdido volvió a aparecer volando por otra ventana.
En uno de estos vuelos extraños de mi pequeño planeador, caprichosamente se metió en una casa desconocida que quedaba a la vuelta de la casa y al tocar la puerta para preguntar por mi planeador, para mi sorpresa salió a recibirme con mucha ansiedad un muchacho de la misma edad mía que sabía se trataba de un aeromodelo y me lo entregó con mucha delicadeza por estar algo fracturado. Al igual que yo él era un entusiasta de la aviación pero lo que nos diferenciaba es que al invitarme a pasar a su casa me mostró dos o tres planeadores similares al mío pero construidos ¡con la famosa madera balsa que yo aún no podía encontrar!
A partir de ese momento nos convertimos en amigos inseparables y tuve la suerte de dar un gran salto en la práctica de este deporte aprovechando el conocimiento con que contaba mi nuevo amigo.
Los dos tuvimos la oportunidad de crecer practicando casi todos los distintos niveles que existen en este hobby. Nos dió grandes satisfacciones ver nuevos proyectos cada vez más grandes y complicados, despegar, volar y aterrizar. Sin embargo a pesar que después de varios años de práctica logramos ser pilotos a control remoto, siempre recordamos y practicamos con nostalgia lo que un día fuera nuestros inicios con planeadores hechos de madera balsa sólida para ser lanzados a mano, los que se conocen como “hand launch”.
La búsqueda constante de la perfección hizo que en dos oportunidades el alumno superara al profesor, por lo que ambos mantenemos gratos recuerdos de competencias a nivel nacional en donde ambos estuvimos recibiendo medallas simbólicas de oro premiándonos en un podium por alcanzar el primer y segundo puesto.
Ahi estoy en el centro del podium. |
Con el grupo de pilotos competidores, yo en el centro con un planeador acrobático amarillo y naranja. |
La fama alcanzada en estas competencias hizo despertar en mí el deseo de tener mis propios diseños de planeadores para poder ser utilizados según el tipo de competencia en un futuro. A raíz de esta inquietud me propuse diseñar un planeador que tuviese la característica de ser fácil de maniobrar, veloz y que se comportara en vuelo invertido tan normal como nivelado.
Pero a todas estas características le tenía que agregar que fuera de fácil transporte, puesto que en mi niñez mi grupo de amistades no contaba con auto para poder viajar hacia el sur de la ciudad donde la geografía del terreno era apropiada para volar nuestros aeromodelos, así que estos viajes tenían que ser en ómnibus, llenos de pasajeros y nosotros teníamos que viajar con nuestros planeadores de hasta tres metros de envergadura desensamblados para hacer un bulto fácil de transportar.
Obtuve como resultado un diseño propio al que bauticé con el nombre de “Feroz”.
Una de las variaciones del Feroz. Atrás se alcanza a ver un ala delta que vuelan también en esta área. |
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