jueves, 3 de junio de 2010
MURIO MI ALUMNO
A finales del 87 me gradué como piloto comercial y estaba muy contento por haber logrado mi tan ansiado sueño.
Debía recoger en el Aeroclub algún documento de mis vuelos y decidi pasar por la escuela. Cuando llegué me encontré con la agradable sorpresa que uno de mis alumnos del colegio Liceo de Londres, en el que yo fui profesor, se encontraba allí iniciándose como estudiante de aviación.
Era Rafael Payares. Me miró sorprendido y con una gran sonrisa me saludó y les dijo a sus compañeros, – ¡Miren, el fue mi profesor en mi colegio y quien me motivó a entrar en esta escuela! – Lo saludé y le desee lo mejor.
Estaba tan contento de verlo ahí. Me sentía muy orgulloso de saber que yo era alguien importante para él. Yo fui su profesor de dibujo técnico cuando él estaba en el ultimo curso de bachillerato.
Recuerdo que el primer día de clases cuando me presenté ante el curso les hice unos dibujos en el tablero acerca de mis aficiones y de lo que yo estaba en ese momento estudiando. Cuando dibujé un avión mi alumno enseguida dijo – ¡Aviación!... ¡Yo también quiero ser piloto! –
Me quedé sorprendido de saber que había en mi clase un futuro piloto y muy contento le dije que era muy importante esta clase para la educación de un piloto debido a que la navegación aérea comprendía muchos gráficos y perspectiva tridimensional.
Hablábamos mucho en los recreos sobre aviación y fue ahí en un descanso que le estuve hablando de la escuela Aeroclub donde yo estaba estudiando. También le contaba sobre lo costosa que era esta carrera y las dificultades que traía.
El muy motivado me decía que su padre lo apoyaba en su decisión y estaban ya buscando la financiación para entrar a estudiar.
Como un mes después de que nos vimos volví a pasar por Aeroclub y recibí la dolorosa noticia de que mi alumno con su instructor se había matado en un vuelo de entrenamiento haciendo trabajo de pista. Entraron en una pérdida y al tratar de aterrizar de emergencia se estrellaron contra un pequeño rancho.
No podía creerlo. Me dio una tristeza muy profunda mezclada con frustración de saber lo corta que había sido su carrera. Sentí como si se me hubiera matado un hermano menor al que quería seguir motivando para que siguiera volando. Todavía podía sentir su presencia. Era como si estuviera en la mitad de una macabra coincidencia... justo a la única persona a quien yo había traído hasta Aeroclub.
Rafael, estoy ahora mirando hacia arriba, hacia ese cielo donde se que sigues volando. Te dedico estas letras y se que siempre estaremos volando juntos.
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