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miércoles, 9 de junio de 2010

PRIMERA ECHADA


Noviembre de 1986. Después de haber logrado entrar a las oficinas de Avianca para aplicar pensé en tratar de asistir a alguna clase de simulador básico para asi reforzar mis chances de entrar. Pensaba que si me veían observando sus clases pensarían que estaba bastante interesado y eso me podría ayudar.

Varios meses antes había venido a visitar los simuladores básicos para tomar una clase que Aeroclub nos consiguió como parte del entrenamiento.

Volví a mi anterior “treta” de ponerme mi uniforme para que no tuviese problema para entrar. Me dirigí hacia donde yo recordaba estaban estos simuladores. Entré y nadie me detuvo.

Era un cuarto grande donde había unos tres simuladores “Dehmel” y un hermoso y gigantesco CPT o simulador de procedimientos. Los Dehmel eran prácticamente la mitad del panel de instrumentos del jet 727 y el CPT estaba armado dentro de la nariz de un 727 que salió de servicio.


Aquí estoy en el CPT (Cockpit Procedures Trainer) del 727 de Avianca donde
estudiábamos para prepararnos para el “verdadero” simulador.

Me acerqué a uno de los simuladores donde estaba un copiloto entrenando y le dije que si podía observar y ayudarle con la lista de chequeo. Me dijo – ¡Claro! Estoy estudiando pues pronto me mandan al simulador en Denver. –

Me preguntó que donde trabajaba y le dije que estaba esperando mí licencia y que volaba de vez en cuando de copiloto. Me dijo, – Usted es como yo, estamos aquí porque de verdad nos corre la aviación por nuestra sangre. – Me sentí aliviado de sentir que un copiloto me hablara de forma tan amigable y eso me calmó el susto que tenía de estar en terreno “prohibido”.

Poco a poco fui cogiendo confianza y empecé a ir otros días también a asistir a algún copiloto que estuviese estudiando. Un día uno de los copilotos me presentó con uno de los instructores y le explicó que yo estaba observando y que estaba interesado en entrar a Avianca.

Este instructor era un capitán retirado ya en sus sesenta nacido en Barranquilla con un claro humor costeño. Era el capitán Mejía instructor de simuladores Dehmel. Me dijo, – ¡Ahjaaa! Veamos que es lo que este “mago” sabe, súbete a este simulador y te pongo un ejercicio. – ¡No podía creerlo! Le había caído bien y me estaba invitando a volar el simulador. Sin vacilar me senté y seguí sus instrucciones para iniciar una aproximación al aeropuerto de Opalocka en la Florida.

Después de varias aproximaciones me puso un ejercicio de entrada a un patrón de espera. – ¡Ahjaaa y ahora como le vas a entrar! – Le respondí – hee, en paralelo–, y me dijo – ¡Uhh, uhh! – Me di cuenta que yo estaba confundido y le dije –Ah no, la entrada es en directo. –, Y me respondió en voz alta, – ¡Mandaaaaa huevoo!... ¡Ehecheee no jooodaaa, te queda solo una respuesta! –, Y no pude contener la risa. Me sentía tan dichoso de estar recibiendo este regalo de este capitán y de mi angelito. Me sentía en medio de un milagro. Pero este no duro mucho.

Al siguiente día fui y me acomodé al lado de un copiloto para estudiar cuando el jefe de la escuela de vuelo, el famoso ingeniero de vuelo retirado León Vieira, me hizo señas con el dedo de que me acercara . Fui a su lado y me dijo – Mire señor, ¿Si ve ese letrero en la entrada del salón? “Se prohíbe la entrada a particulares”. – Traté de defenderme y con un nudo en la garganta del susto le dije algo que inventé en ese momento – Mire lo que sucede es que estoy ya en proceso para entrar a Avianca y me dijeron que podía venir a estudiar en los simuladores”. – Y me respondió, – Hasta que no este en curso no puede entrar, así que... ¿Si ve la puerta por donde entró? Por esa misma se va. – Y con el estómago en la boca salí sintiéndome bastante frustrado pero dentro de mi se estaba ya armando la siguiente estrategia para continuar con la lucha. Era una batalla que estaba hasta ahora comenzando y estaba determinado a seguir luchando.

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