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martes, 22 de junio de 2010

LAS HISTORIAS DE JUAN PABLO (3a parte)

Apareció un gringo

Después de ese primer vuelo de Neusa, vinieron muchos más. Se cogió experiencia, los vuelos fueron cada vez más largos y los paseos se hicieron más sabrosos. Cierto día íbamos para Neusa como siempre en el Land Rover modelo sesenta y pico de Tito. Íbamos a toda por esa autopista como a 75 km/h pues no daba más, je,je.

De repente llegando a Briceño se nos atraviesa un tipo en la mitad de la carretera. Pues era un gringo cometista que estaba de intercambio y se había venido a vivir a Sopó porque le habían dicho que ahí se volaba en cometa. Lo que no le dijeron era que en Sopo se volaba pero en Diciembre y Enero por la dirección del viento y estábamos en Julio. Pues se subió en el campero y seguimos.

Era viernes y nos íbamos a quedar acampando hasta el domingo en la tarde en Neusa. Esa noche el gringo no se acordó que pasó con tanto aguardiente que tomó, je,je.

Al siguiente día, nos levantamos y nos pusimos a arreglar y a limpiar nuestra zona de camping y a eso de las 10:30 comenzamos la subida hacia el sitio de despegue. Yo estaba esperando mi paracaídas de reserva que llegaría con otro piloto pero no llegaba aun. Había un arnés sin paracaídas disponible.

El gringo me pidió una cometa prestada y dijo que volaba el arnés sin el paracaídas. Nos miramos todos y nos dijimos… – Bueno, si él quiere… allá él, ¿Cierto? – Tito me prestó su cometa con su equipo y volé por primera vez su cometa. Era una Mosquito. Linda, rápida y ágil.

Al fin el gringo voló.  Llegó mi paracaídas y a eso de las 3 de la tarde pude hacer mi segundo vuelo ya en mi Comet. Mis vuelos y mi técnica mejoraron. Como no tenía dinero para comprar instrumentos de vuelo, pues me tocaba buscar los chulos (aves) para buscar las corrientes ascendentes, o el movimiento de los árboles con el viento o lo típico que era buscar las bases de las nubes “cúmulo”.

Cometa UP COMET de los 80s.


Se le toteó la cometa al Tito

Un día domingo, en el Neusa, ya tarde como a eso de las cuatro ya habíamos aterrizado varios. Solo quedaban Juan P Gaviria y Balcázar. Naturalmente Juan P comenzó a hacer sus maniobras acrobáticas encima de todos nosotros un poco hacia el norte sobre un potrero de pinos altos.

Comenzó con unos “wing–overs” con los cuales perdió bastante altura y aun así decidió hacer uno más…… ¡error!!! Yo estaba filmando pero como ya estaba bajito apague la cámara para ver el aterrizaje. De repente saliendo de su último wing–over se quedó sin velocidad y se invirtió. Quedó “crucificado” encima de la cometa sin poder hacer nada. Tiró su paracaídas, pero no alcanzó a abrir. La cometa caía lentamente hasta que se posó suavemente, por fortuna para Juan P. sobre los pinos.

Lo único que pasó grave ese día fue que se le dañó el paracaídas y la vela de su cometa sufrió al bajarla de los pinos……de resto…. ¡nada! ¡Que de buenas!

Se me jodió el despegue

Otro día de agosto, mes de vientos, subimos temprano para poder volar dos veces ese día. Ya tenía muchas más horas de experiencia. Armé mi Comet y quedé delante de casi todos. El viento estaba “rachoso”, soplaba con fuerza y después se iba.

Traté de salir en el momento en que creía que la ráfaga se iba acercando. Inicié mi carrera y al despegar…..la ráfaga me dio tan fuerte que la cometa levanto la nariz en un ángulo muy pronunciado. Yo estaba tratando de bajar esa nariz con todas mis fuerzas pero no pude. Al pasar la ráfaga de viento pude bajar la nariz, pero la cometa había entrado ya en “stall” y estaba muy bajo para recuperarla.

 Así que hice lo que Carlos Darío me había dicho siempre… “Esperar con calma y en el último momento empujar el triángulo hacia adelante con fuerza, soltarlo, recoger los brazos para protegerse las costillas y la cara y esperar el impacto”

Y así lo hice. La cometa perdió altura, comenzó a derrapar hacia la izquierda, la pude mantener enfrentada al viento un poco y en el último momento empujé. La cometa frenó su descenso y cayó entre varias piedras gigantescas. Afortunadamente quedé en la mitad de esas piedras en un espacio de pasto y tierra que había.

La cometa sufrió la rotura de un ala, el crossbar y algunas costillas…. ¡De la cometa y no mías! Bueno… lo más triste fue que me tocó empacar y bajar con mi maltrecho equipo en carro.

¿Y que paso acá? Lo que Carlos Darío nos había dicho muchas veces…. ¡Exceso de confianza!

¡Nos salvó un Suzuki!

Otro día el paseo fue al voladero de Honda. Siempre había buen tiempo ahí, era sabroso ir a acampar a este sitio. Pero tenía una cosita especial este voladero. En el sitio que despegábamos siempre había una buena brisa suave y enfrentada…….pero 10 metros más abajo no había ¡nada de ascendente!

¡Ah! Y si alguien caía por debajo de eso, era muy posible que tuviera que planear hasta el aterrizadero que era un río afluente del río Magdalena varios kilómetros más allá.  Así fue…..despegamos y el “chancho” por algún motivo cayó por debajo de estos 10 metros y “pianeó” …. no alcanzó a llegar al aterrizadero y le tocó arborizar antes del sitio.

Los demás salimos bien. Eddie se nos perdió pero sabíamos que estaba bien en alguna parte del río. Al fin encontramos a todo el mundo menos a Eddie que había aterrizado bastante lejos. Por fin lo encontramos, subimos su equipo y procedimos a devolvernos.

En esta época Eddie tenía un campero Mercedes. Una belleza de 2 toneladas con diferencial variable, bajo y doble transmisión. Lo que nunca pensaron los ingenieros alemanes es que era un carro muy pesado para el barro.

 Ya de regreso, vimos un barrizal que no se veía tan mal. Le dijimos a Eddie que diera la vuelta alrededor pero el dijo que lo pasaba sin problema. OK…… ¡Hágale hermano! ¡Quedamos hundidos hasta las puertas en el barro!

Con la experiencia de algunos de nosotros en las malas carreteras del llano, pues comenzamos a hacer lo que sabíamos. Empezamos a hacer una base de piedras y palos debajo de las ruedas para levantar el carro y así lograr algo de tracción.

Nada. Todo lo que hacíamos era en vano. Así duramos más de tres horas hasta que apareció otro camper. Un perol que daba tristeza…..era un campero Suzuki de dos tiempos. Lo interesante es que pasó el barrizal y llegó al lado de nuestro carro sin hundirse.

Le pedimos ayuda y nos la facilitó. Lo conectamos al cable, pero pensábamos que semejante carrito no iba a hacerle nada a esta mole. Sentamos gente en el Suzuki para aumentar la tracción y comenzó a halar.

Después de un minuto el Mercho comenzó a salir y a tener algo de tracción. Después de un esfuerzo bárbaro de este jeepcito Suzuki pudimos salir del barrizal.

Al final del tierrero le dijimos a Eddie, – ¿Que un Suzuki lo haya sacado de ese barrizal? ¡Nooo hombre eso da pena! Nosotros de usted , le roceamos gasolina a este mercho , le prendemos candela y ¡lo tirámos al río! – Pero bueno… acordamos no decírselo a nadie, aunque después el cuento se filtró…..je,je.

...Continuará.

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