Powered By Blogger

domingo, 21 de noviembre de 2010

MI PRIMER PASAJERO


Pronto llegó el momento en que los instructores "British" de la escuela de vuelo Pelican Airways me dieron “permiso” para poder llevar pasajero (año 1996).

 Para esos días había convencido a Edgar Hazbón que viniera a los Estados Unidos a hacerse un salto en paracaídas. Coincidió que él estaba todavía alojándose con nosotros en Hollywood y le propuse que viniera a volar conmigo en el Katana como pasajero. Le gustó mucho la idea y le dije que le podía dar los controles en vuelo. Tenía pensado hacer solo un pequeño vuelo alrededor de la pista despegando y aterrizando.

Separé el avión para un día libre por la tarde y nos fuimos al aeropuerto con Edgar. Lo que Edgar no sabía es que el iba a ser mi primer pasajero!
No quería decírselo para que no se pusiera nervioso pero igual cuando llegamos a la escuela la dueña me delató…– ¡Felicitaciones Carlos su primer pasajero en los EU…muy bien! – Pero esto no le importó a Edgar lo más mínimo.

Parecía que era solo a mí al que me preocupaba la idea de llevar pasajero. Pero algo dentro de mí cambió enseguida que empecé a hacerme cargo y a organizar todo para dirigir a Edgar al avión. Me sentía en control del vuelo y me llené de energía y motivación. Estaba muy contento de lograr un viejo sueño y era el de llevar a volar en avión a mi viejo amigo aeromodelista y cometista…a mi hermano de la aviación deportiva.

Lo interesante es que todo este sueño se llevaba a cabo lejos de nuestra tierrita. Era como si estuviéramos dentro de otra dimensión en medio de una fantasía de nuestra niñez.

Senté a Edgar en el asiento del copiloto del estilizado Katana, le indiqué como usar los auriculares para comunicarnos durante el vuelo y empecé mi ritual para iniciar el motor.

Edgar miraba con curiosidad como preguntándome la razón de cada movimiento que hacía en la cabina. Llevé el avión hasta la pista mientras le comentaba a Edgar sobre las características de este avión. Le expliqué que solo íbamos a hacer despegues y aterrizajes. Pedí autorización para despegar y algo dentro de mí se debatía entre el miedo por saber que no era un piloto infalible y la emoción de vivir esta nueva aventura.

 Una vez adelanté el acelerador sentí completa confianza en mi mismo y me entregué al mundo del vuelo.

Despegamos siguiendo el suave sonido de nuestro motor y disfrutando de una visibilidad increíble que ofrece la burbuja de plexi–glass estilo avión de combate. Enseguida aproveché para explicarle a Edgar los pasos para el ejercicio que estaba haciendo.

Dimos la vuelta y aterrizamos suavemente ayudados por un leve viento frontal. Una vez en la pista rápidamente coloqué toda la potencia y despegamos otra vez. Le dije – Bueno Edgar, ahora usted toma la palanca de mando y yo me encargo del acelerador…– Edgar tímidamente tomó el mando y empezó a hacer algunos movimientos rápidos. Enseguida le corregí – No, suave, suave, como con la novia, je,je.–  Y él sonriendo empezó a volar el avión más relajadamente.  Ya acercándonos al aterrizaje Edgar me dice – Bueno Carlos, cójalo usted que yo no se aterrizar esta vaina. –

Hicimos otras dos vueltas de tal modo que él tomaba el mando por varios minutos entre el despegue y el aterrizaje. Para mi era increíble ver a Edgar volando el avión. Sin tener una cámara a mano tomaba fotos con mi mente. Finalizamos con otro aterrizaje casi perfecto y Edgar me decía – Oiga Madrigal…este avioncito vuela muy rico… –

Me sentía completamente feliz de que todo había salido bien además de que nos habíamos divertido bastante. Los dos continuamos hablando de aviones, cometas, aeromodelos y de todo lo que nos apasionaba.

En esos días fuimos a que hiciera su salto en paracaídas con un instructor en Clewiston al oeste de Palm Beach y también, en un parque de diversiones, hicimos una caída en péndulo desde una grúa de unos cien pies de altura, cada uno dentro de un arnés de cometa, .

Nos divertimos como adultos pero siguiendo los anhelos del alma de niños que siempre nos ha caracterizado.

Dedicado a Edgar...mi hermano en el espíritu del vuelo puro.


Vista de la cabina de un Katana. Cortesía de Airplane-Picture.net



1 comentario:

Lumediana dijo...

Bello relato! denota tu sencillez y tu capacidad de disfrutar de todas las cosas que te ofrece la vida.