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jueves, 11 de noviembre de 2010

SECUESTRO


Un día bajando del Twin Otter de Aerotaca  en la rampa de El Dorado en Bogotá (1992) vi que venía a mi encuentro Javier Salamanca mi excompañero de Avianca y hermano del jefe de operaciones de la empresa.

Se me hacía bastante extraño verlo ahi. Tal vez había venido a ver a su hermano a la oficina y después pasaba a saludarme. Pero en mi ingenuidad ignoraba que se trataba del primer paso para mi despedida. El tenía en Avianca a un capitán amigo que necesitaba que su hijo entrara a volar en alguna empresa mientras se iniciaba un curso en Avianca.

La solución era entrar a Aerotaca. Pero para mantener el mismo número de empleados ellos tenían que sacar a algún copiloto. Como yo era el más nuevo yo era el candidato para dejarle el puesto libre a este muchacho. Mis días estaban contados. Pero ninguno de nosotros imaginaba de que forma iban a estar contados.

Javier se acercó con el rostro serio y me saludó. Me dijo que había recibido malos reportes de los capitanes que habían volado conmigo y que si seguía así no iban a tener más remedio que sacarme de la compañía. Le dije que estaba haciendo lo mejor que podía y que sentía que estaba ya volando mucho mejor por la experiencia que había adquirido.

Pero al parecer esto que le dije fueron palabras que se perdieron en el aire. Sentí un nudo en la garganta y sentía como si todos los capitanes hubiesen hecho un complot en mi contra. Pero la realidad era otra, necesitaban mi puesto para favorecer así a su amigo. Era el sistema que se vivía en el medio de la aviación el cual yo nunca pude enfrentar.

Pienso que inconscientemente me negaba rotundamente a ser un “chupa medias”, adulador, hipócrita o lo que es lo mismo alguien que busca favoritismos e intrigas para mantenerse en una empresa. Teniendo ya las antiguas experiencias de las otras empresas preferí resignarme a lo que el destino me brindara.

Llegó el día en que el capitán Salamanca me asignó el día de mi chequeo final para así saber si seguiría en la empresa. Como él era el jefe de pilotos el chequeo iba a ser con él. Teoricamente el chequeo sería la excusa perfecta para sacarme de la empresa pero aquel día el destino nos tenía muchas sorpresas… sorpresas que nadie imaginaba.

Las noches anteriores, cuando llegaba bien cansado de vuelo antes de irme a dormir me sentaba a estudiar el manual del avión y a repasar todos los procedimientos. Para mi, pasar mi chequeo en Aerotaca y que me dejaran continuar volando, significaba lograr mi sueño de quedarme a vivir definitivamente en Colombia trabajando como piloto.

Era la madrugada del 16 de Mayo de 1992 .A eso de las cuatro de la mañana empecé a preparar el avión para mi chequeo. Vi con sorpresa que llegó el secretario de la empresa y me dijo que el vuelo no era ese dia. Pensé que estaba equivocado pues vi al capitán Salamanca cerca en la rampa hablando con otras personas.

Me acerqué y le pregunté – Perdón capitán, tenemos el chequeo hoy, no es así? – Y me respondió que lo había cambiado para otro día. El secretario se disculpó con el capitán porque no había logrado contactarme a tiempo para evitar que yo fuera ese día.

Sentí un poco de alivio pues así podría seguir estudiando un poco más y me fui tranquilo para mi apartamento. Lo que no sabía es que a mi alrededor estaban sucediendo muchas cosas que solo meses después vine a descubrir. El rezo de mi querida llanerita empezaba a tomar forma y a conjugarse con un gran milagro que provenía del más allá.

Las personas con quien el capitán hablaba eran informantes secretos infiltrados en la guerrilla que lo conocían desde que él había estado en el ejército. Le estaban informando que justo ese día los guerrilleros planeaban secuestrar nuestro vuelo cuando saliéramos de Yopal para Arauca y llevarnos a una pista secreta en la selva de los llanos.

Continuará...

El avión secuestrado,  HK-2760. (Cortesía de Aviacol.net)

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