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lunes, 29 de noviembre de 2010

VUELO A MARCO ISLAND

Descubrí de forma muy graciosa que uno de nuestros vecinos era también piloto (Hollywood , Florida 1996). Yo estaba hablando por teléfono celular afuera de mi casa con alguien explicándole que iba a rentar un avión para hacer un vuelo a la costa oeste de la Florida a una ciudad llamada Marco Island.

Mi vecino alcanzó a escucharme y enseguida me dijo – ¿A volar? ¿Va a volar? – Y le respondí que estaba en un entrenamiento para proseguir con mis licencias de vuelo.  Se presentó – Pues Carlos, le cuento que yo tengo algunas horas de vuelo en Cessna 152 en Bolivia de donde vengo. ¡También soy piloto! – Quedé con la boca abierta por la sorpresa.

Era Antonio Álvarez, a quien lo llamábamos cariñosamente Toñito. Lo invité a que viniera conmigo en el asiento del copiloto. El estaba muy contento de volver a volar. Le dije que viniera a preparar el plan de vuelo y luego fuimos a Pelican para preparar el Katana.

Teníamos un muy buen pronóstico meteorológico para todo el día. Despegamos con rumbo oeste y una vez entramos en la inmensa zona verde de pantanos de los Everglades ajustamos el rumbo hacia Marco Island.

Lo puse la mayoría del tiempo a que volara el avión mientras yo hacía la comunicación y la navegación. Nunca había estado en esta parte del sur de la Florida y me emocionó empezar a ver las pequeñas islas que bordeaban la costa. Cuando nos acercamos a nuestro destino empezamos a admirar el paisaje tan hermoso y paradisíaco de estas costas.

Apareció al fondo la pista e iniciamos la aproximación. Aterrizamos y volvimos a despegar enseguida hacia el norte para continuar al aeropuerto de Naples que escogí para efectos del entrenamiento. La vista alrededor era preciosa!

Vista del lado izquierdo del Katana sobre el mar de la Florida.


Parecíamos dos niños que habían robado un avión para divertirnos sobre estas magníficas playas de arenas tan blancas y suaves. Tomamos altura y continuamos rumbo a Naples. Esta vez le entregué el aterrizaje a Toñito donde yo solo hice algunos ajustes.

Cuando parqueamos el avión vino un muchacho a recibirnos y a preguntarnos si necesitábamos algún servicio. Le indiqué que llenara el tanque para nuestro regreso al aeropuerto de Hollywood. Me sentía extraño al ser atendido así. Era como si estuviera viviendo la fantasía de que el avión era mío y estaba volando a este sitio por placer para tal vez jugar golf como algunos señores ricos que podía ver alrededor con sus equipos de golf rumbo a un club justo al lado de la pista.

Una hora más tarde después de calcular de nuevo los vientos nos devolvimos casi en línea recta sobre los Everglades hacia Hollywood.
Durante el vuelo sobre ese gigantesco mar verde Toñito me contaba como se inició en el vuelo en Bolivia. Su padre tenía una finca bastante grande y usaba una Cessna para tareas de vigilancia del ganado y como correo de sus negocios.

Hablábamos de cuanta anécdota aérea se nos venía a la mente. Noté que él ya estaba cansado de estar volando por tanto tiempo y le dije que yo continuaba con los mandos hasta el aeropuerto. Aterricé y de regreso a casa recordábamos como al salir de Naples dimos una vuelta adicional solo para ver las chicas que estaban tomando el sol en la playa.

 Nos reímos bastante y para celebrar cerramos el día con una buena cervecita bien fría.

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