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jueves, 6 de mayo de 2010

VUELO “TOWING”


Vuelo “Towing” significa vuelo “halado” o “remolcado” y usa el mismo principio de un niño halando una cometa para que tome altura y fue así una de las formas en que los australianos iniciaron el deporte de las alas delta (Hang Gliding). El niño sería un carro y atado a él estaré yo colgado de una gran cometa humana. Mi gran aventura “towing” fue gracias a Jorge Cano.

Jorge fue uno de los pioneros del vuelo en cometa en Colombia cuando este deporte apenas nacía a finales de los setenta. Llevábamos varios años de conocernos cuando volábamos juntos en las montañas al norte de Bogotá a mediados de los ochenta pero teníamos pendiente una historia muy especial lejos de nuestra amada patria.

Por coincidencias de la vida cuando era estudiante de Inglés en Boulder, al norte de Denver, supe que él también estaba estudiando en un pueblo llamado Fort Collins a dos horas al norte de Boulder en la rama de administración de granjas de ganado vacuno. Enseguida quedamos de encontrarnos para ir a presenciar un campeonato nacional de vuelo en cometa en el pueblo de Telluride al sur oeste de Denver dentro de las Montañas Rocallosas.

La experiencia fue maravillosa. Me sentía dentro de los videos de vuelo acrobático grabados en este sitio que solíamos ver en Colombia y que parecían tan distantes.

Estamos con Jorge Cano en un centro de esquí en la nieve. A la izquierda un amigo iraní del College, yo, su “amigovia” sentada en el parachoques del carro y Jorge a la derecha. Aquí aprendí a esquiar. Fueron días de muchas aventuras y diversión.

Ya de regreso a nuestros estudios un día me llamó y me dijo, – ¡Carlos vengase ya a Fort Collins que le tengo el instructor y la cometa para un vuelo towing, yo lo invito! – Enseguida tomé la “freeway” y pasé esa noche en un pequeño cuarto de estudiante donde se alojaba Jorge.

 Al siguiente día bien temprano me despertó Jorge con una manotada de nieve en la cara, – ¡Despiértese soldado, que tiene vuelo pronto! – Viajamos al sitio de encuentro en su modesto carrito y nos encontramos con el grupo de cometistas pero en vez de montañas como estaba acostumbrado a ver, solo había delante de nosotros una gran planicie. Tenían una pequeña camioneta que sería el “niño” que iba a halar la cometa.

Me presentó con el instructor, – Hola Carlos… Observa esta demostración y después tú serás el próximo. – Automáticamente me corrió un frío por la espalda, – ¿Yo el próximo? –

Pude ver como el carro se alejaba desenrollando una cuerda de un carretel ajustado atrás del carro. Se detuvo como a medio kilómetro. Un Piloto se colocó su arnés se colgó a una hermosa cometa llamada “Sabre” mientras el instructor ataba de una forma especial la línea a la cometa y también al piloto.

El piloto dio una señal al instructor y este por medio de un radio avisó al carro que iniciara su carrera. La cuerda se tensó y pude ver sus pies “esquiando” sobre las piedras como si no quisiera irse y con esto mantenía la cuerda tensa. Sin aviso se levantó por los aires elevándose hasta lograr unos mil pies sobre el carro.

Estaba impresionado y asustado al mismo tiempo. El piloto se soltó de su atadura y voló sobre nosotros por unos veinte minutos mientras atrapaba una que otra corriente térmica ascendente.
La sensación de miedo mezclada con emoción por saber que se sentiría durante tan extraño despegue me invadía.

Aterrizó y enseguida traté de congelar mis emociones para evitar esa visión interna de prisionero a punto de ser ejecutado. Eran los inicios de este tipo de vuelo y no se utilizaba todavía el método de llevar la cometa sobre el carro para que despegara con seguridad usando la velocidad del carro y luego ir subiendo poco a poco mientras se desenrollaba la línea de unión. No sabíamos lo peligroso que era estar en esta temprana fase del vuelo towing.

Me dirigí al instructor, recibí el arnés, el casco y unos guantes para el frío. Tomé la imponente Sabre y la llevé a su posición para el despegue. Por un momento dirigí la mirada a la camioneta que se alejaba. Estaba confiando la energía del despegue a la fuerza de su motor y no a mis pies.

Mientras el instructor colocaba con cuidado todo un sistema de cuerdas atado a la cuerda principal y a mi arnés yo me preparaba mentalmente. Se hizo a un lado y me preguntó, – ¿Carlos, estas listo?–, y le dije, – ¡Listo! –, Enseguida él me respondió, – No Carlos creo que no estas listo. – – ¿Qué? – me dije y pensé, – ¿Será que estoy expresando demasiado el miedo que siento y no quiere dejarme ir?–, Pero con su mano señalando a mi espalda me dijo, – ¡No te has colgado a la cometa! – , Enseguida exclamé, – ¡Oh Dios mío no puedo creerlo! –, En mi mente y en mi estómago un revuelto entre vergüenza y espanto. Era la primera vez que olvidaba colgarme a una cometa. Algo que había causado la muerte en el despegue a muchos pilotos.

Miré hacia delante y por suerte no había un precipicio delante de mi sino solo planicie y de un arrastrón no hubiese pasado.
Me colgué y le di con mi mano la señal. – Así me gusta Carlos, no vuelva a olvidar colgarse! –  Me dijo y me sentí aún más ridículo delante de todos los que me observaban, pero era mi gran lección.

Dio la señal al carro y puse firmes mis pies contra la tierra para mantener la tensión del cable. Vi al fondo como el carro levantaba una polvareda en aviso a lo que venía. De pronto sentí un fuerte jalón y mis pies empezaron a esquiar sobre las piedras y como si el cielo me llamara enseguida sentí que salía disparado hacia arriba. Pero tan rápido como despegué vino un sonido como el de un latigazo.

Escuché como el viento se detuvo alrededor mío. La nariz de la cometa apuntó directamente hacia el cielo. ¡Se había roto la línea de unión! Instintivamente tomé la barra de control y la halé al máximo hacia atrás llevando todo mi peso hacia delante. No tenía tiempo ni siquiera para pensar que estaba metido en la peor emergencia de estar sin velocidad tan cerca del piso y simplemente reaccioné casi como si fuera algo normal.

La nariz bajó rápidamente y conseguí que acelerara hacia el piso lo suficiente para empujar totalmente la barra y lograr un efecto de paracaídas con toda la vela. Justo a tiempo logré frenarla para colocar suavemente los pies en la tierra.
Eché un madrazo como diciéndole a los demonios que habían roto el cable que no se habían salido con la suya. Pero a pesar de esto estos demonios seguirían rondando.

El instructor llegó rápidamente completamente asombrado, – No se como hizo eso Carlos pero usted se salvó de milagro de entrar en un spin a baja altura. – Le pregunté si podía intentarlo de nuevo. Me sentía al otro lado del umbral del miedo y estaba esperando ansiosamente lograr mi vuelo towing.

Preparamos todo otra vez pero el instructor me advirtió que la línea podría reventarse otra vez en caso de mucha tensión o alguna maniobra excesiva.

Inicie mí esquiada sobre las piedras y enseguida vino rápidamente el fuerte sonido del aire silbando a mí alrededor. Sentía la fuerza continua del despegue. Por fin tomaba altura!
La cometa empezó a virar lentamente hacia un lado y en vez de corregir al lado contrario instintivamente empujaba la barra y logré así estabilizarla.

Cometa de la época en vuelo remolcado.
 (Towing)

Empecé a mirar a mí alrededor y podía ver como poco a poco el horizonte bajaba y veía la camioneta más y más pequeña. El cable formaba una gran curva hacia abajo y rápidamente estaba volando a unos ochocientos pies sobre la camioneta. Dije, – Llegó el momento – y halé un cable del sistema para soltarme de la línea. Se escuchó un silbido bajo al soltarse el mecanismo y sentí enseguida como tomaba más altura. ¡Estaba libre!

Volé sobre la camioneta por un momento como símbolo personal de triunfo por haber logrado el despegue. El conductor frenó y esto me hizo sentir ya aislado de lo que ocurría en tierra. Hice un viraje de regreso y volé sobre el grupo de personas gritando y saludándolos fuertemente con mi mano. Estaba feliz. Hice varios virajes de placer antes de entrar en la aproximación final, dirigiéndome lo más cercano posible al grupo. Volví a aterrizar por segunda vez este día, y de nuevo muy suavemente.

El instructor y Jorge estaban contentos y me invitaron a tomarme unas cervezas con ellos. Decidieron no volar más ese día para revisar el sistema de la línea. El instructor me explicaba que había hecho lo correcto al empujar la barra en vez de corregir lateralmente o de lo contrario la cometa hubiese entrado en un fuerte viraje, como cuando el niño al correr hala muy fuerte y la cometa gira e impacta secamente el piso. De solo imaginarme la violencia del impacto fruncí el ceño.

Varios días después Jorge me llamó y supe que los demonios que cortaron mi línea habían atacado otra vez y esta vez su venganza fue a muerte. Al día siguiente en la misma cometa y en el primer vuelo del día la novia del instructor, que tenía poca experiencia, despegó, pero cometió el error de hacer fuertes correcciones laterales. La cometa empezó a oscilar de un lado a otro y entró en un largo viraje semicircular hasta impactar violentamente contra el piso. Ella no sobrevivió.

El instructor estaba muy triste y se sentía muy culpable. Pude sentir esos demonios diciéndome, – Si no fuiste tu, iba a ser ella. –

Se que mi ángel me guió durante mi aventura y me permitió gozar una de mis más grandes experiencias en la aviación deportiva al sentir ese despegue, sin correr y volar sobre la llanura como una gran ave, en ese frío día, de aquellas lejanas tierras, en aquel… vuelo towing.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Carlos, no me preguntes porque pero se me llenaron los ojos de lágrimas al final de tu historia. Eso me hace recordar lo importante de vivir cada día como el último y siempre despedirte de tus seres cercanos diciéndoles que los amas, asi sea que estés enojado con ellos. Gracias por compartir esta maravillosa experiencia.
Ana Maria

B-767 dijo...

Capi, despues de leer esta maravillosa historia de un segmento de tu vida entiendo el porque simepre te considere el mejor de mis amigos. Tu sabes lo arriesgado que es no solo la carrera que escogimos sino tambien el deporte como es en este caso lo que uno tanto adora pero a la vez tan facilmente te puede causar la muerte sin darte talvez ni siquiera el minimo tiempo para saber como reaccionar. Todo momento que alguien a pasado una experiencia tan cerca a la muerte sin duda hace que uno valore la vida mucho mas que antes y te convierte en una perona muy diferente que aprecia la vida y cada minuto que esto implica de una manera muy especial. Por eso es que no me sorprende que tu seas como eres una persona muy especial.
Augusto