Fue muy reconfortante y anecdótico para mí que en la primera competencia en la que pude participar con mi propio diseño saqué la más alta puntuación quedando en primer puesto viendo de esta manera todo mi esfuerzo recompensado. Y aunque yo ya me sentía totalmente satisfecho con este reconocimiento mi sorpresa fue mayor cuando en el pequeñísimo campo que improvisamos para aterrizajes de precisión, empecé a ver un avión experimental biplano de un entusiasta de este deporte que empezó a realizar su aproximación para aterrizar justo en el lugar donde se acababa de realizar la competencia.
Ese día fue para mi muy especial pues marcó una nueva etapa en mi vida. Resultó que la persona que piloteaba ese bellísimo ultraligero se acercó a nosotros y luego de informarse del resultado de la competencia me invitó en ese mismo instante a copilotear su ultraligero. Ese día fue inolvidable, no tenía palabras para describir lo que experimenté. Recuerdo que parecía un sueño despegar con esa facilidad en el mismo lugar donde por mucho tiempo observaba mi planeador volar sobre mi y que ahora me tocaba ver, como en una película desde el ángulo opuesto, tripulando mi planeador fruto de mi imaginación. Ver a todos mis amigos desde allá arriba me hizo pensar por un momento que mi destino seria siempre buscar llevar a cabo mi sueño de convertirme en piloto profesional.
Casi a fines de los ochenta con la experiencia ya ganada decidí trabajar en una especie de tesis creando un planeador de tres metros de envergadura.
Detalle del “spoiler” (freno aerodinámico) en la construcción geodésica del ala del F3B antes de forrar. |
Este diseño pertenece a la categoría de los “F3B” y a diferencia de mi primer diseño de apenas un metro y medio de envergadura, este no alcanzó igual popularidad puesto que por cosas del destino y falta de incentivo no continuaron las competencias, así que solo algunos lo llegaron a ver volar.
El modelo ya forrado. |
Vista superior. Las franjas azules en las alas son los spoilers. |
Finalmente emigré a los Estados Unidos en Marzo de 1990 trayendo conmigo como mi equipaje más valioso mi última obra maestra. La necesidad de trabajar y la responsabilidad de cumplir con las metas trazadas que me motivaron inmigrar fuera de mi país, causó que trabajara en todo lo que encontrara.
Trabajando de “Valet Parking” solía llevar una revista de aeromodelismo para no aburrirme y nunca me cansaba de leerla. Resultó que una de esas noches la olvidé y la dejé encima del escritorio y al día siguiente mi compañero de reemplazo coincidencialmente la encontró y resultó que se trataba de otro aficionado a este hobby. Fue así como conocí a mi gran amigo Carlos Madrigal y desde ese momento no hemos dejado de comunicarnos y volamos de vez en cuando compartiendo lo que a los dos nos fascina… volar.
Ya han pasado casi diez y ocho años del día en que el Feroz se hizo famoso por ser el planeador con el que gané el primer lugar en una de las últimas competencias nacionales que pude participar en mi país. Es muy gratificante ver crecer esa semilla que dejé, y cada vez que viajo a mi querido país nunca dejo de visitar a los nuevos aeromodelistas y con mucha satisfacción observo a las nuevas generaciones de entusiastas que sin conocerme han adoptado como su planeador favorito el que un día surgió de mi imaginación y a pesar de haber pasado tantos años muchos lo siguen construyendo y disfrutando de su inigualable vuelo.
Sin duda mi vida ha estado rodeada de altibajos, pero lo que nunca se vio afectado fue mi pasión por el vuelo, y es por eso que a la fecha con mucho esfuerzo pero a la vez con mucha satisfacción puedo seguir practicando lo que para muchos puede parecer un juego.
Para mi caso siempre significó un elemento primordial durante mi crecimiento inculcarme responsabilidad, constancia, perfección, paciencia y tolerancia, algo muy importante para afrontar el tipo de vida que nos toca vivir a muchos aquí en los Estados Unidos, que como yo decidieron alejarse de su país, de sus amistades y familiares.
Pero la recompensa al esfuerzo y sacrificio por las cosas que un día tuve que renunciar se ve ahora reflejada al lograr mi profesión de piloto comercial en este país ajeno al mío.
Para finalizar, puedo decir que aunque haya tenido la oportunidad de hacer entrenamientos en simuladores de Boeing 737, el DC–10, y volar de copiloto del Jetstream 31, y piloto del Islander, etc. ninguno podrá igualar la maravillosa sensación de volar libremente como lo es en un planeador tripulado o en un parapente. En estos vuelos se siente estar estrechamente conectado con la naturaleza y se siente ser parte de ella.
No debemos renunciar a nuestros sueños por difíciles que parezcan, solo nosotros nos limitamos al dudar de lo que somos capaces, y en el caso de todos los que amamos el vuelo… pienso que solo el cielo es nuestro límite.
Gustavo.
2 comentarios:
Hola, me gustaria contactar a Augusto Rosas para unas consultas sobre la carrera en Peru, saludos
Hola, me gustaria contactar con Augusto Rosas para unas preguntas sobre aviavion en Peru. Gracias
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