Un día a mediados del año 86 Cony, mi primera esposa, me dijo que iba a hablar con su tía pues creía que el esposo de ella conocía a alguien en la aerolínea Avianca y tal vez nos podría ayudar. Su tío “político” trabajaba como presidente de la firma Kodak de Colombia y me hizo una cita para verlo en su oficina.
Esta quedaba situada en un edificio coincidencialmente al frente del edificio de Avianca sobre la avenida El Dorado no muy lejos del aeropuerto.
Llegué, me presenté y de forma muy amigable, casi como si yo fuera su sobrino me preguntó por Cony y por nuestra salud. Me explicó que él era muy amigo de uno de los mayores accionistas de Avianca, Edgar Lenis, y que le iba a llevar mi hoja de vida a ver si lográbamos algo pero que no podía garantizarme nada.
No se porque pero ya me estaba acostumbrando a esa frase. De todas formas muy contento le agradecí por su ayuda.
Pasaron varios días y no sabía que hacer para continuar con este proceso. Era como si algo me dijera que me moviera y que no esperara a nada ni a nadie. ¿Pero que más podría hacer?
Decidí ir a “gastar tapete” de nuevo a la oficina de el capitán Ramelli.
Cuando llegué la secretaria en vez de saludarme me dice – ¡Madrigal! ¡Usted donde estaba! Lo habíamos estado buscando por todas partes para que se presente con el capitán Ramelli pues él me dijo que usted estaba ya en la lista para el curso de copilotos!–
Yo la miraba fijamente callado pues no estaba seguro de lo que escuchaba. Estaba escuchando algo que pertenecía al mundo de mis sueños..de mis fantasias... pero en ese momento era real! Y dentro de mí grite...Milagro...Virgencita..Dios mio... ¡Este fue el milagro que pedi!! –
Todo alrededor mío cambió de tonalidad y empecé a sentir mi corazón palpitar mas rápido. Enseguida ella me dijo, – Pero no puedo pasarlo a que vea al capitán porque falta algo. – Y le dije – ¿Falta algo? ¿Pero que falta? – Y me responde, – ¡Pues nada menos que su licencia de piloto comercial! – No podía creerlo, me estaban llamando ya de Avianca y no tenía conmigo mi licencia.
Salí corriendo hacia el edificio de la Aerocivil en el aeropuero El Dorado y con alivio supe que mi licencia ya estaba lista. ¡Recién salida del horno!
Salí de nuevo corriendo y llegué con la licencia a la oficina de Ramelli sudando. Mi dulce secretaria le sacó una copia y entró a la oficina a entregarle mis papeles a Ramelli. Esperé como media hora a que me atendiera y por fin escuché su voz diciendo, – Dígale a Madrigal que pase.
Entré y después de revisar mis papeles me notificó oficialmente que estaba en aquella soñada lista. Hizo un borrón y apuntó mi nombre en el puesto numero 13. ¡Mi número de alta energía!
Detrás de este milagro había sucedido una historia que vine a conocer después. El tío de Cony habló con Edgar Lenis y este a su vez con Ramelli. Ramelli le había dicho que yo no había pasado el examen de inglés, tal vez para deshacerse de mí, pero desconocía que Edgar Lenis sabía ya que yo lo había pasado. Ramelli le pidió excusas diciéndole que se había confundido de candidato y que en efecto ya había recibido mi examen aprobado.
Fue así como Ramelli accedió a colocarme como candidato para el curso. Si no hubiese seguido mi intuición de hacer el examen de inglés antes, esta historia hubiese sido diferente.
Cuando llegué a nuestro apartamento y le conté a Cony saltó de alegría y enseguida llamamos a sus tíos para agradecerles por la intervención.
Gracias a Cony y su familia tuve el chance de mi vida y esto me abrió enseguida otro gran capítulo en la aviación profesional... Avianca!
1 comentario:
Gloria a Dios.
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