domingo, 14 de noviembre de 2010
MUERTO A BORDO
Llegó la mañana de mi chequeo de vuelo en Aerotaca.(Julio 1992). Esta vez no habían secuestradores esperándonos pero si tenía al capitán Salamanca más nervioso que nunca y con su paranoia completamente alborotada. Tenía puestos sus guantes verdes de piloto militar que le hacían un contraste gracioso con su uniforme de piloto civil. Hasta pienso que posiblemente tenía escondida una mini ametralladora en su maleta de vuelo.
Era una mañana hermosa y con mis manos en los controles despegamos rumbo hacia Yopal siguiendo exactamente la ruta que debíamos haber hecho aquel día del secuestro. El capitán, siguiendo el ritual de mi examen, constantemente me hacía preguntas técnicas sobre el avión y enseguida yo se las contestaba. A pesar del ambiente tenso del chequeo no podía desperdiciar la oportunidad de disfrutar esa emoción tan especial que me brindaba el paisaje de esa inmensa sabana de nubes que se extendían sobre las montañas del macizo oriental de la cordillera. Era como estar volando sobre un planeta blanco de consistencia gaseosa. El sol al salir de las nubes iba cambiando de tonalidades rojizas hasta las más brillantes.
De pronto el capitán me pidió los mandos e inició el descenso a Yopal antes de lo que yo tenía planeado. Por un momento pensé que me había equivocado pero me di cuenta que quería cortar camino pues estábamos “joches” o atrasados en el itinerario del día. Esto me tranquilizó un poco pero pronto esto se convirtió en preocupación de nuevo pues veía que el capitán empezaba a meterse entre las nubes y a buscar espacios y huecos para así poder bajar mas rápido.
Después de haberse acomodado en un área en la que podíamos ver algunos espacios vacíos para volar se niveló a la altura mínima bajo la cual ya podría haber montañas. Se nos acercaron varias nubes que nos impedían ver más adelante y después de esquivarlas entramos en una especie de niebla donde aveces se podía ver delimitada la silueta de algunas montañas.
La niebla aveces se hacía densa y no se podía ver bien al frente. Sabía que el capitán era muy experto pero sentía que era ya demasiada osadía seguir hacia adelante sin ver bien el terreno y sobre todo al estar volando justo a la altura mínima.
Al estar rodeado de esta niebla y estar tan cerca de las montañas me sentí de regreso a mi adorado deporte del vuelo en cometa y aunque íbamos mucho más rápido podía casi sentir el terreno a mi alrededor y mi vista se agudizaba aun más. Un poco más adelante pude distinguir la silueta inequívoca de los árboles en la cima de un cerro y mi instinto me decía que no los íbamos a pasar justamente por encima. Supuse que el capitán ya los había visto y que incluso esa era la señal para así poder subir un poco y luego pasar al otro lado para nuestro descenso a Yopal.
Pero el capitán no hacía nada. Simplemente mantenía la misma altura. Pensé que voltear a mirarlo podría ser un gesto grosero pues eso inmediatamente lo pondría en cuestionamiento. Algo dentro de mi hizo un cambio y pasé de ser un estudiante sumiso en examen a un examinador que iba a llamarle la atención al piloto. Simplemente viré mi cabeza y lo miré a los ojos.
Parece que ya le había pasado otras veces pues enseguida sintió mi movimiento, entendió todo y de una forma sutil evitando que yo me diera cuenta, llevó la mano a los controles y aumentó la potencia para subir.
Cuando nos acercamos al filo del cerro pude ver nitidamente los árboles y las rocas que nos esperaban si no nos hubiésemos dado cuenta de que venían. En efecto era el punto mas bajo en las montañas que el capitán estaba esperando para así ahorrar casi veinte minutos de vuelo.
De pronto se abrió adelante un inmenso paisaje surreal cubierto por un gran techo de nubes. Poco después todo se llenó de luz al salir de las nubes y descubrir ante nosotros las inmensas planicies de los llanos orientales.
El capitán me entregó de nuevo los mandos y procedí a llevar el avión con nuestro cargamento de pasajeros a la ciudad de Yopal. Me esmeré y acariciando la pista logré un aterrizaje bastante suave. Bajaron los pasajeros y los que subían eran inspeccionados rigurosamente por la policía. Creo que hasta yo también mantenía todavía algo de paranoia por otro posible secuestro.
Escuché para sorpresa mía que después de ir a Arauca y regresar íbamos a hacer un vuelo charter de Yopal a Sogamoso con un féretro y algunos de los familiares del difunto. Despegamos hacia Arauca que limitaba con nuestro hermano país de Venezuela. Siempre que observaba las selvas del otro lado del río en territorio Venezolano, me parecían diferentes, pues era el país que me había visto nacer y eso me traía sentimientos de nostalgia.
Durante el vuelo el capitán continuó con el interrogatorio del chequeo y trataba de hacerme trampa apagando interruptores sin que yo me diera cuenta, pero con una sonrisa le respondía que revisara si el interruptor estaba apagado.
Mientras que sobrevolábamos el pueblo de Arauca pensaba cuantas historias interesantes podrían tener estas gentes que están justo en la frontera de dos países. Al ver este pueblo rodeado de selvas imaginaba que muchos podrían sentir que no eran ni de aquí ni de allá sino de su pueblo como si este fuera su país.
Regresamos a Yopal y después de desembarcar a los pasajeros vi algo que no había visto en mucho tiempo y era ver como desmontaban y sacaban los asientos de atrás en la cabina de pasajeros para así poder acomodar el féretro. Solemnemente los familiares y algunos ayudantes trajeron el ataúd y lo acomodaron dentro del avión.
Luego subieron y se sentaron en los puestos de adelante. Eran los últimos pasajeros que yo iba a volar en Colombia… hasta quien sabe cuando. Nunca pensé que iba a llevar un muerto a bordo pero ahora se que este fue el mensaje subliminal del universo para mi despedida de Aerotaca. Era el mensaje de la muerte. Un vuelo sin regreso...
Continuará...
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2 comentarios:
Muy bien manejado el suspenso, y la historia esta muy bien contada, me cautiva y me hace ver las imagenes.
Felicitaciones!
Es incrible que hasta hoy me encuentro este interesantísimo blog.
Muy bueno.
Me lo he leido párrafo a párrafo, y aquí voy.
Felicitaciones.
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