Un día, a mediados de los 80s, manteniéndome en el Neusa con unas excelentes condiciones de viento empecé a notar que algo colgaba del ala derecha de mi cometa.
Por un momento pensé que tenía una de las costillas de la vela suelta y colgando. Pero era una hermosa e imponente águila andina. Volaba con increíble precisión justo debajo de la punta del ala derecha. No solo me sorprendí sino que quedé asombrado de tan bello espectáculo.
Le empecé a hablar y a hacer pequeños juegos de cambio de posición de vuelo. Pero se mantenía pegada al ala como una sombra y cada vez que le hablaba viraba su pequeña cabeza y clavaba su mirada en la mía con esos grandes ojos de color amarillo intenso. Todavía recuerdo sus ojos como me miraban de forma amenazante.
El juego se convirtió en susto cuando al cabo de unos diez minutos de volar juntos vi como se colocó en posición invertida y sacando sus garras empezó a tratar de morder el borde de la vela. ¡Ella no estaba jugando! ¡Estaba furiosa y quería atacarme!
El mensaje era claro, quería que me fuera de su territorio. Luego supe que ya había atacado a varios cometistas pues tenía cerca su nido.
Cuando aterricé mis amigos me dijeron que habían notado que algo colgaba de mi ala y les conté la historia de esta hermosa águila que nunca olvidaré.
2 comentarios:
Marido, como siempre tu tan arriesgado con ese amor por los animales! que linda historia, que deja la desnudo la belleza de tu alma
¿Se remonta el águila por tu mandamiento, Y pone en alto su nido? Ella habita y mora en la peña, En la cumbre del peñasco y de la roca.Desde allí acecha la presa; Sus ojos observan de muy lejos.Desde allí acecha la presa; Sus ojos observan de muy lejos. Job 39:27-29
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