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jueves, 19 de agosto de 2010

VUELO EN CHOACHI


Organizamos viaje para volar en cometa (Deltaplano) a un hermoso valle de un pueblo al occidente de Bogotá llamado Choachí a inicios de los años 80.

Fuimos con Edgar, con Manolo Gutiérrez que es un amigo muy aficionado a la aviación deportiva y profesional y también con Jorge Mejia.

Jorge, un paisa, piloto de cometa muy “afiebrado”, tenía consigo una antigua cometa “Standard” y la verdad yo tenía bastante curiosidad de verlo volando en semejante aparato tan antiguo!

Llegamos al sitio de despegue y quedé asombrado al verme en la cima de un gran precipicio casi vertical y delante un majestuoso valle donde al final asomaban algunos techos rojos del pueblo de Choachí.

Armamos nuestras cometas y salió adelante Jorge con la iniciativa del primer despegue. Tenía mis ojos bien abiertos para este espectáculo.

Era una cometa Standard completamente blanca. Parecía un avioncito de papel. Se colocó su casco, el mismo que usaba en su moto, un arnés bastante básico y procedió a colgarse en su cometa. Le dijo a Edgar que tomara el tubo central de la cometa y cuando él le ordenara, empujara hacia adelante con todas sus fuerzas.

Se concentró y al recibir un poco de viento dió un par de pasos, Edgar lo empujó hasta llegar al borde, Jorge empujó la barra, empezó a caer al precipicio, se infló la vela y vimos como Jorge inició su vuelo con el sonido de su vela “flapeando” con el viento como solo estas antiguas cometas lo hacen.

Estaba viendo en directo la nostalgia de otras épocas. Ahora solo quería imaginar que estaba sintiendo al estar de repente a unos  mil pies sobre el fondo de este hermoso valle. No hizo ningún viraje y logró pasar hasta el otro lado del valle y posarse en la ladera de la montaña con la gracia de una mariposa.

El viento se extinguió pero Edgar insistió en despegar. Le dije que no tenía buen chance para lograrlo pues en su trayectoria con cero viento tenía poca pista de despegue y al caer al precipicio se encontraría con una roca que sobresalía de la pared antes de encontrar velocidad de vuelo.

Se preparó para despegar y eso me puso nervioso. Le repetí lo que yo observaba y que podría terminar todo en catástrofe. Pero nuevamente insistió.

Tomó la poca carrera que nos ofrecía el sitio. Empezó a caer y al ver que la roca se le venía encima reaccionó violentamente empujando la barra evitándola por solo unos centímetros. Esto lo hizo entrar otra vez en pérdida y de nuevo se acercó a la pared pero milagrosamente su ala tomó aire para separarlo e iniciar así unos de sus más famosos vuelos de estas épocas.

Logró mantener un buen ángulo de planeo y después de un espectacular y largo vuelo llegó hasta el pueblo de Choachí donde lo recibieron varios sorprendidos campesinos.

Ante la perspectiva de tan espeluznante salida creo que fue uno de los pocos despegues a los que me le “quité los guantes" y decidí no despegar y tal vez por esto mismo este contando esta historia hoy.

Al regreso veníamos hablando con Manolo sobre mi obsesión con la aviación comercial y fue cuando me dijo  – Carlos usted solo anda hablando de aviones… ¿Por qué no se decide de una vez por todas y empieza a estudiar aviación? – Esta fue la famosa chispa con la cual comencé mi carrera como piloto de aviones.

Este fue un día inolvidable no solo por lo espectacular de aquellos dos vuelos sino por que fue el inicio de otro gran capítulo en mi vida, la aviación comercial.

Gracias Manolo!

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