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miércoles, 11 de agosto de 2010

HORROR


A finales de los 80 estaba con Carlos Iván (el protagonista de la historia “Se lo tragó la ciudad”) y con su primo David en una de las sesiones de entrenamiento de vuelo en cometa (Deltaplano) en un nuevo aprendedero cerca de Madrid. Usábamos una cometa llamada Cúmulus.

Ya se encontraban en la parte alta de este sitio, a unos 40 metros de altura sobre el sitio de aterrizaje.
Después de unos dos vuelos de Carlos Iván, David se preparó para despegar. Todo parecía excelente para un buen vuelo. Despegó y un poco de viento extra lo subió más de lo esperado.

Por el radio le dije– No importa que este alto, colóquese en posición de aterrizaje y pique (halar la barra) al máximo. – Al cambiar de posición soltó antes de tiempo su lado derecho induciendo a la cometa a un fuerte viraje a su izquierda.

Lo que siguió después creo que ha sido la escena más horrorosa que jamás había visto en mi vida. La cometa se inclinó tan fuerte hacia la izquierda que empezó a precipitarse a tierra con mucha velocidad en una posición que de impactar la tierra de seguro mataría instantáneamente al piloto. Le grité, – ¡Estoleeee yaaa….yaaa!!! Colisiooon!! – . Pero la cometa caía sin remedio hacia el piso. Instintivamente solté un grito de horror, –NOOOOOOO!!!– Como negando lo que mis ojos predecían era una violenta y fatal estrellada.

De repente, justo antes de impactar, David empujó fuertemente la barra logrando que a último momento la cometa volviese a levantar vuelo, sacando una línea de polvo con la punta del ala izquierda. Entró en un stall (pérdida) y cayó otra vez pero a muy poca velocidad golpeándose contra la barra de control pero sin ningún daño físico. Yo todavía estaba paralizado en negación y me arrodillé como si acabara de presenciar un milagro. Simplemente se había acabado de salvar David gracias a su rápida maniobra.

Recogimos el equipo mientras que Carlos Iván se cambiaba su overol de vuelo por un elegante vestido blanco y negro. El era el percusionista de un grupo coral que se presentaba esa tarde en la sala de conciertos de la Universidad Nacional en Bogotá y donde coincidencialmente también mi madre cantaba.

Nos sentamos con David a observar el espectáculo pero mantenía su mirada como perdida. – Todavía no se que fue lo que me ocurrió….siento como si no estuviese aquí... – Me decía.
Creo que en un universo paralelo el no estaría vivo y yo estuviese viviendo una historia de horror. Gracias a Dios no fue así y pudimos disfrutar de la presentación.

Cometa Cumulus 5B de la Eipper Formance del año 1977 similar a la que volábamos en esa época.


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