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domingo, 15 de agosto de 2010

ALMA AMIGA



Cuando entrenaba vuelo en cometa (Deltaplano) con mi instructor Eduardo Vasquez en el aprendedero (años 80), él decidió recibir a un último alumno para darle clases. Su nombre, Juan José Rincón.

Era un personaje bastante folklórico y con muchas costumbres arraigadas del campo de donde su familia provenía.

Alguien le puso de sobrenombre “Charol” pues a veces volaba con zapatos brillantes de charol.
Juanjo, como lo llamábamos, fue muy aficionado y "gomoso" del vuelo en cometa. Siempre nos llamaba para convencernos una vez más de ir a volar así el día no estuviera bueno. Amaba el vuelo y siempre estaba agradecido por haber encontrado la forma de aprender a volar. No cesaba de contar sus historias y las de otros pilotos.

No me olvido que un día ayudó a encontrar mi cometa Olympus después de que unos niños la “tomaron prestada” cuando decidimos dejarlas arriba de la montaña por mal tiempo. !Gracias a él pude seguirla volando!

El era dueño de unos camiones y aveces mandaba a traerlos para recoger las cometas cuando no teníamos transporte. Era muy gracioso ver las cometas dentro de semejantes camiones, pero el hacía lo que fuera para que pudiéramos volar.

Un fin de semana en el parque del Neusa se organizó un festival de aviación deportiva con cometistas, paracaidistas, ultralivianos, globos y hasta aeromodelos. Yo me encontraba en Denver estudiando. Juanjo se inscribió, subió al sitio de despegue pero se dió cuenta que tenía un problema con su cometa. Con las cervezas y la emoción de la competencia no hizo el ajuste como debía. Al despegar entró en un fuerte viraje que lo hizo estrellarse de frente contra la montaña. Se dio cuenta que se había roto su pierna y empezó a pedir auxilio.

Subieron a recogerlo en una camioneta y bajaron para llevarlo al hospital. Pero debido a la des organización del evento toda la vía de salida estaba bloqueada por los carros de los espectadores. Desesperadamente salieron por una pequeña carretera que los condujo después de varias horas hasta el pueblo más cercano, pero Juan José no resistió y murió desangrado internamente.

La noticia me cayó tan fuerte que me puse a llorar. No podía creer que había perdido a quien sentía ya como un hermano. Los dos compartíamos tan de cerca ese sentimiento del vuelo más allá de esta dimensión terrestre.

Fue uno de mis más fuertes colaboradores en el club y quien más me motivó a seguir adelante cuando todo parecía desaparecer.

Siempre mantendré vivos esos recuerdos de esas aventuras de vuelo que compartimos y todo lo que disfrutamos de su chispa folklórica.

Juanjo… te dedico estas letras y todo mi libro… y ya sabes alla en el firmamento espiritual seguiremos volando juntos.


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