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domingo, 22 de agosto de 2010

PERDIDOS EN LA JUNGLA


Era un hermoso día de vuelo en la compañía ACES, a mediados de 1989, haciendo la ruta Medellin,Quibdó, Condoto y regreso.

Quibdó es la capital del departamento del Chocó al sur oeste de Medellin. El pueblo de Condoto se encuentra al sur de Quibdó y esta rodeado por densas zonas selváticas parecidas a las junglas de la región amazónica.

Salimos de Quibdó con rumbo sur a Condoto. Pronto nos dimos cuenta que toda la región estaba todavía cubierta por un inmenso estrato de nubes.

Esperábamos tener mas visibilidad de acuerdo al pronóstico. Cuando nos acercamos teníamos un hermoso cielo azul sobre nosotros pero debajo los valles y planicies dormían todavía cubiertos por un gran manto de nubes.

El capitán decidió explorar el vuelo debajo del manto de estas nubes a ver si así podíamos seguir las referencias visuales. Bajamos y entramos enseguida en otro mundo. Parecía como si estuvieramos en medio de un documental sobre el amazonas. Se veían los ríos rodeados de la espesa jungla. Aveces veía pequeñas casitas con techos de paja, bohíos al lado del río con sus canoas y los niños bañándose.

Al estar debajo de la nube a solo unos 500 pies el paisaje era espectacular. Mientras el capitán buscaba referencias teníamos que mantener también la navegación y esto nos ocupaba completamente a los dos.

Mientras él buscaba estas referencias fuera del avión yo le avisaba si se bajaba de la altura de referencia. Íbamos rozando constantemente el techo del estrato de nubes y no podíamos subir pues perdíamos visibilidad.

Cambiamos ligeramente el rumbo varias veces pero no podíamos ver nada a nuestro alrededor que nos dijera exactamente el rumbo hacia la pista. El capitán decidió hacer un círculo y empezar otra vez. Teníamos que encontrar rápido alguna referencia o tendríamos que devolvernos.

De pronto uno de los pasajeros se acercó a la cabina y tímidamente nos dijo – No se ve ‘pa lante y ni modos de continuar…cierto? – Al principio el capitán me miró con cara de aburrido y no le respondió.

El pasajero tratando de ganar nuestra atención nos dice – Ya a mi me ha pasado varias veces…Ya pasamos la carretera?…Yo ya me se esta ruta bastante bien. – Ahí mismo el capitán dejando a un lado su orgullo de autoridad le hizo una seña al pasajero de que se acercara a la cabina para que los otros pasajeros no escucharan y le dijo – Oiga, señor, usted ha volado bastante en esta ruta? – Y le responde – !Claro! si llevo como diez años haciendo este vuelo casi todas las semanas. !Me lo se de memoria! Tranquilo capi que ya he ayudado a más de uno. Busque primero la carretera principal hacia su derecha y cuando la vea me avisa. – El capitán asintió y viramos a la derecha en búsqueda de la vía principal. No podía creerlo, estábamos perdidos y un pasajero nos estaba haciendo la navegación. Nos miramos con el capitán y nos reíamos.

Apareció la carretera y el capitán llamó al pasajero. El entró en la cabina, acercó su cabeza al parabrisas y se quedó observando por unos segundos  – !Ahhh, estamos cerca de la finca de doña Berta! … Cuando la carretera se divida váyase por la izquierda. – Pasó de nuevo atrás a sentarse y de nuevo nos reímos un rato.

Llegó la bifurcación y nos reportamos con nuestro pasajero navegante y nos dice. – Cuando se acabe va a ver una recta y después empiece a ver a su izquierda para buscar las montañas que son las que ustedes usan de referencia para aterrizar. – Nos miramos esta vez con los ojos bien abiertos.

Después el capitán anunció que ya tenía a la vista las colinas que nos daban la referencia para buscar la pista. Hicimos la aproximación todavía volando bajo el techo de nubes.

Una vez llegamos al lado de las colinas todo se despejó como por arte de magia y pudimos ver perfectamente el aeropuerto.

Cuando aterrizamos en Condoto le agradecimos al señor su ayuda y nos respondió riéndose – !Cuando se vuelvan a perder me avisan! Ja,ja! – Esta vez no nos causó gracia pues lo dijo delante de todos los pasajeros, pero enseguida nos dijo – Frescos que ellos ya están acostumbrados, je,je. –

Aprendí aquel día una gran lección y me gustó que el capitán logró ese día sobreponerse a ese orgullo estúpido de autoridad que como una epidemia mantiene contagiado a los pilotos de Colombia y de muchas partes del mundo.

El que sabe sabe y el que no...!Que pregunte!



1 comentario:

Unknown dijo...

El error humano es causa de mayor accidentalidad, la humildad humana la posibilidad de actuar correctamente