martes, 17 de agosto de 2010
VUELO BORRACHO
Estaba en mi escuela de aviación Aeroclub en el pequeño aeropuerto de Guaymaral al norte de Bogotá, reunido con varios compañeros pilotos (Años 80s).
Ya habíamos hecho la “horita” de vuelo del día y decidimos ir a tomarnos unas cervecitas en un local cercano al iniciar la tarde.
En el calor del alcohol uno de ellos empezó a hacer gracias tratando de imitarme volando en cometa. Para ellos acostumbrados a volar un avión, el vuelo en la cometa humana era algo gracioso pero también muy emocionante.
Así otro compañero empezó a “subirme” de puesto y decía, – Ustedes no saben como es eso. Este “man” es un berraco pa’ tirarse de esas montañas…. ¡Tiene que tener las pelotas de acero! – Y así nos reíamos todos de todos.
Hasta que uno de ellos dijo – Carlos, vamos por su cometa que lo quiero ver volar…!Pero ya!. Es en serio!…Yo lo llevo en mi camioneta, ¡Vamos! – Al principio todos pensaron que estaba ya muy borracho para hacer esta invitación pero insistió y yo cedí ante la tentación diciendo – Pues si es en serio !Vamos a recoger la cometa!– y los demás gritaron - !Yeheee!
Pensaba que para cuando llegara a la montaña ya se me habría pasado el efecto de la “chelas” y cual borrachitos felices salimos hacia la aventura. Fuimos hasta Bogotá por la cometa y enseguida partimos de nuevo al norte hacia la montaña de Chía.
Aunque ya habían pasado casi cuatro horas desde nuestra “parranda” y habíamos sudado la empinada subida a esta montaña, todavía sentía los efectos del alcohol en mi cabeza.
Me preparé y ayudado del buen tiempo y de mi angelito logré un buen despegue. Había bastante viento y podía sostenerme sin problema. Empecé a pasar sobre ellos para gritarles, – ¡Reptiles! ...!Que hacen alla abajo!...No sean maricas vengan a volar! –
De repente sentí que estaba demasiado cerca a la montaña y enseguida viré hacia afuera para alejarme. Me di cuenta que había sobre reaccionado y volví a acercarme. Pero al acercarme sentía como si la montaña me fuera a devorar y de nuevo viré hacia afuera.
Empecé a sentir físico pánico y mi corazón se puso a mil. Me di cuenta que mi equilibrio estaba completamente desfasado y que lo mejor era ir a aterrizar de inmediato. Estaba completamente aterrorizado por los efectos visuales que estaba teniendo. Me concentré al máximo durante la aproximación y aterricé sin ningún problema pero con mi pulso alterado como si me hubiese despertado de una pesadilla.
Me solté del gancho que me une a la cometa, me arrodillé y soltando un madrazo dije – ¡Jueputa! !No vuelvo a volar borracho ni loco!
Ya se podrán imaginar como mis amiguitos pilotos se burlaron de mi durante toda la semana.
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1 comentario:
Jajajaja eso es de locos capitan
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