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viernes, 5 de marzo de 2010

EL VUELO DE HONDA (4a parte)


Continuación...

Empecé a mirar para todos lados como buscando un milagro…y el milagro llegó. Ya casi rozando con mi ala los arbustos, vi que el pastizal empezaba a doblarse hacia arriba mostrándome una ráfaga de viento que subía por la montaña. Rápidamente vire la cometa sobre esa área como un sediento en un desierto a punto de morirse de sed.

Volví a virar haciendo un círculo sobre este sitio y descubrí que era una burbuja de aire caliente subiendo como una térmica. A la segunda pasada las vacas ya estaban más y más pequeñas. Las mire y les dije, – No señoras…esta vez no me tocó quedarme aquí… ¡Yeheeee!.. ¡Vaamos pa’rribaaa! –

Subí unos quinientos pies y agradeciendo al universo por el milagrito tomé un respiro y viré para avanzar hacia el valle.

Vuelo Soaring (mantenido).

 Me separé de la montaña y me dirigí hacia una nueva aventura. A medida que avanzaba me sentía más y más alto sobre el paisaje. Trataba de respirar profundo para aplacar los latidos de mi corazón con el pasado susto. Le hablaba a la cometa diciéndole, – Vamos Olympus tu puedes, vamos mija que usted me puede llevar hasta esa planicie. –

Coloqué la barra en posición para darme el máximo rendimiento en planeo. Cada vez que me encontraba con una térmica le daba un círculo para beber de su jugo y luego continuaba rumbo hacia el río. La vista del río Magdalena era preciosa y podía verla en todo su esplendor.

Miré hacia el área de aterrizaje y vi que por mi ángulo tendría que buscar más altura si quería llegar hasta allá. Aunque mi cometa era de buen rendimiento no tenía tanto como las cometas avanzadas de los otros pilotos.

De pronto sentí una térmica bien fuerte que me subió un ala. Intente hacer un viraje para centrarla y así subir con ella pero calculé mal y cogí el área descendente de esta. Perdí mucha altura y todavía me encontraba en zona montañosa… ¡No tenía buen sitio para aterrizar! De nuevo mi cerebro se puso a trabajar con mis ojos buscando la forma de volver a subir.

Fue entonces cuando apareció un negro gallinazo abajo mío volando en círculo tratando de agarrar la ascendente de un pequeño peñasco allá abajo. Y le dije, – ¡Gracias “profesor” por indicarme la ascendente!... ¡Te amo! –

Enseguida lo seguí y me puse a hacer círculos sobre él para alimentarme poco a poco de ese oxigeno vital para poder subir. Escasamente recuperé lo que había perdido. Me despegué de este peñasco y me dirigí de nuevo hacia el valle. Pronto el ángulo de vuelo me fue acercando más y más al mundo real. Me di cuenta que mis opciones se habían acabado y tendría que pensar en aterrizar pronto.

...Continuará.

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