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sábado, 13 de marzo de 2010

MI PRIMERA EMERGENCIA (3a parte)

Continuación...

Hay un sonido en secuencia al soltarse una a una las bandas elásticas y mientras cae la bolsa, esta va dejando una larga cinta detrás de si.

Siento que todos se van a otro lugar a continuar con la operación. Me siento solo. Veo alejarse la bolsa y detrás de ella aparece una brillante vela blanca como la estela de un meteorito, se aleja y de pronto todo queda atrás.

No puedo ver a mis ángeles. Me han cerrado la puerta para que no vea, pues es algo restringido solo para seres superiores. Todos se fueron. Solo me queda esperar. Mis ojos volvieron hacia el paisaje. La cometa hace su último movimiento y cae en un silencioso colapso inclinándose hacia adelante. Todo empieza a ceder a la inevitable fuerza de gravedad. ¿Que sigue? ¿Caeré? ¿Que pasa si no funciona el paracaídas? ¿Donde están todos?

El silencio es ensordecedor. En cuestión de tres segundos que fueron unos treinta segundos en mi reloj interno, siento un fuerte tirón hacia atrás y todo empieza a cambiar de forma y de ángulo. Todo da vueltas, subo, bajo, y entro en una gran oscilación.

Algo que debe ser inmenso me sostiene y también a mi desmayada cometa. Miro hacia arriba y no veo nada inmenso ni gigante. Solo veo un pequeño objeto circular. Como un OVNI. Como un artefacto secreto que no debería estar viendo.

El paracaídas abre perfectamente y parece que estuviese colgado del cielo. Todo esta tan silencioso que no puedo creer que ese pequeño objeto nos este sosteniendo.
 
Poco a poco el paisaje se va mostrando más y más grande hasta que comprendo que viene el inevitable gran castigo contra el suelo.

Estoy a merced de mis ángeles. Me ordenan que me proteja como debe ser. Me preparo, pongo mis pies juntos, paso cerca a un árbol y veo como la tierra se viene hacia mí sin misericordia. Escucho el golpe de mis pies y de la cometa contra la tierra arada de un campo sin sembrar. Mis gafas siguen hacia abajo.

Me levanto, me sacudo la tierra y me alegro de ver que no me ha ocurrido nada grave excepto a mi ego que está herido. Al lado mío veo como lentamente se va depositando aquella larga cinta seguida de una enorme y delicada campana de seda que se va desinflando y extendiéndose sobre la tierra diciéndome, – …Aquí terminó nuestra misión… Te dejamos sano y salvo… Esperamos que no lo vuelvas a hacer…Te queremos. –

Me siento como un niño recibiendo un concejo de su gran maestro. Veo como esos ángeles se alejaban a mi dimensión interior. Pongo mis manos sobre mi cabeza, no puedo creer que haya bajado de forma vertical hasta este sitio. Miro hacia arriba y les digo, – Ustedes me han dado otra oportunidad…Gracias Dios mio por dejarme seguir viviendo…. –

1 comentario:

stvn salgado dijo...

:O , genial!!, aunque muuuuuy asustador